Su caminar en el ring y su mirada hacia el vacío eran los reflectores del estado anímico de Carlos “Chocorroncito” Buitrago, que sabía que nadie podía ayudarle, solamente sus puños e inteligencia boxística hace un año, cuando tuvo su primera oportunidad titular ante Merlito “El Tigre” Sabillo.
En Tailandia, hace unos días, Carlos Buitrago prometió regresar al país con la corona interina de las 105 libras. Ya las ideas que deambulaban entorno al episodio borroso de Filipinas se habían evaporado. Con óptimas condiciones saltaría esta madrugada a escena, un año después que su memoria se reinició. Perder significó replantearse su futuro y enfocarse en la misión de ser el campeón número 11 que Nicaragua espera por su producción.
Carlos es un muchacho que lo ha tenido casi todo, solo necesitado del hambre, miseria y ruina para tener los factores cabales de introducción al boxeo, los ingredientes que la ruleta de la fortuna le ha puesto a los campeones nicaragüenses para sorprender, establecerse o simplemente entrar en los libros de historia.
Con un rival como el tailandés Knockout CP Freshmart, los bonos se subieron. Tiene la ventaja técnica para ser el número 11 y sostenerse para encaminar su vida a una responsabilidad para la que parece estar listo.
Luego de la derrota de Alcides Martínez en México por el campeón Osvaldo Novoa, el despojo sufrido por Félix Alvarado en Argentina ante Juan Carlos Reveco, la derrota anunciada de Yader Cardoza ante “El Confesor” y los prospectos en ascenso como Walter Castillo, Cristofer González, Roberto Arriaza y Jairo Rodríguez, todavía en pañales para esferas internacionales, por ahora el joven de 22 años en la trinchera se llama Carlos Buitrago.
Luego de seis años sin tener a un nuevo campeón, tras la alegría sorpresiva de Juan Palacios y brutalidad con la que Román González ese mismo año destruyó a Yutaka Niida, quedando atrás José “Quiebra Jícara” Alfaro, desde el 2008 no se tiene un nuevo campeón mundial y ahora que abra el diario y lea esta nota, usted se dará cuenta si se acabó la sequía y cumplió su promesa.
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