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Kevin Ingran Price no pudo entrar al equipo Costa Caribe este año. LA PRENSA/ GERMAN GARCÍA

Estuvo cerca

Su felicidad estaba tan gastada como sus curtidas manos. Sus ojos no brillaban como los de los jóvenes comunes de Karawala, el municipio donde corre el trueno y todo desaparece. Kevin Ingran Price tiene en el libreto de su vida la novela de un joven pobre, nacido en la miseria y el hambre, alojado por el beisbol en la universidad BICU en Bluefields e igual que un fósforo que se consume tras un estallido de luz, se apagó su alma cuando le dejaron fuera del equipo de la Costa Caribe hace tres años y más tarde sufrió la muerte de sus dos hijas.

Su felicidad estaba tan gastada como sus curtidas manos. Sus ojos no brillaban como los de los jóvenes comunes de Karawala, el municipio donde corre el trueno y todo desaparece. Kevin Ingran Price tiene en el libreto de su vida la novela de un joven pobre, nacido en la miseria y el hambre, alojado por el beisbol en la universidad BICU en Bluefields e igual que un fósforo que se consume tras un estallido de luz, se apagó su alma cuando le dejaron fuera del equipo de la Costa Caribe hace tres años y más tarde sufrió la muerte de sus dos hijas.

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Un muchacho como él es sinónimo de respeto, liderazgo y buen comportamiento. Tiene las facetas de un singular atleta que al ritmo de los vaivenes del destino ha regresado a Karawala y ahora pertenece al programa Eduéxito, que ayuda a jóvenes en riesgo. Un día Kevin estaba con el equipo costeño en Corn Island para las pruebas de selección. El predilecto a vislumbrar, como lo hacía en las Ligas de Bluefields con sus 19 años y su recta de 85 millas fue despojado de las llaves del paraíso. “Para un costeño entrar en el equipo es como llegar a Grandes Ligas”.

“Esa vez me dejaron fuera, Carlos Kelly no me eligió, pero cuando me estaba cambiando Cairo Murillo llegó donde estaba y me dijo que hablaría con el mánager porque él sabía de mi calidad. Al final me dejaron en la reserva, pero mintieron porque se suponía que me pasarían recogiendo en Bluefields y nunca lo hicieron, me llevaron de una mentira a otra”, rememora Ingran, con 23 años y dedicado a la educación de primaria, luego que dejó su carrera de Administración de Empresas por el golpe de saber que su primera hija había fallecido.

“No he tenido mucha suerte. Mi hija murió mientras yo estaba en Bluefields por un paro cardíaco cuando tenía 3 años y me quedé aquí, ya no regresé a estudiar. En enero me tuvo mi pareja otra niña y murió veinte días después, pensaban que era algo de espíritus y al llevarla al hospital ya era muy tarde. Yo estaba en Siuna jugando la Serie del Atlántico de beisbol”, indica Kevin, mientras retoma su vida y cambia su enfoque.

Deportes Bluefields Kevin Ingran Price archivo

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COMENTARIOS

  1. joe bendliss
    Hace 10 años

    Es ninguna duda un joven que tiene amor al deporte apesar de todas las dificultades enfrentado. Además es un joven que trabaja con la juventud sin importar color político, etnias, religión,, simplemente lucha para el desarrollo de los juvenes en riesgo..

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