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LA PRENSA/FOTOS MANUEL ESQUIVEL

Serrano Caldera: con apatía no hay democracia

El Volumen V de la serie Obras de Alejandro Serrano Caldera será presentado el viernes 19 de septiembre a las 6:30 de la tarde en el Auditorio Pablo Antonio Cuadra del edificio Hispamer y será comentado por tres intelectuales, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua; el doctor Andrés Pérez-Baltodano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Western Ontario, Canadá, y el profesor José Antonio Peraza, politólogo.

Eduardo Enríquez

El Volumen V de la serie Obras de Alejandro Serrano Caldera será presentado el viernes 19 de septiembre a las 6:30 de la tarde en el Auditorio Pablo Antonio Cuadra del edificio Hispamer y será comentado por tres intelectuales, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua; el doctor Andrés Pérez-Baltodano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Western Ontario, Canadá, y el profesor José Antonio Peraza, politólogo.

[doap_box title=”El colonialismo interno” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

El jurista y filósofo Alejandro Serrano Caldera explica que la independencia de España no llevó consigo una transformación estructural de la realidad socioeconómica sino una continuidad del colonialismo, pero sin España.

“Lo que se dio fue un colonialismo interno, en que una clase dominante agropecuaria asume el poder económico, político y social, mantiene las categorías que se continúan sin la metrópoli. Este hecho conlleva a que la clase dominante nicaragüense, y me atrevería a decir de América Latina, se encuentran por un lado con la voluntad de mantener una estructura económica y social sin cambios, y un hecho jurídico, político y filosófico que se conoció en Europa como la Ilustración que culminó con las revoluciones que cambiaron el sistema político jurídico en Europa”, explica.

“Entonces, ¿qué hacer frente al liberalismo ilustrado?, fue una de las primeras disyuntivas de una clase, que más allá de llamarse liberal o conservador, es hegemónica. Mi hipótesis es que esa clase dominante decide mantener la situación colonial, sin Metrópoli, pero adoptando las grandes líneas del constitucionalismo europeo. La primera Constitución de la Federación Centroamericana de 1824, adopta los principios de la Constitución de Francia de 1791, menos dos: el estado laico y la educación laica. En todas las constituciones subsiguientes (nicaragüenses) se mantiene que el Estado es católico, apostólico y romano, y la educación es religiosa. No es hasta la Constitución Zelaya, la Libérrima, de 1893 que eso cambia”, recuerda Serrano.

“En la letra, se trasladan la supremacía de la Constitución Política, subordinación del poder a la ley, separación e independencia de los poderes, legalidad, etc., pero en la realidad tenemos una sociedad medieval. Es lo que Carlos Fuentes llama la separación esquizoide entre el derecho y la realidad, y yo sostengo que esto fue un acto deliberado de la clase dominante para no entrar en conflicto con la corriente de los tiempos”.

[/doap_box][doap_box title=”Obras, V volumen” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

El trabajo que concluye la serie Obras consta de una primera parte bajo el título La Razón Crítica. Incluye estudios sobre:

Filosofía, Derecho, Política y Cultura

Filosofía Política y época actual

Filosofía moderna y debate contemporáneo

Ética y teoría de los valores

Filosofía, arte y literatura

La segunda parte continúa un tema que se inició en el Volumen III: América latina ante la razón filosófica.

La tercer parte contiene escritos sobre el pensamiento, la política y la cultura nicaragüenses.

Y una cuarta parte incluye estudios, valoraciones y entrevistas que han realizado una amplia gama de autores e intelectuales sobre la obra de Alejandro Serrano Caldera.

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Este trabajo de Serrano, que concluye con este volumen, tiene como ejes la relación entre el pensamiento y la realidad, “al extremo de llegarse a señalar que el pensamiento es una forma de la realidad, pero que también la realidad es una forma del pensamiento. Es una relación dialéctica entre la realidad y el pensamiento, la teoría y la práctica, entre las categorías filosóficas y los hechos”.

