14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Max L. Lacayo

En los lugares equivocados

Es inevitable que el mundo tienda a juzgar a cada nación por su tipo de gobierno, puesto que incuestionablemente este determina el destino de los pueblos; especialmente si a través de un proceso electoral “aparentemente libre”, se permite elevar a la cumbre del poder político a un individuo proscrito por la sociedad debido a actos delincuenciales. De ahí nacen dos pertinentes preguntas: ¿Bajo qué razonamientos podría Nicaragua justificar, ante el mundo, la elección de los elementos más inferiores de nuestro país, como líderes políticos? y ¿cómo podríamos justificar que los desechos del mundo civilizado sean la piedra angular de nuestro futuro? Simplemente no hay manera de justificar tales decisiones. De ahí que, actualmente, a Nicaragua se acercan muchos individuos y entidades internacionales indeseables o aventureras: Un chino y su misteriosa empresa con el cuento de un Gran Canal, la escoria que tiene secuestrado al pueblo venezolano, el actual líder ruso con sus pretensiones imperialistas, etc.

Los ciudadanos de las sociedades civilizadas más avanzadas tienen razón suficiente para poseer confianza en sí mismos; como individuos y como sociedad. La capacidad de moldear su sistema está en sus propias manos. Ellos mantienen firme la creencia en el concepto de progreso, en la libertad, y en la noción que el Gobierno pertenece al pueblo y está sujeto a cambio en las mesas electorales. El resultado de las elecciones, para ellos, es una fuerza que empuja hacia la consolidación y reafirmación de sus sistemas democráticos. Para ellos la democracia es una tradición. Contrastantemente, nuestra cultura política demuestra que su estructura es endeble y falta de carácter.

Nuestras victorias electorales, las que hemos considerado democráticas desde 1990 hasta el 2001, nos han dado la sensación de haber autorizado a un líder a implementar un programa de gobierno con el propósito de mejorar el bienestar humano de nuestro pueblo. Los hemos escogido para que nos sirvan desde la Presidencia de la República. Nos adherimos a la convicción de haber aceptado un “pacto entre el pueblo y su gobierno”.

Hemos logrado demostrar cierto grado de sofisticación y conciencia política. De que somos capaces de eliminar la opción de ser gobernados por individuos sin tradición de valores, sin capacidad para las tareas de gobierno, sin escrúpulos, sin educación y sin conciencia. Hemos tratado de decir no al caudillismo, al militarismo, al terrorismo, a la audacia irracional, a la demagogia, a la irresponsabilidad política y a la malversación de fondos públicos.

La extraordinariamente alta participación del electorado nacional durante ese período, solo puede interpretarse como una demanda y una reafirmación popular que el gobierno nos pertenece a todos y no al grupo de turno en el poder, que nuestros gobernantes deben actuar en nombre del servicio público, que existe una causa política con visión nacional y que nuestros líderes no deben afrentarse de nuestra realidad multi-étnica y multi-cultural.

Lamentablemente, a largo plazo, dichas victorias han demostrado ser triunfos electorales temporales; abstraídos de la significación de un sistema estable y representativo. Pareciéramos olvidar que ningún interés particular tiene derecho de despojarnos de esas victorias políticas y morales, cuyo dominio radica en la totalidad del pueblo de Nicaragua.

Lo que nos ha sucedido es que las guerras las hemos librado en los lugares equivocados. Donde debemos lucharlas arduamente es dentro de nuestros propios partidos políticos. Es ahí adonde debemos eliminar a los forajidos, proclamar a líderes legítimos y plantear estrategias. Donde debemos concentrarnos en la organización interna de los partidos.

El autor es economista y escritor

Ver en la versión impresa las páginas: 11 A

Opinión actos delincuenciales Max L. Lacayo archivo

COMENTARIOS

  1. tacho
    Hace 9 años

    hombre que este articulo se equivoco de pais no hay nada mas que comentar

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí