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Soldados paquistaníes frente a los manifestantes cerca de la residencia del primer ministro del país, Nawaz Sharif, en Islamabad el 1 de septiembre de 2014

Los opositores irrumpen en la televisión pública de Pakistán y se agrava la crisis política

Cientos de manifestantes que exigen la caída del Gobierno de Pakistán ocuparon brevemente este lunes la sede de la televisión pública en Islamabad, intensificando la crisis política que atraviesa el país. Las emisiones del canal de noticias PTV, la principal televisión del país, quedaron suspendidas durante media hora tras la irrupción de los manifestantes, armados […]

Cientos de manifestantes que exigen la caída del Gobierno de Pakistán ocuparon brevemente este lunes la sede de la televisión pública en Islamabad, intensificando la crisis política que atraviesa el país.

Las emisiones del canal de noticias PTV, la principal televisión del país, quedaron suspendidas durante media hora tras la irrupción de los manifestantes, armados con palos.

“Han entrado unos manifestantes en las oficinas de PTV y están desconectando los cables. Estamos en estado de sitio, están pirateando nuestra difusión”, declaró un presentador en PTV en el momento del asalto. Minutos más tarde, el canal había dejado de emitir. En imágenes de televisión se ve a algunos de ellos golpeando una foto del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, y escupiéndole. Media hora más tarde fueron desalojados por el ejército.

El domingo por la noche, el ejército había pedido una solución pacífica para la crisis política, que ha debilitado al gobierno de Sharif con unas protestas que comenzaron a mediados de agosto y que han resucitado el fantasma de una intervención militar, en un país cuya historia está jalonada por los golpes de Estado.

Seguidores paquistaníse del clérigo canadiense Tahir ul Qadri y del exjugador de crícket Imran Khan, ante la residencia del actual primer ministro del país, Nawaz Sharif, el 1 de septiembre de 2014

Los opositores piden la dimisión de Sharif, afirmando que en mayo de 2013 ganó fraudulentamente las elecciones legislativas que lo auparon al poder. Los comicios fueron, no obstante, avalados por la comunidad internacional.

En los enfrentamientos del fin de semana murieron tres personas y casi 500 resultaron heridas.

Los primeros actos violentos se produjeron el sábado por la noche, cuando los partidarios del líder opositor Imran Khan y del clérigo Tahir ul Qadri intentaron entrar en la residencia oficial de Sharif. Ambos líderes urgieron a sus partidarios a no recurrir a la violencia.

Este lunes por la mañana más de 3.000 manifestantes intentaron de nuevo entrar en el edificio, comprobó un periodista de AFP. Los manifestantes lanzaron piedras a los policías antidisturbios, que intentaron responder con gases lacrimógenos, pero la intensa lluvia impedía que estos tuvieran efecto. Tras el desalojo de los manifestantes de la televisión, tanto Khan como Ul Qadri intentaron distanciarse del incidente, diciendo que sus seguidores no estaban involucrados.

El ejército advierte

Tras una reunión de urgencia de los principales generales el domingo, el ejército expresó su apoyo a la democracia. “Además de reafirmar su apoyo a la democracia, la reunión examinó con gran preocupación la crisis política existente”, señaló en un comunicado, en el que subrayó que “la situación debe resolverse políticamente” y “sin recurrir a medios violentos”. “El ejército sigue dispuesto a desempeñar su papel como garante de la seguridad del Estado y no escatimará esfuerzos a la hora de satisfacer las aspiraciones nacionales”, añadió a modo de advertencia.

El apoyo al Gobierno y la advertencia que contienen el comunicado reflejan, según un alto funcionario, diferentes puntos de vista entre los altos mandos del ejército. “Las instituciones son mucho más fuertes ahora”, desde el fin en 2008 del último gobierno militar en Pakistán, dijo este funcionario, que pidió el anonimato. “Espero y rezo por la supervivencia del sistema. Habrá algunas pérdidas pero se recuperará”, añadió, en referencia a las importantes concesiones que el gobierno tendrá que hacer al ejército, según los observadores.

Internacionales

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