En Nicaragua existen cerca de 130,000 pequeñas y medianas empresas de las cuales un ochenta por ciento aproximadamente son de origen familiar, el aporte que hacen al PIB según el Banco Central representa un cuarenta por ciento, es decir 4,502 millones de dólares.
La mayoría de estas pymes se formaron en la búsqueda de un futuro mejor para sus familias y el propósito de tener una actividad económica independiente. En muchos casos su origen se ubica en traspasos generacionales o tiempos de crisis, donde el empleo formal no es suficiente y obliga a las cabezas de familia a buscar opciones de subsistencia y crecimiento en las distintas áreas de la producción, comercio y servicio.
En las últimas décadas los propietarios originarios de estas empresas han invertido parte de sus recursos en la formación técnica y profesional de sus hijos. El problema estructural es que una parte importante de esta nueva generación está recibiendo una formación alejada del giro principal del negocio que les ha dado sustento por años. Es decir muchos hijos de productores agrícolas, carpinteros, zapateros, artesanos, y dueños de negocios de servicio, ahora son abogados, economistas, especialistas en relaciones internacionales, administradores, ingenieros en computación y similares. Estos nuevos profesionales tienden a buscar trabajo en empresas nacionales e internacionales como empleados a tiempo completo, alejados de la empresa familiar que los llevó hasta el nivel de la profesionalización.
¿Cuál es el efecto negativo de esto?
—Se pone en riesgo la continuidad y desarrollo de la empresa de tipo familiar o asociativo. Se conoce que menos del treinta por ciento de las empresas familiares en el planeta pasan a la segunda generación.
—Se frena el crecimiento empresarial y desarrollo tecnológico de estas pymes. La economía del país pierde un poderoso activo.
La sucesión generacional no es un problema a resolver a largo plazo para cuando los fundadores estén mayores, ni es un problema que se resuelve con acciones de inmediatez, requiere previsión, voluntad, organización familiar para enfrentarlo y empezar cuando no exista una crisis. El sueño de todo empresario es que su empresa crezca y trascienda, mejorando su posición en el mercado y la rentabilidad para el sustento familiar.
La actividad empresarial generada en talleres, fincas, comercio y servicio, debe ser motivo de orgullo y compromiso para seguir adelante y llevar a niveles superiores la tarea iniciada por las generaciones fundadoras. La integración del nuevo recurso generacional es un insumo clave para que las pymes alcancen un mayor desarrollo empresarial, mayor productividad, conocimiento amplio del mercado y sus tendencias, control efectivo de sus costos de producción, mayor dinamismo y la creación constante de oferta de productos y servicios, adecuada a las exigencias del mercado.
Las distintas organizaciones empresariales y las instituciones de gobiernos ligadas al sector productivo tienen el reto y compromiso de promover e incentivar el emprendedurismo y la sucesión que permita la estabilidad y crecimiento deseado. Hay casos de éxito en los distintos sectores productivos donde se comprueba que la combinación entre la experiencia acumulada por la empresa y la incorporación de sus relevos generacionales, con mejor preparación académica e ideas innovadoras, contribuye a dar el salto de calidad en las pequeñas y medianas empresas urbanas y rurales. Esto debería ser parte de una estrategia de país, divulgarse y reconocerse para que genere el efecto multiplicador esperado. El autor es Consultor en desarrollo y organización productiva.
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