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“En fin, el temor a la muerte. A como dice Darío: el no saber a dónde vamos ni de dónde venimos, que nos lleva al existencialismo mismo del poeta y la poesía”. Margarita López, escritora.

“Le canto a un amor ausente”

Cuando entré a la casa de Margarita López, del jardín me vino una frescura verde que me desvestía de ese calor sofocante que invade toda Managua. “¿Te gusta mi jardín?”, me dijo con cierta complacencia en su rostro. Entendí que era la parte que más amaba de su casa. Se levantó y se dirigió a la biblioteca para después regresar con un libro entre sus manos.

Isidro Rodríguez Silva

Cuando entré a la casa de Margarita López, del jardín me vino una frescura verde que me desvestía de ese calor sofocante que invade toda Managua. “¿Te gusta mi jardín?”, me dijo con cierta complacencia en su rostro. Entendí que era la parte que más amaba de su casa. Se levantó y se dirigió a la biblioteca para después regresar con un libro entre sus manos.

En ese lapso, y gracias a los recuerdos, me trasladé allá, en el tiempo; cuando no tenía este caminar apaciguado, porque de verdad los años pesan; y entraba al aula de clase en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) con muchos libros, con aquella prestancia de saber, aquel dominio, diría casi escénico, sobre la poesía y la vida misma de Rubén Darío.

“Esos versos que voy a leer —me dijo— nacieron aquí, en este jardín, pertenecen al poema Tarde de febrero, y los versos cayeron frescos y verdes, a como solo ella lo expresa en ‘un milagro vegetal’. ¿Sabías vos que este poema le encantaba a Álvaro Urtecho y le gustaba que se lo leyera?”.

“Quiero decirte —me dijo con una mirada casi maternal— que me siento tan complacida que me vengas a entrevistar, porque has crecido mucho como escritor, pero sobre todo siento que puse sobre vos un grano de arena, y ya no te veo como ese alumno inquieto, sino como una persona realizada. Ahora comprendo a mi esposo y maestro Fidel Coloma cuando me decía que el alumno debía de realizarse, y crecer frente a su maestro”.

Su nuevo libro Academia, humanismo y arte amatorio en la obra y trayectoria de Carlos Tünnermann Bernheim. ¿Es el primer libro que usted escribe sobre un escritor?

Aunque lo primero que escribí y lo publicó el Ministerio de Educación fue la Biografía de Simón Bolívar; reconozco que el primer libro crítico es este, y versa sobre la vida y obra de Carlos Tünnermann. Y te voy a decir por qué. En primer lugar, nosotros nos conocemos desde chavalos, mi hermana Gloria fue novia de Guillermo, hermano de Carlos. Esto significa que he tenido un gran cariño hacia su persona, pero más que cariño, una gran admiración por lo que él ha sido para Nicaragua.

[doap_box title=”Las imágenes en la poesía” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Siento su voz emocionada cuando se expresa del poemario. Para construir el amor de Carlos Tünnermann, ¿hay algo especial que le conmueve a nivel de imágenes poéticas?

Claro que sí, yo las llamo escalas del arte amatorio, donde las tres primeras están dedicadas a cantar su amor fervoroso, romántico, erótico, nostálgico, pleno e inclaudicable de varón enamorado, después encontramos un derroche de persistente relación sentimental, sensorial, intensidad y diafanidad poética, que nos llevan a un vaivén de nostalgia, sensualidad, arrebato, simbología de lo afectivo, que conforman su verbo poético.

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Usted lo reconoce como uno de nuestros más grandes intelectuales y pensadores de nuestro tiempo.

Fíjate que ahora que estaba viendo el libro ya publicado y lindamente ilustrado por Rosa Carlota de Tünnermann, me doy cuenta que lo académico, lo humanista es porque Carlos, y no lo hemos visto así, es un personaje histórico. Fue hacedor de la autonomía universitaria, a la par del rector magnífico Mariano Fiallos Gil, fue bajo su rectorado que se descubrieron las ruinas de León Viejo, ministro de Educación y promotor de la Cruzada Nacional de Alfabetización, embajador en los Estados Unidos, miembro de la Unesco, transformador de la educación superior en América Latina. La historia de Nicaragua debería de ingresarlo como un pensador humanista y democrático.

Cuando me encontré con don Carlos en la presentación del libro, me dijo que lo más valioso es que era una síntesis de su labor creativa. ¿Está de acuerdo?

