Germán García
Las hazañas tienen que cerrar como un final de cine, algo casi imposible, pero que el beisbol brinda a veces. Los héroes infantiles pinoleros bañaron el color azul y blanco con el brillo ostentoso del reluciente oro. Los nuevos gigantes fueron los campeones del Torneo Panamericano de Beisbol Infantil AA, al derrotar a los Estados Unidos 5-4 en la final de este evento.
[/doap_box][doap_box title=”Oro histórico de Nicaragua” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
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EE. UU. 4
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La pizarra final quedó con seis hits para Nicaragua con dos errores, entretanto los Estados Unidos conectaron cuatro imparables combinados con cinco errores que le costaron el partido final.
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Vestidos de ángeles, los niños concretaron una remontada milagrosa y se alzaron con un triunfo que los llevó a ocupar el trono. Fueron efectos especiales para un dramático cierre, cuando Nicaragua ganaba 3-1 en el inicio del séptimo episodio con dos outs y el relevista y ganador del partido Julio Hurtado se complicó.
Con cuenta completa de dos strike y tres bolas, tras dominar en elevado al campo corto Pete Armstrong y en roletazo a Harris Dakota al mismo destino, el brazo empezó a flaquear y perdió el domino de sus picheos. Cedió hit de Garzal Tucker sobre segunda y dio golpe a Robert Moore.
Un suspiro de poder de Alek Boychuk estranguló la pelota por el jardín izquierdo para un jonrón, el cual fue empujador de tres carreras e hizo sentir en Nicaragua el trago de la amargura. Se perdía 4-3 a tres outs de la derrota.
“El entrenador nos dijo en el último inning que saliéramos sin nerviosismos y nos animó a que diéramos lo mejor”, indicó Eduardo Chávez, tras el partido.
En ese episodio, séptimo, cayó el maná de carreras, al momento en que Saúl Suárez llegó a la primera base con roletazo a la tercera provocando un error del mejor tercera base del torneo, Harris Dakota.
Con una decisión empujada por la suerte Asiel Morales, mánager de la Selección Nacional, mandó al cajón de bateo a Eduardo Chávez, justo en el instante que Jossti Santos había fallado en su primer intento
enviándola de foul. Chávez cumplió y acompañado de la presión sobre Dakota, quien tiró mal a la primera, empatando el encuentro entre suspiros y con el corazón palpitando.
Con el partido empatado a cuatro carreras por bando, Wesly Lavonte volvió a tocar y la pesadilla de errores siguió rondando a la tercera base y como si el brazo estuviera sin mira, mandó la pelota al jardín izquierdo para que Eduardo Chávez marcara la quinta carrera. Llegó al home plate de manos. Chávez ensució su uniforme como símbolo de un torneo lleno agallas y entrega por parte de los niños.
Nicaragua había ganado 5-4. Salió del hoyo en el momento menos esperado e hincharon las velas de la victoria. Renacieron con los últimos suspiros antes de morir y a un paso del abismo saltaron a la cima en Mazatlán, México.
No hubo equipo en toda América mejor que los 18 conquistadores del primer oro en un Torneo Panamericano para el país, que siendo más endebles físicamente, giraron la ruleta del destino que parecía traicionar las aspiraciones nicaragüense.
Con la combinación en el montículo de Norvin Olivas con labor de tres episodios de una carrera y el relevo oportuno del pítcher ganador Julio Hurtado, cuando le habían entregado el barco cerca del iceberg, el 20 de julio se marca un día histórico en el beisbol infantil nicaragüense, con los niños montados sobre una nube imperial.
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