Róger Fisher
Luis Carrión Montoya era poeta, economista, creativo, parrandero y jugador; jugador de gallos, ganadero y desarrollista. Movía su cabeza de un lado a otro cuando pensaba en su trabajo de la Financiera de la Vivienda, una empresa de ahorro y crédito que inició con la competencia de Enrique Pereira y Asociados, desde la Inmobiliaria, la construcción de una Managua que sobrevivió al terremoto del 72.
Al poeta Carrión se le ocurrió la idea de hacer el mejor reparto de Nicaragua, con un diseño moderno, fuentes, luces subterráneas, parques y de su conjunto aparecieron Los Robles, zona residencial en los alrededores de la vieja Managua, sobre la Carretera a Masaya. Ahí se construyó el mejor reparto de Nicaragua y las mejores casas de entonces. Fue cuando yo llegué después de unos estudios de Mercadeo en México, el poeta me nombró director de Urbanizaciones de la Financiera. Pronto llegó a Nicaragua, Eleázar Globerman, quien me llamó entusiasmado con Los Robles y me pidió una cita con los constructores más acreditados del país. Hablé con el arquitecto Julio Cardenal y los tres nos pusimos de acuerdo en la necesidad de una operación de hecho, la Financiera pondría las tierras de Los Robles, Cardenal-Lacayo Fiallos construiría las casas, Globerman daría el financiamiento y haría la supervisión y yo vendería las casas, lo que así ocurrió. El poeta hizo las cosas fáciles y antes de un mes se empezaron a vender como pan caliente. A Edgard Peñalba se le encargó la arquitectura de las residencias y fue así que en tiempo breve, Henry Caldera Pallais, Enrique Delgado, Benji Gallo, William Pafaeffle, Jorge Montealegre, Tina Lugo, Beverly Gallo y yo mismo, entre otros, empezamos a ver nuestras propias casas. Los Terán, hijos de don Roberto, fueron clientes mayoristas y muchos otros nombres conocidos se trasladaron a vivir a Los Robles.
El poeta Carrión tenía sus cosas, solo accionistas del Country o del Club Terraza podían comprar. Un día de tantos Luis Carrión me llamó para decirme que tenía un gran cliente y que por favor llegara a sus oficinas de urgencia para darle un tratamiento especial. Ve Róger, me dijo, hay un gringo casado con una dama muy importante, creo que es de apellido Lacayo y el yankee es un inversionista millonario. El poeta, además de todos sus adjetivos, también era ingenuo, resultó que la pomposa dama era nada más y nada menos que la famosa Hortensia, la mándame del prostíbulo más conocido de Managua y ahí murió la venta.
El poeta avanzó con una gran visión y empezamos con Bill Criswell a desarrollar Las Colinas, casas en un cuarto de manzana, con grandes zonas verdes, una casa club con piscina, áreas para distintos juegos. Amplias terrazas, canchas de tenis, restaurante y bar, y desde luego el reparto más grande y de más calidad en todo Nicaragua. Eso es saber desarrollar, claro que con el respaldo de sus directores y de los funcionarios a cargo de la obra.
Al occidente se iniciaron Las Brisas, reparto para personas con poder adquisitivo medio, con cuotas de cien dólares más o menos, y muy cerca se construyó Loma Verde, la que era de una manzana y un poco más y las casas se vendieron en una semana. Allí compró Frank Morales y un joven Benard que era gerente de una casa de pinturas, asimismo el ingeniero Navas exmilitar que prefirió la vida civil.
Sin Jerónimo de dudas, Las Colinas tuvo un excelente vecindario, Luis Carrión y familia, su hermano Jorge y los pollitos, Boyoy Cardenal, Chocoyo —su gente y su guitarra— Ariel Solórzano, Monty Gilmoure, yo que vendí en Los Robles mi casa y también compré en Las Colinas, Chacoteo, Vicente Cuadra, Pablo Antonio Cuadra y la Bendañada, Toño Ortega. Y cientos de familias que vieron crecer a sus hijos en libertad y respeto.
Luis Carrión tenía una especial admiración por Eduardo Montealegre, fundador del Banco Nicaragüense, el primer banco privado del país, seguido muy de cerca por el Banco de América del grupo Pellas. Esa debilidad por el talento del amigo y del poder, no fue del agrado de sus hijos, quienes se metieron a fondo con el emergente Frente Sandinista y sentían el deseo de una Nicaragua mejor.
