ANA SALGADO
TERAPEUTA SEXUAL Y DE PAREJAS
El uso del condón es controversial y poco frecuente en las relaciones de pareja, en parte por algunos mitos. Los más comunes son:
*El uso del condón es solo para sexo casual, no para parejas estables. En nuestro país, como en muchos otros, el grupo que más crece en infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH/Sida son las mujeres monógamas con pareja estable.
Esto desbanca los mitos sobre la homosexualidad y la prostitución como las principales fuentes de peligro para el contagio de ITS. Este es un tema de percepción de riesgo. Se ha hecho un trabajo intenso a través de los años con grupos considerados tradicionalmente “de riesgo” como los homosexuales y las prostitutas para el uso del condón. Esto ha tenido buenos resultados porque como los individuos en esos grupos tienen la percepción de que ellos están en peligro, se protegen.
Todo lo contrario ha sucedido con las personas monógamas y heterosexuales y actualmente se considera a los llamados “monógamos en cadena” (es decir, que solo tienen relaciones monógamas, estables, oficiales y serias, pero tienen varias a través de la vida) como el grupo que está más en riesgo, precisamente porque este mito está muy presente en la sociedad.
*El uso del condón promueve la infidelidad. Los infieles promueven la infidelidad. No hay ningún estudio científico que relacione el uso del condón con un incremento en los casos de infidelidad.
Como vemos en el punto anterior, la infidelidad sí es un factor de riesgo para el contagio de ITS. Especialmente si la persona que no es fiel no utiliza preservativo.
Aquí es donde la falta de responsabilidad personal y los mitos sobre el no uso del condón con la pareja estable se vuelven peligrosos, porque se encuentran demasiados casos en los que la persona sabe que su pareja le es infiel y aun así no exige que su pareja use un condón cuando va a tener relaciones sexuales con ella o él. Lo único que se les ocurre es exigir que usen condón con el/la amante (cosa que no podemos controlar y verificar).
En este sentido, es importante promover la responsabilidad personal, que cada persona sea responsable de tomar las medidas necesarias para proteger su salud sexual de las consecuencias o peligros de sus acciones o de las acciones de otros.
Ver en la versión impresa las paginas: 11