Tania Sirias
La contribución de los políticos de la década de los ochenta y noventa fue la madurez política de llegar al poder a través de una revolución que toma el poder por las armas y lo entrega por medio de elecciones libres, expresó el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Sergio Cuarezma Terán.
Cuarezma Terán visitó Paraguay en una gira académica en la cual impartió conferencias sobre el estado de la reforma de la justicia penal.
En el marco de su conferencia sobre “las lecciones y problemas en la reforma de la justicia penal de América Latina, veinte años después”, expresó que los problemas que subsisten siguen siendo la concentración de poder sin control ahora en manos del fiscal y el policía, el uso indiscriminado de la prisión preventiva, la falta de apoyo a la defensoría pública, el olvido de la víctima del delito que solo es utilizada como testigo en el proceso penal. “El proceso penal en algunos países se ha convertido en burocrático, despersonalizado, feudal y secreto”, dijo Cuarezma.
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“La defensoría pública junto con el juez de garantía es un requisito esencial para que la justicia penal sea democrática y respetuosa de los derechos humanos, los estados deben invertir en ella y garantizarle su autonomía de las cúpulas institucionales. Una defensoría sólida es garantía de una sociedad democrática”, sostuvo Cuarezma.
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El jurista agregó que el inicio del siglo XXI marca desafíos para los partidos políticos, por lo que es necesario profundizar en la tolerancia política y demandar la separación de poderes en nuestro país.
¿Cree usted que esta madurez política se ha perdido en el país?
El país se debate en el síndrome de Penélope (la tendencia de cada gobierno por deshacer lo realizado por el gobierno anterior). Desde 1979 tejemos una esperanza de c
onstruir un Estado republicano de Derecho y a ratos deshacemos lo que hemos construido, pero a pesar de todo, hemos adquirido una madurez política muy alta. La nación, sobre todo los jóvenes de hoy, tienen claro lo que desean para su futuro.
Un reto es profundizar la tolerancia política, respetar el criterio del otro y evitar excluirlo; el que lo haga militariza la política y está llamado con el tiempo a sentir la bota del otro. Este ciclo debe evitarse. Los tolerantes condenamos las muertes por motivos políticos del 19 de julio.
LA SEPARACIÓN DE PODERES
¿Han afectado los señalamientos sistemáticos de fraudes electorales y la parcialización del poder electoral al gobierno de turno?
Nicaragua debe reencontrar el compromiso que firmó en la Constitución Política de 1987, la creación de un Estado basado en la división de poderes, respeto a los derechos humanos, seguridad en las inversiones económicas y un sistema democrático basado en un sufragio transparente y libre.
Si respetamos como nación este compromiso seremos un país grande y próspero, todo intento de desarrollar al país fuera de estos parámetros de compromisos constitucionales es condenarlo a la “nada”.
¿Cuál es su opinión sobre las reformas constitucionales?
Pienso que es tiempo de definir la nación que queremos ser. Una vez que decidamos, debemos sentarnos y construir un nuevo marco constitucional con visión de corto, mediano y largo plazo, con la voluntad de respetar la decisión tomada, solo así nuestro país podrá dejar la pobreza económica y la cultura parroquial y acceder a través de una economía saneada y sostenible a las últimas tecnologías. Esto será posible cuando pensemos y veamos a Nicaragua como un país, no como una huerta.
CULTIVAR EL DIÁLOGO
¿Estas reformas se realizaron con el objetivo de otorgar mayor poder y control al ejecutivo?
Los políticos deben aprender que la concentración de poder no les favorece. La división de poderes es necesaria, porque el poder cuando es controlado se legitima y la sociedad crece, de lo contrario, nadie se atreve a cuestionarlo, por lo tanto, los errores permanecen y se toman como norma de vida.
¿En su opinión qué papel está desempeñando el poder legislativo en este momento?
La Asamblea Nacional ha jugado un papel importante y tiene vigente el reto de articular la Constitución Política en leyes secundarias para el interés general de la sociedad. También creo que la Asamblea Nacional no de
be medirse en la cantidad de leyes que aprueba, sino en las necesarias para estructurar un nuevo país en el marco de un Estado de Derecho basado en la división de poderes y el respeto de los derechos humanos.
¿Existe en Nicaragua una cultura política orientada al diálogo?
En Nicaragua dialogamos en silencio. Todos, sin excepción, queremos en silencio un país nuevo, pero nos ata la desconfianza, esto evita el diálogo y posterga la posibilidad de tener en el futuro un país grande. Estoy convencido que si hacemos un alto y ponemos al pueblo de primero, lo escuchamos y respetamos su visión de futuro más allá de las ideologías, en los próximos cincuenta años seremos una nación grande como cualquier país central de Europa. De no hacerlo, para los próximos años seguiremos siendo un “caserío” en una aldea global.
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