Otro eje es “la relación entre lo particular y lo universal”, explica Serrano. Los análisis filosóficos se hacen pensando en el problema de circunstancias particulares “pero no podés quedarte amurallado sino asumir tu país como una plataforma para tener una visión universal”.

A partir de esos ejes, Serrano plantea la tesis de la unidad en la diversidad que, aterrizado a Nicaragua, plantea la hipótesis que pretende explicar la realidad política de un país y gran parte de una Latinoamérica “donde el futuro es el pasado que regresa”.

La salida a este problema que ha estudiado por más de un cuarto de siglo, explica, está en el ejercicio de ciudadanía. Para superar las circunstancias que nos han mantenido atados a crisis cíclicas, el filósofo llega a la conclusión que “la ciudadanía es la condición de todo, no puede haber democracia si hay apatía”, explica con paciencia de profesor, como deseando que lo escuchen todos aquellos que desean encontrar soluciones mágicas o esperan que la respuesta venga del otro. Pero advierte que los frutos se verían un cuarto de siglo después de iniciado el proceso.

Serrano comienza por explicar el porqué de las crisis cíclicas en nuestras sociedades. El problema, dice, se origina de una ruptura que se dio en la época de la independencia, un rompimiento que separó la realidad medieval que era el sistema estructural de la sociedad latinoamericana al momento de la independencia —y que la sociedad dominante decidió mantener— y la adopción, en la formalidad, de los principios del liberalismo ilustrado que en Europa había cambiado la estructura social, pero que aquí, aún después de casi 200 años en el caso de Centroamérica, no se ha superado.

La pregunta obligada es ¿cómo superar esa ruptura? Serrano considera que no se ha superado porque hace falta un proceso educativo que cambie la cultura. “Esto es responsabilidad de los dirigentes, pero no solo de ellos, porque los dirigentes provienen de una comunidad que tiene sus valores, y esta comunidad, su cultura política y jurídica no está cimentada sobre la convicción de lo que es el poder, la política y el derecho. No está cimentada sobre la convicción de tres elementos: el poder es lo que la ley dice que es el poder, o sea, la ley es la causa y el cauce del poder. Segundo, las leyes no son solo el texto, sino que deben responder a la voluntad general. La ley debe ser la expresión escrita del contrato social. Y tercero, no bastan la norma escrita y la voluntad colectiva, sino que esa voluntad colectiva debe incorporar los valores y principios universales”, explica el filósofo.

::: ¿Cómo se inicia ese proceso educativo que supere la ruptura a la que usted hace referencia?

Seguiremos en esto si no hay un cambio en la base. Si las sociedad en general no asume los tres elementos que te mencionaba, si no hay una visión del poder no como algo con nombre y apellido, de carne y hueso, sino como una función histórica filosóficamente definida y jurídicamente normada, en la que se dice que quien ejerce el poder no es más que un delegado de la voluntad colectiva para administrar y cumplir lo que la sociedad, a la cual pertenece, quiere. No es una propiedad privada ni un derecho absoluto. Tan es así que en todas las constituciones del mundo hay una definición de lo que es el poder. En Nicaragua el artículo 183 dice que ningún poder, autoridad, o funcionario tendrá más atribuciones que aquellas que le confiere la Constitución Política y las leyes de la República. El poder debe estar tan subordinado a la ley que solo puede hacer lo que la ley le dice que puede hacer. Quien ejerce el poder ni siquiera puede alegar que puede hacer lo que la ley no le prohíbe. No basta. Debe autorizarlo la ley.

Mientras estas categorías filosóficas, jurídicas, culturales no sean parte de la identidad cultural del nicaragüense seguiremos viendo en términos globales que el poder es fulano o mengano, que el poder es de carne y hueso y que las instituciones no son más que instrumentos para fortalecer o justificar medidas de facto.

