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Juana Reyes, mamá de Elba Calixta, y Juan Sánchez, su hermano mayor. Aquí están en la casa de la familia.

La historia de Elba Calixta

En la memoria de su madre, Elba Calixta tiene 22 años, es pálida y trigueña y nunca usa maquillaje. Juega pelota con los niños vecinos, entre el polvillo que el viento levanta en el patio pelado del caserío donde vive el hombre que la va a matar. Todavía le gustan las muñecas, mira caricaturas en la televisión y se ríe de “la menor tonterita”. En su rancho de plástico, Juana Reyes suspira: “A veces pienso que la voy a ver venir y me va a decir: ‘Mamita, andaba haciendo un mandado’”.

Por Amalia del Cid

En la memoria de su madre, Elba Calixta tiene 22 años, es pálida y trigueña y nunca usa maquillaje. Juega pelota con los niños vecinos, entre el polvillo que el viento levanta en el patio pelado del caserío donde vive el hombre que la va a matar. Todavía le gustan las muñecas, mira caricaturas en la televisión y se ríe de “la menor tonterita”. En su rancho de plástico, Juana Reyes suspira: “A veces pienso que la voy a ver venir y me va a decir: ‘Mamita, andaba haciendo un mandado’”.

“Era como una niña. Sus pensamientos no eran los de una mujer de 22 años. Si había tres niñas jugando, lo que fuera, ella llegaba a meterse”, recuerda Juan, el mayor de los hermanos de Elba Calixta, tercera de los cuatro hijos de Juana Reyes y Juan Sánchez. La muchacha nació en el hospital de La Paz Centro, departamento de León, a las 12:45 de la madrugada del primero de enero, de modo que fue de los primeros bebés de 1991. En su familia se heredan los nombres y a ella le dieron los de su abuela paterna.

Cuando Elba Calixta era niña los Sánchez Reyes se mudaron varias veces. Vivieron en La Paz Centro y en San Benito y hace una década se asentaron en la comunidad de El Guayabo, a orillas de la carretera que conduce a la ciudad de León, en un terreno árido compartido con parientes de su padre. Allí vivió desde los 12 años, rodeada de pollos, vacas y pelibueyes, en una casa hecha de plástico negro, viejos tablones y láminas de zinc, “las ruinas”, dice Juan —el papá— cuando se refiere a la vivienda que hace un mes abandonaron para alejarse de los recuerdos de ese viernes ingrato.

La verdad es que también se fueron porque después del crimen comenzaron los problemas con los primos de Luis Bayardo Gutiérrez, el femicida, quienes además son sobrinos de Juan (padre). En ese caserío todo mundo estaba emparentado. Luis Bayardo convivía con una prima de Elba Calixta, pero eso no evitó que la acosara y en varias ocasiones intentara meterse al rancho de los Sánchez Reyes.

[doap_box title=”EL CASO Y LAS SECUELAS” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Elba Calixta Sánchez Reyes fue la cuarta víctima de femicidio de 2013, en el departamento de León. Luis Bayardo Gutiérrez Jirón, entonces de 24 años, fue capturado en la madrugada del 26 de octubre durante la vela de su víctima y en las celdas preventivas de la Policía admitió haber cometido el crimen.

“Le dieron 28 años porque confesó que hizo lo que hizo”, dice Juana Reyes, la madre de Elba Calixta, a quien ella llamaba “Elbita”.

La familia de la víctima tuvo que irse del caserío donde vivía porque los parientes de Gutiérrez Jirón les han “hecho daño”, cuenta Juan Sánchez, el papá. Con todo, dice, confían en Dios en que podrán salir adelante.

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“Niño, levantate que ahí se quiere meter ‘El Pelón’ a la casa”, le pedía Elba Calixta a su hermano. Siempre lo llamaba así, “niño”, a pesar de que él era tres años mayor. Le decía “niño” cuando peleaban por el televisor y cuando lo regañaba para que abandonara el hábito de montar toros o le aplicaba cataplasmas de eucalipto y mango mechudo en el pie que se le zafó por el peso de la bestia que le cayó encima. “Solo de vago vivís, niño, como que yo te mandé”.

En 2012, cuando cursaba el tercer año, abandonó la secundaria. Lo hizo porque no quería perderse el culto dominical de la iglesia evangélica apostólica a la que asistía desde hacía seis años. Iba con su papá. Cada uno en una bicicleta, pedaleando por varios kilómetros hasta llegar a la comarca Rincón de los Bueyes. Además, cuenta la mamá, en la escuela la habían puesto a cantar “canciones de mundo” para aprender Inglés y eso no le gustaba.

