La semana pasada se conoció que la secretaría general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había respondido a una carta que seis organizaciones de la sociedad civil de Nicaragua enviaron al secretario Ban Ki-moon después de la visita que realizó a Nicaragua el 29 de julio pasado.
En su carta, las organizaciones cívicas le expresaron al secretario general de la ONU su inconformidad porque en la visita que hizo al país solo se reunió con Daniel Ortega y miembros de su Gobierno, omitiendo a otros actores nacionales y sociales que tienen una visión diferente pero también importante sobre la situación de Nicaragua, la cual el representante del máximo organismo internacional tiene el deber de escuchar.
Debido a esa omisión del señor Ban Ki-moon su visita a Nicaragua dejó un mal sabor a la sociedad civil nicaragüense, pero en cambio fue muy elogiada y explotada mediáticamente por el oficialismo, como si hubiese sido un espaldarazo del secretario general de la ONU al presidente inconstitucional Daniel Ortega.
En ese sentido, la Embajadora del régimen orteguista ante la ONU, señora María Rubiales, dijo con desbordante entusiasmo a través de los medios oficialistas que hubo una gran empatía entre el secretario general y el comandante Daniel Ortega. El secretario general está asombrado agregó Rubiales, porque él había oído los avances que ha tenido nuestro país en energías renovables; en educación, en salud. Pero realmente lo ha visto y lo ha podido palpar, y está muy contento con lo que ha visto; ha puesto al comandante Ortega como uno de los líderes mundiales en el sentido de conducir a un pueblo hacia su desarrollo.
Esa burda manipulación orteguista de la visita de Ban Ki-moon a Nicaragua motivó la justa protesta de la sociedad civil nicaragüense, sobre todo porque el mismo secretario general de la ONU se prestó para ella al no querer reunirse con representantes de la sociedad civil y de la oposición política de Nicaragua, ni siquiera con los organismos defensores de los derechos humanos; ni dar declaraciones a la prensa independiente del país ya fuese personalmente o por medio de algún comunicado.
Pero quien respondió la carta de la sociedad civil nicaragüense fue el secretario general adjunto para Asuntos Políticos de la ONU, Jefrey Feltman, quien hablando en nombre de Ban Ki-moon aseguró que este había tratado con el Gobierno de Nicaragua temas de derechos humanos, que lo alentó a consultar a las poblaciones afectadas por el proyecto del canal interoceánico y que habló sobre la campaña de la sociedad civil nicaragüenses contra la violencia hacia las mujeres.
Pero ¿por qué no dijo eso el mismo secretario general de la ONU cuando estaba en Nicaragua, ya fuese en rueda de prensa o mediante una nota oficial, y en último caso cuando ya estaba fuera del alcance del poder intimidante de Daniel Ortega, en Costa Rica, a donde fue precisamente a hablar de derechos humanos?
No ponemos en duda que el señor Ban Ki-moon habló con Daniel Ortega sobre los temas mencionados por su adjunto. Pero no haberlos hablado también con la sociedad civil y con la oposición fue una imperdonable pifia diplomática y política, por llamarla de esa manera.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A