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Integrantes de la Asociación de Tejedoras Tejiendo por la Naturaleza muestran sus productos hechos con bolsas plásticas desechadas. LA PRENSA/ M. VALENZUELA

El hogar de las tortugas carey

En un rincón del occidente del país, donde el mar entra para abrirse paso en el territorio y forma brazos de agua calma, cuatro comunidades desarrollan su vida en torno a la tortuga carey.

[doap_box title=”TEJIENDO NUEVAS OPORTUNIDADES” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]Un grupo de 33 mujeres, 27 de Punta Venecia y seis de Padre Ramos, conforman desde hace más de un año la Asociación de Tejedoras Tejiendo por la Naturaleza.

Este colectivo de mujeres se dedica a reciclar bolsas desechadas por la población y las convierten en diversos productos, como bolsos, monederos y adornos.

Bajo el lema Una tortuga más, una bolsa menos, las tejedoras han venido limpiando las costas de Padre Ramos y de paso creándose una nueva forma de ingresos. Para Jennifer Méndez Serrano, crear productos a partir de bolsas plásticas desechadas “es una gran ayuda porque protegemos a las tortugas carey y mantenemos limpias las comunidades”.

Para la recolección de las bolsas, estas mujeres realizan constantes jornadas de limpieza en las playas, las bolsas una vez acopiadas, son lavadas y desinfectadas para luego ser convertidas en hilos, que son tejidos en diversas formas y combinaciones de colores.

Los bolsos y otros objetos creados por la tejedoras son comercializados en actividades como el Festival Carey, que organiza año con año el Comité Carey en El Viejo, Chinandega.

Uno de los obstáculos que enfrentan las tejedoras es la forma de comercialización de sus productos, por lo que esperan conseguir más apoyo para poder sacar sus productos de Padre Ramos y obtener mayores ingresos por la venta de estos.    

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En un rincón del occidente del país, donde el mar entra para abrirse paso en el territorio y forma brazos de agua calma, cuatro comunidades desarrollan su vida en torno a la tortuga carey.

Ese es el escenario de la reserva natural Estero Padre Ramos en El Viejo, Chinandega, donde desde hace cuatro años los pobladores de Venecia, Padre Ramos, El Tinal y La Tigra, han aprendido que la conservación del ecosistema y la sobrevivencia de la tortuga carey se puede transformar en una forma de vida que les proporcione beneficios económicos.

La tortuga carey es una especie vulnerable y está próxima a su extinción, por lo que ha sido incluida en diversas listas rojas de especies en peligro como la de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Marvin Mendoza tiene 38 años, es poblador de La Tigra y desde hace cuatro años es uno de los cincuenta comunitarios involucrados en el proyecto de conservación de la tortuga carey, que ejecutan Fauna y Flora Internacional (FFI), Amigos de la Tierra España y Fundación Líder, con el apoyo financiero de la Unión Europea.

Mendoza, antes de estar en el proyecto, era un “careyero”. Su trabajo era “estar pendiente” de la llegada a anidar de las carey para sacar los huevos y luego venderlos en el mercado más cercano. Ahora, Mendoza igual está pendiente de la llegada de las carey a anidar, pero en vez de sacar los huevos para venderlos, los lleva al vivero Punta Venecia, donde son acopiados e inventariados.

En Padre Ramos, desde que existe el proyecto, “se han descubierto nueve sitios de anidación a lo interno del Estero, tanto en la parte del ecosistema de manglar, bosque seco y un poco en la parte externa, donde está el oleaje”, afirmó Eduardo Altamirano, asistente técnico de FFI en la zona.

TRABAJO COMUNITARIO

Según explicó Altamirano, “lo que hacemos es trabajar con la comunidad”. Cada año se han involucrado alrededor de cincuenta comunitarios, quienes son los que alertan y administran el vivero.

Luego, como parte del proyecto, a estas personas se les entrega un incentivo económico que suple la ganancia que pudieron haber tenido si en vez de conservar hubiesen saqueado los nidos.

Además del vivero, La Tigra se ha conservado como un sitio de incubación natural, “todas las tortugas carey que llegan a esa playa nosotros las dejamos, no se trasladan al vivero, se incuban de manera natural, de esa manera nosotros podemos comparar los resultados que hay, tanto en nidos naturales como en nidos relocalizados en viveros”, detalló Altamirano.

Desde 2010, en Padre Ramos se han logrado identificar 190 tortugas hembras diferentes que han llegado a anidar. Como resultado de esas anidaciones, existe un registro de poco más de 130 mil huevos que se han protegido, y de esos, se han liberado unos 81 mil tortuguillos, teniendo un 65 por ciento del éxito de emersión.

HACIA EL DESARROLLO TURÍSTICO RURAL SOSTENIBLE

Con la ejecución de los proyectos Ecopesca y Tezoatega, Padre Ramos y toda la zona del Golfo de Fonseca, forma parte de un circuito en el que se busca promover el turismo sostenible como vía de desarrollo económico local.

Iván Ramírez, coordinador del proyecto Tezoatega, explicó que lo que se busca es “generar alternativas económicas nuevas y que sean más sostenibles con el medioambiente por parte de las comunidades”.

Para ello, el proyecto Tezoatega, que lleva ocho meses de ejecución, ha invertido en el establecimiento de infraestructura y en capacitación y materiales para los comunitarios.

De los 247 mil euros que es la inversión total del proyecto Tezoatega, 197 mil fueron aportados por la Unión Europea.

Para el embajador Javier Sandomingo, jefe de la delegación de la Unión Europea en Nicaragua, Costa Rica y Panamá, “el aporte de este tipo de proyectos es valioso para el desarrollo sostenible de las comunidades de Nicaragua, El Salvador y Honduras, que están ubicadas alrededor del Golfo de Fonseca, porque paralelamente a los avances visibles y cuantificables en la conservación de especies en peligro como la tortuga carey, y en la promoción del turismo ecológico, también tienen un impacto positivo en la calidad de vida de la población, en especial en el caso específico de EcoPesca y Tezoatega, de mujeres líderes y cabezas de familia que viven en la reserva natural Estero Padre Ramos”.

 

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