Wendy Puerto
Una tragedia esperaba la gran caravana sandinista, después de la más multitudinaria actividad que ha hecho el partido de gobierno en los últimos 35 años. El sábado 19 de julio, entre fanáticos, simpatizantes, obligados y curiosos, la Plaza de la Fe y la Avenida Bolívar estaban llenas a totalidad. El día séptimo de la semana el presidente Daniel Ortega dictó su discurso como cubierto de esplendor y de gloria, haciendo el mejor uso de su nuevo lenguaje político-cristiano para y por el numeroso y creciente pueblo evangélico. Sin dejar dudas de su fe católica, trató de recitar la oración de San Francisco de Asís, y rasgándose las vestiduras ante el pueblo con su mejor estilo Ortega dijo que él cree en Jesús desde muy joven, presentó un busto con la imagen de comandante Chávez, dijo sentirse celoso con los pajaritos porque solo le hablan al presidente Maduro y acosó a una de la invitadas internacionales. Entre otras cosas. tal fue el actuar del presidente ese trágico 19.
Cientos buses de la gran caravana regresarían a sus lugares de origen sin resguardo policial (¿curioso verdad?). Los que fallecieron en la emboscada eran inocentes. Esa noche, al regresar a sus casas la Policía los olvidó, mientras los asesinos estaban esperándolos en el camino para hacer una verdadera masacre.
Inmediatamente la Policía Nacional, en voz de la primera comisionada Aminta Granera, reaccionó de manera abrupta. Ella, visiblemente sorprendida, ansiosa, nerviosa y fuera de compostura dijo: “No descansaremos hasta encontrar los asesinos aunque nos cueste sudor y sangre”. Obviamente quiso decir que el sudor y la sangre una vez más la pondría el pueblo de Nicaragua, ciudadanos inocentes del norte del país.
Ahora bien, la Policía atrapó a los supuestos asesinos, presentó a los autores de la masacre haciendo una recreación de los hechos con los mismos “dizque asesinos”, los que a mi gusto y parecer se notaban muy calmados o bien muy torturados, sumado a que la actuación de la Policía y de los dramatizadores es endeble. ¿Por qué? Ni siquiera portaban chalecos antibalas el día de la reconstrucción de los hechos y conociendo como es el actuar del crimen organizado, ese mismo día los hubiesen matado para que no denunciara a los que están más arriba en la cadena de las organizaciones terroristas. Además, todos, excepto dos personas, entre ellos el deportado, se miran con un riguroso entrenamiento militar.
Pero bien, ¿a quién está dirigido el mensaje? ¿Cuál es el móvil del atentado? ¡Se pudo hacer un daño mayor dicen los expertos! ¿Está dirigido al presidente? No fue un día séptimo o sea 7 siendo los muertos 5? ¿No era acaso el 35 aniversario del triunfo de la Revolución? ¿No son 19 los heridos un día 19 de julio? No pudo haber sido mejor planeado, ¿podrían esto ser un mensaje divino?
Para terminar quisiera comentar un fragmento de la Biblia ubicado en el Libro de Daniel 5, que dice: El Rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos. Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había sacado del templo de Jerusalén para que bebieran en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del templo, de la Casa de Dios en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. De pronto aparecieron unos dedos de mano humana que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía. MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN, que significa: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin, pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto, tu reino ha sido roto, y dado a los medos y los persas.
La escritura dice que no se puede servir a dos señores porque se amará a uno y se aborrecerá al otro, no se puede jugar y aparentar ser cristiano y no serlo, ¡lo que se es, se es, se demuestra y se vive! Se empieza gobernando en base a principios de Reino con visión de nación. ¡Mi más sentido pésame a los familiares de las víctimas y a los inocentes!
La autora es Presidente Nacional de la Unión Demócrata Cristiana