“Es una gran mentira, pura mentira lo que dijeron esas niñas, yo no les he hecho nada, por eso han dado tres versiones diferentes de los supuestos hechos”, dijo Wayne Edward Cooperman, condenado a ochenta años de prisión por abuso sexual, violación agravada y explotación sexual en perjuicio de una niña y una adolescente.
“¿Dónde está la mamá de estas niñas, porqué no quiso declarar en el juicio, si ella supuestamente les dio permiso? Soy inocente y de honorable reputación, tengo 37 años de casado con mi esposa, quien está en esta sala”, declaró Cooperman a los magistrados.
Según su abogado Bismarck Quezada hubo violación a la cadena de custodia de la prueba y a la forense no le interesó investigar la violación que manifestó la menor de haber sido víctima de su abuelo. “El dictamen legal dice que el himen está intacto y que hay acceso carnal de vieja data por el ano, entonces mi representado no tiene nada que ver”, indicó Quezada a los magistrados.
Junto con el norteamericano también fue procesada su doméstica, quien es prima de las dos víctimas, condenada a 26 años de cárcel por trata de personas con fines de explotación sexual, ya que según la acusación, el extranjero le pagaba diez mil dólares para que le llevara niñas a la casa y así satisfacer sus apetitos sexuales.
Esta también pidió la palabra y expresó que un problema familiar entre la mamá de las niñas y ella había arrastrado a un inocente a la cárcel porque todo había sido un plan de la mamá de las niñas para sacarle dinero a su patrón y que ella inicialmente había aceptado, pero luego se negó.
Durante la audiencia de casación estuvo presente la familia del procesado y autoridades consulares de su país en Nicaragua.
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