Parteaguas
Fue un crimen cobarde. Salvaje. Una masacre. Disparar a mansalva contra ciudadanos desarmados que ni siquiera son enemigos de nadie, es un crimen incluso ajeno a nuestra cultura de violencia y más parecido al que triste y frecuentemente realizan las maras o narcos en países vecinos, cuando queman un bus con pasajeros dentro para causar dolor a la autoridad, a la sociedad o a la mara rival. Por sus características y todo lo que implica, debería ser un parteaguas sobre la Nicaragua en la que vivimos y la Nicaragua que queremos. Un punto de reflexión.
Crímenes de odio
Me parece muy bien que el Gobierno denuncie ante la OEA el ataque que sufrió la caravana de civiles que regresaba de una celebración partidaria. También celebro que el comandante Daniel Ortega pida castigo para los criminales y que la comisionada Aminta Granera les llame “asesinos” y prometa su pronta captura. Felicito también al Ejército que se pronunció contra esta masacre y ofreció inmediatamente su colaboración para la persecución y captura de los malhechores. Hasta el cardenal Obando repudió el crimen y, más sorprendente aún, los procuradores de Derechos Humanos condenaron la violencia contra los que piensan distinto. Revivió tanta gente que ayer era sorda, ciega y muda. Eso es lo que se debe hacer. No permitir estos crímenes de odio. Nunca avalarlos con el silencio. Nunca legitimarlos con la impunidad.
Igualdad
Está bien y es apropiado que la jefa de la Policía se indigne y prometa “todo el tiempo y esfuerzo” para la captura y castigo de los asesinos de los militantes sandinistas, pero esta misma jefa debió pronunciarse en los mismos términos contra la masacre de una familia liberal en El Carrizo, Cusmapa, o por los vapuleados y robados en #OcupaINSS o con los torturados y vejados de Nueva Guinea o, más reciente, por las mujeres agredidas por los motorizados del FSLN frente al Consejo Supremo Electoral. Tanto la matanza del 19 de julio como estos últimos hechos tienen algo en común: fueron cometidos con alevosía y ventaja contra gente indefensa, cuyo único delito era pensar diferente de los agresores. Y eso es lo que debería importarnos, no la ideología política de las víctimas, ni los victimarios.
Sectarismo
Sería muy triste si las autoridades, desde el presidente hasta la Procuraduría de Derechos Humanos, pasando por la Policía y el Ejército reaccionan así solo porque las víctimas esta vez son de su partido. ¿Acaso esta es una sociedad donde solo los que piensan conforme al grupo que tiene el poder son los que tienen todos los derechos y quienes pensamos distinto solo puras obligaciones? No podemos seguir cultivando una sociedad que clasifica en “crímenes buenos” y “crímenes malos” según quién los ejecuta y contra quién se ejecutan. Y eso nos corresponde a todos, pero en primer lugar, a quienes están a cargo del país y han callado cobarde y hasta delincuencialmente en otros crímenes.
Preguntas tontas
Imaginemos por un instante que la acción hubiese sido al revés. Imaginemos que estas fuerzas de motorizados, que por desalmados los creo capaz de cualquier cosa, sean quienes disparan contra una caravana opositora. ¿Hubiese calificado Ortega de la misma manera la acción? ¿La comisionada Granera se hubiese indignado igual, el cardenal Obando repudiaría el crimen tal y como lo hizo ahora y la Procuraduría de Derecho Humanos —¡ay esta Procuraduría!— condenaría esta vez “la violencia por pensar distinto”?
Diversidad o uniformidad
¿Queremos acaso una sociedad uniforme donde todos piensen lo mismo, donde solo se informe como en Canal 4 o el 19 Digital, donde los organismos de derechos humanos solo defiendan los derechos de los alineados y donde las necesidades del partido estén sobre cualquier derecho ciudadano u obligaciones de las instituciones? Ni a los orteguistas les conviene eso. Les dejaré este dato curioso. Se han fijado que aquellos mismos orteguistas que asedian con capucha y garrote a los medios de comunicación independientes y que agreden a los activistas de derechos humanos, cuando esa máquina trituradora a la que pertenecen comienza a machacarlos a ellos, ya sea porque los desechan, porque entran en la lista negra, los despiden o les imputan delitos que no han cometido, ¿a qué organismos de derechos humanos es al que van a denunciar sus casos? ¿A qué medio de comunicación es al que acuden para expresarse? ¿A la procuraduría de Omar Cabezas? ¿Al 19 Digital?
Twitter: @Fabian_Med
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A