Claro que es una síntesis. Debes de saber que no solo los autores tienen una vida, también los libros tienen su historia, hay libros como este que nace producto de una historia generacional. Este libro nace como un deseo profundo de unirme con mi propia voz a destacar a uno de los grandes de Nicaragua, así lo reconocía y admiraba Fidel Coloma. Es además de una síntesis de su obra, un reconocimiento a la historia generacional que vivimos.

Cuando usted habla de historia generacional, ¿a qué se refiere?

Para mí la literatura y el mundo intelectual y artístico viene marcado por una historia generacional. Las escritoras de la generación, por ejemplo, de Cristina Perri Rossi, que sus libros fueron prohibidos en el Uruguay, no es igual a las escritoras actuales, más abiertas al público y más libres de abordar cualquier temática, un ejemplo es Gioconda Belli. En 1960 nadie pensaría una asociación de escritoras como Anide.

¿Conceptualiza la historia generacional que le tocó vivir?, ¿Qué relación tiene con Carlos Tünnermann?

La considero como una época dorada en la cultura nicaragüense. Porque había una generación de creadores haciendo patria desde la cultura. Es la época en que Carlos Tünnermann y Fidel Coloma compartían juntos en los asuntos darianos, basta recordar el centenario del nacimiento de Rubén Darío el 18 de enero de 1967. También Carlos patrocinaba a la Comedia Nacional de Nicaragua, de Socorrito Bonilla Castellón; recuerdo que en el auditorio Ruiz Ayestas de la UNAN se presentó Proceso a cuatro monjas, de Vladimir Cajoli, quien incluso ganó un Güegüense de oro. Es la época del grupo U de Boaco, que hacíamos teatro leído, recuerdo que llevaron a escena Antígona en el infierno, de Rolando Steiner, allá en el club social de Boaco, y cada quien llevaba su silla para ver la obra. Agreguémosle también el magisterio de Fidel Coloma, José Jirón Terán y Edgardo Buitrago. Este libro es pues también una síntesis de esa época generacional.

Dedica casi la mitad del libro al arte amatorio en la poesía de Carlos Tünnermann ¿Una actitud humana o una casualidad poética?

Debo de confesarte que la poesía de Carlos Tünnermann fue para muchos una gran sorpresa. Para mí fue más que sorprendente, fue camino en el que caminábamos ambos. Él con Rosa Carlota y yo con Fidel. Nos unía a ambos una poesía amatoria y conyugal. Vos escribiste un ensayo sobre la poesía amatoria en Nicaragua. Pero claro, existe una diferencia, no solo de estilo poético, sino también del yo lírico.

La diferencia es que usted le canta a un hombre y él a una mujer.

No, la diferencia es que él le canta a un amor presente y yo le canto a un amor ausente.

¿Podemos profundizar en esas diferencias de voz y sentido poético?

Para construir el amor es un poemario donde el poeta construye su vida a partir de la mujer amada, que es su ser, su amor; donde todo gesto, verso y palabra es un gesto de construcción amoroso: “¡De noche, tu recuerdo / Me llega en bandadas / Y me inunda de poesía / Es entonces, amor, que descubro / el misterio acurrucado en cada cosa!”. En cambio mi poesía amorosa está llena de nostalgia, de una infinita añoranza del ser amado; por ejemplo, en el poema Nombrándote: “Verifico tu nombre/ Repasando las estrellas/ Las mirábamos juntos/ ¿Lo recuerdas?/Allá te busco, por no estar aquí/Y me las trago/Una a una/Deletreándote”.

Tiene una nueva valorización de este poemario de arte amatorio, que no ha sido visto por los otros críticos literarios.

Las proyecciones filosóficas y cosmogónicas, es decir, una apreciación de la profunda filosofía de la vida humana, más allá del amor, o desde el amor. Sus nocturnos con ese temor al vacío, reflexivos hacia la incertidumbre del futuro más allá de la vida. El temor hacia la pérdida del ser amado, que yo por ejemplo, he vivido.

Cultura Margarita López Poesía archivo

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COMENTARIOS

  1. Lorenzo Cortez
    Hace 10 años

    Esta Señora se ve que sabe bastante de Literatura pero en Nicaragua como hay muchos burros por culpa de los gobiernos que hemos tenido y todavia peor este ultimo inconstitucional, nadie se interesa por seguir los pasos de esta Señora, leer, escribir, estudiar, crear y publicar buenas obras de arte. Porque debido a la gran pobreza y la miseria que se vive en nicaragua la gente en lugar de pasar su tiempo libre en las Bibliotecas se dedica a tomar huaro, robar y vender drogas en las calles.

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