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A Nicaragua se le ha reconocido haber avanzado en el logro de los Objetivos del Milenio, dijo Miguel Barreto, director regional del PMA. LA PRENSA/OSCAR NAVARRETE

“Debemos invertir en nutrición”

Latinoamérica continúa enfrentando problemas de inseguridad alimentaria, aún cuando existe alta disponibilidad de alimentos, asegura Miguel Barreto, representante para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos. La falta de ingresos vía empleo que padece la población de la región tiene un impacto directo en la inversión que hacen en la nutrición. Sin embargo en muchos casos, expone el funcionario, existen familias que aún teniendo disponibilidad de ingresos, no se nutren bien. “Al no invertir en nutrición, particularmente en los primeros tres años de vida, estamos condenando a los niños a ser desnutridos crónicos”.

Nohelia González V.

Latinoamérica continúa enfrentando problemas de inseguridad alimentaria, aún cuando existe alta disponibilidad de alimentos, asegura Miguel Barreto, representante para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos. La falta de ingresos vía empleo que padece la población de la región tiene un impacto directo en la inversión que hacen en la nutrición. Sin embargo en muchos casos, expone el funcionario, existen familias que aún teniendo disponibilidad de ingresos, no se nutren bien. “Al no invertir en nutrición, particularmente en los primeros tres años de vida, estamos condenando a los niños a ser desnutridos crónicos”.

El representante regional del PMA, de origen peruano y quien asumió el cargo en enero de este año, visitó Nicaragua durante cuatro días, se reunió con pequeños productores de Nueva Segovia y anunció que esa agencia está trabajando en la creación de un programa en Centroamérica para generar reservas alimentarias que permitan a los gobiernos enfrentar cualquier crisis ante desastres naturales. Esto implica la creación de centros de acopio en nueve departamentos de Nicaragua.

Barreto, diplomático de carrera y quien ha representado al PMA en Etiopía, Honduras y Colombia, antes de ser representante regional, señala que se ha avanzado mucho en mejorar la seguridad alimentaria a nivel del mundo y es un convencido de que el hambre es un problema que puede resolverse a corto plazo, porque hay disponibilidad de alimentos y esto pasa por mejorar las condiciones de ingresos de la población que permitan acceder a alimentos y mejorar la nutrición de los niños.

En este contexto destaca los esfuerzos de Nicaragua y del PMA en el país a través de la alimentación escolar, el apoyo a los pequeños productores, apoyo en materia de VIH y cuidado materno infantil a través de la promoción de la lactancia materna y fundamentalmente la generación de resiliencia o capacidad para superar situaciones adversas.

El hambre en Latinoamérica, en el mundo en general, ¿se trata de un problema estructural o es más cultural?

Lo que ocurre en América Latina es una situación de hambre estacional que afecta a millones de latinoamericanos de manera periódica, pero no de manera permanente. Yo prefiero hablar de inseguridad alimentaria porque congrega los tres elementos importantes: el acceso, la disponibilidad y la utilización biológica. Y en términos reales los problemas en América Latina se dan en primer lugar por falta de acceso, que es básicamente ingreso, empleo. Disponibilidad existe, existe suficiente producción como para alimentar a todos, pero lo más importante, lo más grave y lo que no se conoce mucho es que el nivel de inversión en lo que es utilización biológica, que tradicionalmente se conoce como nutrición es el verdadero problema, porque al no invertir en nutrición, particularmente en los primeros tres años de vida, estamos condenando a los niños a ser desnutridos crónicos.

Pero, ¿tiene que ver con que nuestra sociedad es inequitativa y no permite pensar en el potencial infantil a futuro?

Hay una mixtura de situaciones. En primer lugar, definitivamente América Latina es un continente altamente inequitativo en términos de desarrollo social, eso es conocido por todos, tenemos países con el PIB per cápita muy alto donde existe pobreza y existe inseguridad alimentaria bastante alta.

Durante muchos años el enfoque de la seguridad alimentaria estuvo dado en la producción, nunca hemos invertido mucho en nutrición y lo que nos hemos dado cuenta en los estudios que hemos hecho como Cepal, es que en los países de América Latina se pierde casi el diez por ciento del Producto Nacional Bruto por falta de invertir en nutrición. Significa que tenemos muchos niños que llegan a la edad adulta y que no tienen la capacidad de insertarse al mercado de manera competitiva. Esto genera mayor nivel de migraciones y sobre todo genera inseguridad pública.

¿Usted cree que países como Nicaragua hacen esfuerzos para cambiar esta realidad?

Sin duda sí. Existe definitivamente una mayor conciencia. Lo que todavía no logramos hacer en América Latina es entender cuál es la diferencia entre pobreza y desnutrición.

Yo le pongo un caso concreto en ciudades de América Latina, sobre todo en el área urbana periférica encontramos niños que viven en hogares que no se encuentran en la línea de pobreza, pero ese niño se alimenta muy mal. Ese niño está en situación de desnutrición crónica en un hogar que no es pobre. Entonces los sistemas sociales no necesariamente llegan a ese tipo de población. Lo que tenemos que hacer en América Latina primero que todo es reconocer que hay un problema nutricional, segundo invertir en nutrición y tercero generar políticas públicas integrales que aborden esta situación de poblaciones vulnerables.

