CARACAS/AFP
En Venezuela los precios suben a diario, la actividad económica se detiene y los bienes desaparecen, pero nada se puede mesurar y comprobar oficialmente desde que el Banco Central comenzó a retacear las estadísticas, un blackout que en algunos casos ya supera los seis meses.
El último informe del BCV sobre la escasez se remonta a marzo, cuando reseñó que había 19 rubros de consumo básico con “serios problemas de abastecimiento”. En ese mes la ausencia de aceite de maíz en los supermercados y comercios fue de ciento por ciento, mientras otros productos, como la harina de trigo o la leche, no se conseguían en nueve de cada diez establecimientos.
El ocultamiento de datos “no ayuda a la economía”, dice Francisco Ibarra. “Al único que cree favorecer el BCV es a las intenciones del Gobierno de ocultar una situación difícil”.
Ibarra resalta que además de ocultarse datos de inflación y escasez, se han retrasado los datos de empleo y balanza de pagos del cuarto trimestre de 2013.
Jorge Roig, presidente de Fedecámaras, que agrupa al grueso de las empresas privadas, argumentó el miércoles que “no hay manera de planificar. No tenemos cifras (oficiales) de inflación, de escasez, de caída del Producto Interno Bruto”.
Los economistas de Fedecámaras, y de varias consultoras privadas, ya comenzaron a elaborar sus propias estadísticas para paliar la desaparición de los datos oficiales.
Para los empresarios el Producto Interno Bruto tuvo un derrumbe de cuatro por ciento en el primer semestre y proyectan una caída que podría llegar a cinco puntos porcentuales en el año. El Gobierno no ha dado ninguna cifra para 2014, y todavía queda como última referencia oficial su optimista proyección de hace ocho meses, cuando prometía un crecimiento económico de cuatro por ciento.
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Los datos de inflación —que deben divulgar el Banco Central de Venezuela (BCV) y el Instituto Nacional de Estadísticas— acumulan un retraso de cincuenta días. El último índice fue el de mayo, cuando en términos anualizados rozó el 61 por ciento, la mayor del hemisferio americano. Ninguna fuente oficial ha dado explicaciones sobre las demoras pese a los reclamos de economistas, partidos políticos y periodistas.
“Esto destruye la credibilidad del Banco Central. Desde que se calcula la inflación no ha habido un retraso de este tipo”, alerta el economista José Guerra, exgerente de Investigaciones Económicas del BCV.
Medio año después “el Gobierno no ha querido hacer públicas las cifras de inflación de 5.5 por ciento y 5.2 por ciento para los meses de junio y julio”, estima Guerra al citar datos proporcionados por técnicos del BCV, que según Guerra, forma parte del Sistema General de Divulgación de Datos del FMI, por lo que está obligado a promover la calidad de los datos, su difusión y el desarrollo de sistemas estadísticos.
Según el economista Francisco Ibarra, director de la firma Econométrica, “poco a poco se ha dado vuelta a las estadísticas para darle intencionalidad política. No se puede ocultar la inflación, la gente lo percibe en la calle”, asegura.
Este “desgaste institucional” provocará “algo similar como a Argentina, donde hay índices (de inflación) paralelos”. No obstante, señala, “tarde o temprano el Fondo Monetario Internacional le jalará las orejas a Venezuela, porque una cosa es que tú quieras ser un renegado y otra es que ocultes información”.
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