El poeta surgió en política contraria a Somoza, apoyando a Ramiro Sacasa, una alternativa que muchos vieron como lógica, se hizo un lanzamiento de su Movimiento Constitucionalista y a mí me tocó el pago de la publicidad y la fiesta, con la promesa de reembolsarme, Luis colectó entre sus amigos, Alfredo Sacasa también, pero en las dos oportunidades yo no pude recibir mi dinero, porque Ramiro utilizó los fondos para financiar una huelga de maestros y otros gastos. Pedro Joaquín como director de LA PRENSA permitió los primeros anuncios para el lanzamiento de Ramiro, sin embargo cortó los siguientes para obligar a Ramiro a llegar al periódico y hablar con él, de ahí salió una larga y buena amistad. La cobertura de LA PRENSA fue muy buena y los nicaragüenses vieron un rayito de luz, cortado por Somoza al sancionar a los liberales y presionar un Pacto con Agüero que dio al traste con toda posibilidad democrática. Los triunviros no mandaban nada, pero tenían lujosas camionetas, escoltas y sirenas. Todo acabó con el terremoto del 72 cuando Tacho se erigió presidente del Comité de ayuda y el reconstructor de la nueva Managua. Así que el ocaso de las viejas estructuras políticas, sociales y económicas, empezó a reflejarse y el trabajo y lucha —de los muchachos del Frente— arrancaron con toda la fuerza y la simpatía de la mayoría de los nicaragüenses fue manifiesta. La descomposición moral y económica, de la cúpula somocista, trajo como resultado el rechazo de la gente decente. Brotó la ayuda internacional para quienes se habían mantenido en pie de lucha iniciada por Fonseca Amador. Hubo actos sorpresivos y heroicos. Mientras, mucho Somoza por mucho tiempo, cansaba a los nicaragüenses. El Movimiento Democrático Nicaragüense fue un movimiento tardío y ya nada ni nadie paraba a los muchachos, que ofrendaban sus vidas contra la tiranía y el 19 de julio cambió Nicaragua para siempre. Europa y América Latina desde afuera y muchos demócratas nicaragüenses ayudaron a la causa.
El poeta Carrión venía de familias de generales. Moncada era su tío abuelo —hermano de doña Lorenzana, que actuó como primera dama y precisamente abuela del poeta—, el mismo Somoza García era sobrino de Moncada y pariente cercano del poeta. Su abuelo el general Lacayo es el militar que reincorporó la Mosquitia para Nicaragua, aunque la historia lo ha olvidado. Con el triunfo de la revolución, Luis, su hijo, fue uno de los 9 comandantes y su sobrino Javier en la nueva era, general en jefe del Ejército nacional.
Al inicio del gobierno de los nueve comandantes, o mejor dicho de la Junta de Gobierno, Luis fue nombrado director ejecutivo del Banco de América. Me llamó para que como publicista le ayudara en esta nueva fase,
cuando nos vimos me dijo: ya la publicidad no puede ser como la de antes, ahora, debe perseguir un sentido social —continuó diciendo— voy a llamar al responsable político del banco para que conversemos sobre el tema. Esperamos al funcionario que era un joven serio de unos treinta y pico de años, si no menos, quien me explicó que tenían algunas bolas firmadas por Dennis Martínez, yo les dije que no era oportuno usarlas, me levanté y desde el balcón del edificio quedé viendo el terreno que va más allá de la Bolívar por el occidente y llega al Parque Bartolomé de las Casas para Oriente, ahí está su campaña social y patriótica para toda la vida, tomen esos terrenos baldíos y hagan un gran parque nacional para nuestros niños y jóvenes, pónganle el nombre de Luis Alfonso Velásquez Flores que es un símbolo de nuestros niños héroes, y para nuestros hijos y nietos, un verdadero ejemplo hacia el futuro.
A mi regreso al país, vi el parque, que todavía no se había convertido en el mejor de Centroamérica, allí pueden jugar ahora los niños humildes de nuestra capital y disfrutar, canchas deportivas, juegos infantiles y cuantas cosas permite la imaginación. Esa fue mi única campaña de interés social y la mejor de todas las que he sugerido en mi vida. Salud poeta Carrión, en su vela lo acompañaros sus hijos, sus libros, sus amigos y sus recuerdos de jinete piropero, pero sobre todo, el recuerdo de un gran desarrollador.
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