¿No tenemos educación como para aprender a alimentarnos?

Se requiere generar programas integrales, que incluyan educación nutricional, la higiene como hábito permanente en el consumo familiar.

Nicaragua tiene cifras que probablemente indiquen ese problema, sin embargo hay agencias de Naciones Unidas que ven que hay avances y han otorgado reconocimientos, como la FAO. ¿Ustedes son optimistas en Nicaragua sobre este tema?

Yo creo que en Nicaragua ha habido un reconocimiento a una situación objetiva que es haber avanzado en el logro de los Objetivos del Milenio como se ha reconocido también a otros países. Yo creo que en Nicaragua lo importante es trabajar de manera conjunta con el Gobierno en generar ese tipo de políticas públicas, todos los programas que nosotros acompañamos al Estado están vinculados a educación nutricional, a higiene y a mejora de inventarios.

¿En países pobres donde existe ese círculo vicioso de inseguridad alimentaria e ingreso, cree que puede haber un cambio a mediano plazo?

Yo creo que sí, en términos de inseguridad alimentaria hay tres elementos que son claves. Primero, entender que existe un problema, generar políticas públicas orientadas a dar solución a ese problema. Segundo, focalizar el gasto social de los estados directamente a ese problema. Y tercero, mejorar los niveles de coordinación interestatal para poder permitir que los presupuestos nacionales se dirijan de manera complementaria a abordar el tema de la inseguridad alimentaria.

¿Nicaragua está en ese concurso de esfuerzos?

Definitivamente. En Nicaragua privilegiamos mucho el programa de alimentación escolar, trabajamos acompañando al Gobierno en la implementación de este programa. En segundo lugar el tema de los pequeños productores. Estamos generando en miles de pequeños productores en Nicaragua y en América Central la posibilidad de tener un mercado con precios mucho más justos y que les permitan a ellos incrementar su productividad y sus ingresos y salir del borde de la pobreza. Estamos trabajando con más de nueve mil productores y vamos a incrementar la inversión para poder incorporar otros pequeños productores.

Estamos apoyando a Nicaragua en generar políticas públicas en el área de nutrición y queremos acompañar al Gobierno en las estrategias de focalización de familias muy pobres donde existen niveles de desnutrición crónica.

¿Se va a fortalecer algún programa nacional, se va a ampliar la cooperación del PMA?

Tenemos seis ejes de trabajo en el país vinculados al Plan Nacional de Desarrollo Humano. Y de esas actividades en este momento, la alimentación escolar tiene un rol fundamental. Es probablemente el programa social más grande, se está aumentando y mejorando cada vez más en términos de dieta, de impacto y monitoreo. Y el segundo programa donde vamos a incrementar también la inversión es el de pequeños productores.

Vamos a saltar ahora a cuatro departamentos (Nueva Segovia, Matagalpa, Estelí y Jinotega). Esto fue discutido y preparado con el Gobierno para aumentar la cobertura.

Trabajamos en un programa regional para generar reservas para poder acompañar a los gobiernos en América Central cuando haya cualquier desastre natural que es lo que nosotros conocemos como respuesta a emergencias.

¿Y cuál es la población beneficada?

15 mil familias de pequeños productores (45 mil personas).

¿Qué significa aumentar las reservas?

Significa básicamente generar la posibilidad de conservar alimentos a nivel descentralizado que permitan que poblaciones muy vulnerables tengan acceso a alimentos de bajo precio cuando hay crisis por carencia de alimentos básicos como frijol o maíz. Estamos trabajando con Sinapred para desarrollar un plan dirigido a fortalecer ese esquema estratégico, fortalecer las despensas alimentarias a nivel descentralizado. (Las reservas estarán en el Triángulo Minero, Chinandega, Las Segovias, Matagalpa, Santo Tomás en Zelaya Central, León, Laguna de Perlas, Bluefields y Bilwi).

¿Estamos hablando de que este programa de pequeños productores va a abastecer esas reservas?

Esa es la idea.

¿Existe la hipótesis de que si se empodera a las mujeres eso contribuiría muchísimo a mejorar la seguridad alimentaria, en este país donde los muchos hogares tienen cabeza de familia mujeres?

Absolutamente el concepto de género es transversal a todos los programas que el PMA ejecuta a nivel del mundo. Nuestro objetivo es incrementar el nivel de participación de las mujeres en todos los programas que desarrollamos, porque incorporando a la mujer no solo se le da la oportunidad de fortalecer su rol social, sino de garantizar que ese alimento llegue a los más vulnerables que son los niños.

Le quiero decir que hasta el momento el 28 por ciento de los pequeños productores que trabajan con nosotros en el programa Compras para el Progreso son mujeres agricultoras. Todos los programas de alimentación escolar se hacen a través de los comités de padres donde las mujeres son generalmente las líderes. Los programas de resiliencia que queremos hacer en el corredor seco y ya estamos haciendo en otros países están liderados por mujeres. Para nosotros la focalización de género es fundamental y transversal a todas las actividades que desarrollamos.

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