Edgard Rodríguez
En estos días en los cuales el negocio ha rebasado al deporte, en los que un púgil que evita fajarse, distorsionando la esencia del boxeo, es elogiado hasta el cansancio y en los que atletas que brillan en el campo, decepcionan como personas, es imposible no inclinar la admiración hacia Román “Chocolatito” González.
González es la más genial aparición en el boxeo nacional, desde los días en los que Alexis Argüello infundía temor entre las 126 y 135 libras. Es, como diría Julio César Chávez, un peleadorazo, cuyo boxeo fulgurante, veloz y contundente, evoca el estilo de los mejores exponentes que han desfilado por un ring, listos a entregar la vida en pos de la grandeza.
Después de su memorable victoria ante Akira Yaegashi, pero en realidad, después del formidable desempeño a través de su carrera, Román al fin está siendo reconocido como merece. Está en el hit parade. Va de un programa especializado en boxeo a otro. En la ceremonia de entrega del cinturón es presentado como una de las figuras del CMB y por donde pasa, todos quieren un pedazo de él.
The Ring Magazine lo ubicó en el séptimo puesto entre los mejores pugilistas libra por libra del momento, mientras ESPN lo situó entre los primeros diez. Y a nivel nacional, ha disipado las dudas que aún persistían respecto a quién va detrás de Alexis, si él o Rosendo Álvarez. Hasta el propio “Búfalo” lo admitió hace poco, en una señal de humildad.
Ahora solo queda cuidar a Román, pero sobre todo, que se cuide él mismo. Él podría ser su más difícil rival. Cuando nos imponemos a nuestras propias debilidades y contradicciones es cuando en realidad crecemos.
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