Por otro lado, tenía que hacerse cargo de la casa. Doña Juana trabajaba como doméstica en la ciudad de León y volvía cada 15 días. Desde las 3:00 de la mañana, Elba Calixta estaba en pie para preparar la comida que el papá se llevaba al campo. Después se iba a dar clases al preescolar de la escuelita de El Guayabo y regresaba a eso de las 10:00 de la mañana. Por la tarde el hermano volvía de las salineras, donde aún trabaja como ayudante de camión.

Día trágico

La televisión era su vicio. Cuando no estaba lavando ropa en el río, cocinando o “volando lengua” en las casas vecinas podía pasar horas cocinándose los ojos frente al “televisor grande de 21 pulgadas” que su hermano le compró.

“Le encantaban los niños”, dice Janeth Meléndez, de 25 años, quien fue amiga de Elba Calixta. “Me llegaba a prestar a los chavalos para que la acompañaran cuando iba a lavar al río”. Y a las 3:00 de la tarde, agrega Juan, el hermano, se veía pasar “al chavalerío que iba a buscarla a la casa” para llevarla a jugar “pelota a la patada”. Según su madre, “quería ser maestra y este año iba a retomar los estudios”.

Esos eran sus planes, pero se frustraron la tarde del 25 de octubre de 2013, cuando Luis Bayardo Gutiérrez la apuñaló con un cuchillo de cocina. Recibió cinco estocadas, dos en el tórax, dos en los brazos y una, la que le causó la muerte, en la yugular. Elba Calixta intentó defenderse con la tajona de las vacas y ya herida caminó 12 metros hasta derrumbarse en la entrada del rancho, donde unos minutos más tarde la encontró Juan, cuando volvía del trabajo con un pollo para su hermana.

El femicida llegó a la vela y pidió que le sirvieran café. “De ahí se lo llevó la Policía, en la madrugada”, afirma Janeth, prima de Luis Bayardo. En las celdas preventivas explicó a los medios de comunicación que la mató porque ella lo había “insultado” al decirle que “no era un hombre”. Estaba molesto, dijo, porque no le gustó que la muchacha le contara a “su mujer” que él “la enamoraba”. Y con “enamorar” se refería al acoso y a intentar metérsele a la casa, dice doña Juana.

Janeth recuerda que Elba Calixta les llevaba pastillas a ella y su papá, al que por cariño llamaba “viejo bigotudo”, cuando se enteraba de que estaban agripados. Y si cierra los ojos, Juan puede verla sintonizando la Radio Maranatha en una grabadora que pasaba sonando desde las 8:00 de la noche hasta el amanecer. “Se te va a fregar esa cacharpa vieja”, bromeaba él. Y ella respondía: “¡Vos tás loco! Esta cacharpa no se friega porque está bendecida por Dios”.

Poco antes de que la mataran, Elba Calixta hizo un trato con su hermano. Él compraría un equipito de sonido y pondrían un parlante en cada cuarto para oír la radio los dos. “Lo compré, aunque ella ya no lo pudo disfrutar”, dice Juan, “lo compré solo para satisfacer el gusto que ella quería”. Y agacha la mirada para que no le vean llorar.

Sección Domingo Calixta historia León archivo

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COMENTARIOS

  1. ivan
    Hace 10 años

    Dificil situacion, un acto atroz y cobarde. Que el Dios todopoderoso Jehová les de fortaleza y consuelo a esta familia. Palabras de nuestro señor Jesucristo en Mat 7:12 Haz a los hombres lo que a ti te gustaria que te hicieran.

  2. Nica en USA
    Hace 10 años

    Maldito, mil veces maldito! Como pudo quitarle la vida a esa pobre muchacha, solo por que no cedio a su acoso, ese es el tipo de hombres que estan forjandose en nuestro pais? Al final todos somos culpables, desde la casa los dejamos que hagan lo que quieran solo por que son hombres y en la sociedad dejamos que salgan con las suyas al cometer estos delitos. Cuando mas habran de soportar las mujeres hasta ver que alguien las proteje?

  3. Danilo
    Hace 10 años

    Esos son los “Hombrres Nuevos” que forjaria la Revolucion, Grandes Valientes asecinos de Mujerse indefensas, a ver si a Ellos les gustaria que les mataran a sus Madres.

  4. el norteno jinotegano
    Hace 10 años

    Que historia mas conmovedora. Esta humilde familia ha sido ultrajada, humillada y finalmente su hija Elba Calixta asesinada. Como siempre existe la causa de la desgracia, el machismo impregnado hasta los tuétanos en los hombres. Si la joven no tenía ningún interés por este individuo; por que no la dejo en paz. No solo la acoso, sino que finalmente la mató y desgracio la vida de ella y la de él. Común en Nicaragua. Esto sucede en todos los niveles sociales. Hemos echado a Dios de nuestro

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