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La familia: camino de la Iglesia

La expresión: “Familia, camino de la Iglesia” la tomo textualmente de la Carta a las Familias escrita por San Juan Pablo II en la Carta a las Familias, no. 2, que inicia con estas palabras: “Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante. Es un camino común, aunque particular, único e irrepetible, como irrepetible es todo hombre; un camino del cual no puede alejarse el ser humano”. Tanto estas líneas como el tema de la familia toman fuerza e importancia en nuestro país frente a corrientes, leyes, y últimamente algunos articulados del Código de la Familia y la reglamentación de la Ley 779 que ha profundizado el drama de la familia nicaragüense e involucrado a la Iglesia en un rol opuesto a su misión y sus fines.

MONSEñOR SILVIO FONSECA

La expresión: “Familia, camino de la Iglesia” la tomo textualmente de la Carta a las Familias escrita por San Juan Pablo II en la Carta a las Familias, no. 2, que inicia con estas palabras: “Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el más importante. Es un camino común, aunque particular, único e irrepetible, como irrepetible es todo hombre; un camino del cual no puede alejarse el ser humano”. Tanto estas líneas como el tema de la familia toman fuerza e importancia en nuestro país frente a corrientes, leyes, y últimamente algunos articulados del Código de la Familia y la reglamentación de la Ley 779 que ha profundizado el drama de la familia nicaragüense e involucrado a la Iglesia en un rol opuesto a su misión y sus fines.

Por el orden comienzo recordando que la Iglesia ha tenido una solicitud particular por la familia como imagen de la Trinidad. El plan de Dios es la felicidad de la pareja y la realización como personas y como familia; mientras vivían en estado de inocencia, la pareja humana experimentó la comunión con Dios y entre ellos mismos; pero debido a las insidias de Satanás, se perdió la armonía como personas y como pareja, apareció la violencia y el egoísmo, abusó de su libertad que el Creador les regaló y quedaron víctimas del libertinaje quebrantando el orden moral objetivo. Dios en su amor infinito no los abandonó sino que les envió a su hijo Jesucristo para restablecer el orden de la creación y reconciliar a la humanidad pecadora.

La Iglesia por mandato de su fundador tiene desde sus orígenes el ministerio de la reconciliación a través de los sacramentos y auxilios espirituales. La pareja humana, expresa su condición pecadora de muchas maneras, entre ellas, la violencia intrafamiliar, la infidelidad, el adulterio, etc. Estas realidades son atendidas espiritual y sacramentalmente por la Iglesia, donde los cónyuges buscan a sus pastores para consejos y reconstruir la vida conyugal y familiar. Son casos de conciencia que quedan en el absoluto sigilo y que no pueden revelarse bajo ningún aspecto. En la Iglesia católica son innumerables los mártires por no revelar secretos de confesión y todos los clérigos sabemos las penas canónicas si esto sucediese.

En la reglamentación de la Ley 779 se mandata a los religiosos y pastorales “colaborar” con la Policía Nacional e instancias gubernamentales para asuntos de familia. Estas disposiciones cayeron como balde de agua fría e insólito de una situación que no puede darse de ninguna manera por lo dicho en este artículo, porque la Iglesia no es un brazo del Estado ni un organismo de masa, y porque su misión es proteger y defender a la familia.

Religión y Fe familia Iglesia archivo

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