La docilidad que tienen los diputados del Frente Sandinista (FSLN) para con la pareja presidencial es la misma que tienen todos los funcionarios estatales, lo cual es peligroso para el futuro del país y los intereses de la población, opinó el sociólogo Óscar René Vargas.
Baltodano considera un “retroceso democrático” que los diputados sandinistas deban anteponer lo que dicta el partido rojinegro a sus criterios individuales, porque esa situación “no da espacio a las diferencias”.
Además, también es grave que el propio partido “se distancie de los compromisos con la gente”, agregó Baltodano.[/doap_box]
Varios diputados del FSLN indicaron el miércoles pasado que le deben su cargo al partido, por lo cual responden primero a lo que diga la dirigencia de esa agrupación política actualmente en el poder.
“Los diputados de esa bancada vienen a darme la razón de cuando yo dije que pensar era peligroso. Para ellos pensar es peligroso porque le pueden quitar su puesto, entonces no piensan, no tienen un pensamiento propio, independiente”, expresó Vargas.
El sociólogo agregó que el problema “va más allá de los diputados (sandinistas), es el problema de todos los funcionarios, se llamen diputados o funcionarios, ese es el problema del país”.
Vargas citó el ejemplo de la educación, en la cual los delegados, por el mismo sometimiento, no informan lo que realmente está pasando en ese sector, donde el propio Gobierno admite que más de un millón de niños y adolescentes no están en la escuela. E igual le pasa a los diputados, que para no tener problemas, tampoco informan lo que realmente está ocurriendo en sus regiones representadas.
Según el sociólogo, en la medida en que los funcionarios públicos no son capaces de transmitir la problemática de la población, el Gobierno “se convierte en una especie de autista” y pierde capacidad para resolver los problemas del país, como ocurrió este año con la educación, a la cual le recortaron el presupuesto cuando está pasando por un momento de crisis.
ASÍ ES LA BANCADA SANDINISTA
Agustín Jarquín Anaya hasta hace poco fue un aliado del FSLN y pudo compartir jornadas laborales con los diputados sandinistas, hasta que sin justificación alguna el Consejo Supremo Electoral (CSE) le suspendió la diputación.
La experiencia que Jarquín Anaya recuerda del tiempo con sus excolegas sandinistas en la Asamblea es que “al principio se discutía” en el plenario del parlamento, pero ahora “las cosas se discuten afuera de la Asamblea” y luego solo se llegan a aprobar con los votos de los diputados del FSLN.
“No hay deliberación (entre los diputados sandinistas). Poco se discute. Yo los respeto a ellos, muchos tienen una calidad humana impresionante, no los voy a criticar, pero como dijo Pedro Joaquín Chamorro, cada quien es dueño de su propio miedo”, dijo Jarquín Anaya.
El exdiputado señala que el liderazgo sandinista ha hecho de la Asamblea Nacional “una caricatura de Congreso”, lo cual es grave porque a nivel mundial los congresos se consideran el primer poder del Estado, donde se resume la soberanía popular. “Cuando el Congreso está secuestrado por un grupo de personas, como es el partido gobernante FSLN, está actuando contra todo el concepto de democracia”, expresó Jarquín Anaya.
Según el diputado suspendido, el presidente inconstitucional Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo “le tienen temor a la ‘soberanía popular’ y a que el pueblo se exprese con toda libertad ejerciendo el derecho que le reconoce el artículo 2 de la Constitución Política, el cual expresa que el poder soberano lo ejerce el pueblo por medio de sus representantes (diputados) libremente elegidos por sufragio universal, igual, directo y secreto, sin que ninguna otra persona o reunión de personas (un partido político) pueda arrogarse esta representación”.
Jarquín Anaya agrega que Ortega y Murillo “tratan de burlar la ‘soberanía popular’ manteniendo un CSE incondicional y refugiándose en el ‘concepto leninista del partido’, haciendo que el diputado y diputada no tenga libre albedrío y que como ‘autómata’ dependa del partido”, con lo cual Ortega y Murillo incumplen los compromisos que ofrecieron al pueblo cuando Ortega “rogó una segunda oportunidad para gobernar”.
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