::: Un ejemplo que esas categorías que usted señala están ausentes de la cultura del nicaragüense, no solo en el gobierno vemos gente que dice “la ley dice tal cosa pero vamos a negociar para que no se aplique la ley sino que se aplique lo que negociemos”.

Y eso es innegociable, se pueden negociar muchas cosas y es bueno que haya una concertación permanente, pero hay un marco que establece los límites. Mi análisis es que nosotros no tuvimos el proceso que genera esa cultura política. Adoptamos desde un punto de vista formal las normas en nuestras constituciones pero no nos esforzamos en adaptar la sociedad a lo que esas normas dicen y entonces se produce una ruptura.

::: ¿Cómo hacemos para que estas ideas lleguen a la sociedad?

Lo primero es el diálogo y el debate de las ideas. Lo que llamamos el pensamiento crítico. Hay un grupo de pensamiento crítico en seis o más universidades del país que debaten estos problemas desde esa perspectiva. Estudian la arquitectura lógica que está alrededor de estos temas. Es fundamental trasladar este análisis a los centros de estudio a todos los niveles, adecuándolos lógicamente a niveles primarios, secundarios, universitarios para que sean estudiados.

::: ¿Así se empieza a construir ciudadanía?

Mi planteamiento está en mi discurso del 31 de agosto de 1990 cuando inauguramos el foro La Nicaragua Posible en el que participaron todos los sectores. A lo largo de los foros que se extendieron hasta el 12 de marzo de 1992, (el planteamiento) fue que en Nicaragua era fundamental llegar a una concertación capaz de elaborar un contrato social en el que se formulara un proyecto de nación sobre la base de la ciudadanía. Esto significaba reconocer que la política no tiene sentido si no es compartida por toda la ciudadanía. La política es el ejercicio de los ciudadanos que delegan en los funcionarios que realizan la voluntad ciudadana, pero no puede haber democracia si hay indiferencia, si hay apatía, o por lo menos si no hay convicción de los problemas que se plantean. La ciudadanía es la condición de todo; para que los dirigentes, que son el vértice, el efecto, sean consecuentes con la plataforma ciudadana que es la causa que los produce. Lo que pasa es que los dirigentes son como son porque la base está debilitada.

Con esta idea se proponía llegar a acuerdos fundamentales en lo político, económico, social, institucional que fueran compartidos por los sectores que estaban dialogando para luego abrir un proceso de discusión nacional a través de los medios de comunicación y las instituciones de educación formal.

::: ¿Esa es la utopía posible?

Es la utopía posible, o la Nicaragua posible. Se buscaban acuerdos que tuvieran una vigencia de un cuarto de siglo.

::: Su propuesta estaría dando frutos hoy.

Estaría dando frutos ahorita.

::: Pero hemos tomado el camino contrario a su planteamiento de hace 24 años. ¿Cuál es nuestro destino?

Los destinos se van dando momentáneamente. El destino de ayer es lo que estamos viviendo hoy, cuando ayer tomaste un camino que hoy te lleva a un destino.

Parte de las obras de Alejandro Serrano Caldera. LAPRENSA/M.ESQUIVEL

Nacionales Alejandro Serrano Caldera Apatía democracia archivo

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COMENTARIOS

  1. Cancerbero
    Hace 10 años

    El Filosofo,le sirvió al gobierno del presidente Ortega, como embajador ante la OEA, la ONU y finalmente como Pdte. de la CSJ,un fiel funcionario,lo recuerdo igual que Tunnerman,vistiendo en los actos políticos la camisa Chocolita de las milicias.Después de 1990 salio en desbandada,asustado con cara de yo no fui.Creo un adefesio de partido politico y como político ha sido un fracaso,ahora como “filosofo quiere dar consejos,seria bueno que los asuma para él, la apatía nace con el fracaso

  2. faro
    Hace 10 años

    Dr. Serrano. Miré que tristeza…Es tanta la apatía que nadie ha comentado nada a este artículo. Porque somos lo que somos estamos como estamos.

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