Quién imaginaría que una joven que frecuentaba a finales de los años ochenta las galerías de arte con el pasar del tiempo se convertiría en una pintora autodidacta, lograr abrir su propia galería, y que su arte fuese elogiado por críticos.
y forma” box_color=”#336699″ class=”aside-box”] Sobre la obra pictórica de Zúñiga, el escritor Anastasio Lovo recuerda que a pesar de que fue estudiante de arquitectura, Silvia es una artista autodidacta, muy esforzada, quien ha logrado su registro visual con sus calidades particulares en lo monocromático, policromático y texturas.
En tanto el poeta Fanor Téllez, valora que la pintura de Zúñiga tiene imágenes referentes de la cotidianidad popular y de su entorno vivencial y poético.
Muchas de sus pinturas parten de objetos, puertas, botes, candiles, hornos. También de objetos lúdicos como trompos; de frutas o legumbres; flores, pájaros, búhos y conchas de caracoles, así de figuras humanas, especifica Téllez. [/doap_box]
Ella es Alicia Zúñiga Morales, conocida artísticamente como Silvia Zúñiga, ahora propietaria de la Galería Atelier, situada en Jinotepe, Carazo.
Zúñiga ha trabajado sus pinturas figurativas en óleos y texturas sobre tela, cartón o madera, y expuesto en colectivas anuales con artistas de Galería Praxis, en el Teatro Nacional Rubén Darío; asimismo con el grupo de Expo-Mujer en los últimos cuatro años.
”Mi relación con la poesía y pintura siempre me ha animado a crear” dice; luego recuerda a los poetas Gustavo Adolfo Páez, Erwin Silva, Anastasio Lovo y al pintor Álvaro Gutiérrez, quienes con sus ideas han estimulado su creación plástica, que ella concibe como la esencia de su vida y libertad.
“Me he alimentado de la palabra de todos ellos, y así nació mi interés por la pintura”, confiesa la artista, quien ahora se prepara para su próxima meta: realizar una exposición personal en una galería de arte de Managua.
Sus maestros
Zúñiga recuerda su primera obra: un paisaje primitivo sobre volcanes. Asimismo sus lecturas sobre los pintores impresionistas. Y los comienzos de los años noventa cuando logra vender sus primeros cuadros.
Otro personaje clave en su carrera fue el pintor y muralista salvadoreño Camilo Minero, al que conoció en los primeros años de los ochenta, de él recibió un taller de xilografía, y el manejo de composiciones simples y trazos precisos.
Igual recibió otro taller con el pintor y muralista italiano Mauricio Governatori, de este aprendió un mejor manejo del color y el uso de las texturas en empastes de grises; así algunas clases sobre frescos italianos.
En este sentido sus obras han evolucionado en técnicas, y oscilan entre una pintura plana de composiciones diversas, otras texturadas, así dibujos sobre cartón que parecen grabados en blanco y negro.
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