Mientras mayor nivel de preparación académica tenga, mayor es su posibilidad de estar en el desempleo. Eso es lo que refleja la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), actualizada hasta el IV trimestre de 2012.
En el período octubre-diciembre 2012 la tasa de desempleo ampliado de Nicaragua —al ser analizada según el nivel de instrucción— es mayor entre las personas con educación universitaria (detalles en infografía) y es mucho menor entre quienes no tienen ningún tipo de preparación académica. La curva ascendente del desempleo es directamente proporcional al nivel de instrucción.
El desempleo ampliado es el número de personas en desempleo, abierto más las personas que después de buscar empleo durante un periodo más o menos prolongado, se desalentaron y dejaron de buscar.
El economista Adolfo Acevedo considera que la paradoja derivada del hecho de que a mayor nivel de instrucción, las tasas de desempleo ampliadas son mayores, puede explicarse por varios factores: por un lado, las personas de menores niveles de instrucción tienden a ser más pobres, “y los pobres no pueden permitirse el lujo de estar desempleados y se ven forzados a buscar cómo desarrollar cualquier actividad económica a su alcance para sobrevivir”.
Mientras, las personas de mayor nivel educativo suelen tener mayor capacidad de sostenerse y encontrar apoyo en el entorno familiar mientras permanecen desempleadas, y son mucho más renuentes a desarrollar actividades económicas por debajo de sus capacidades.
El especialista en temas de educación del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), Alex Bonilla, señala tres aspectos “determinantes en la relación de los perfiles educativos de egresos de los estudiantes universitarios y las políticas de captación del talento humano en las bolsas de empleos”:
1. Que las universidades no han desarrollado el estándar mínimo de aceptación de las competencias laborales en los egresados y que son proyectadas por las personas con preparación universitaria durante las pruebas/entrevistas/demostraciones al momento de aplicar a la vacante laboral. “Se manifiesta la desarticulación de la currícula universitaria en relación a la demanda de competencias laborales de los centros de trabajo para este sector de la población económicamente activa”.
2. La alta presencia de puestos de trabajo de baja productividad. “Si la empresa/centro de trabajo no establece descriptores de cargos/funciones más eficaces y eficientes, o no determina la organización institucional de manera estratégica, se saturará de personal que a corto o mediano plazo estaría considerándose para el desempleo porque no se ha determinado un puesto de trabajo con desarrollo de funciones más integrales”. Es decir, si hay un profesional bien calificado con funciones que están por debajo de sus expectativas profesionales, la empresa verá más factible darle de baja que modificar sus funciones por que la competencia laboral no ha sido considerada de manera estratégica.
3. Las políticas salariales. “Resulta que para una empresa es mejor dar trabajo a estudiantes de los últimos años de las carreras universitarias o a un perito técnico que a un profesional universitario, porque en términos salariales representa menor gasto”. Esta visión empresarial es propia de empresas emergentes que generalmente consideran funcionar con el mínimo de recursos pero pretenden acumular grandes capitales para su “crecimiento empresarial”, apunta el especialista.
“Las universidades no preparan a los estudiantes con la visión de valorar su talento humano de manera justa y equitativa, además el alto índice de desempleo los obliga a presentar aspiraciones laborales por debajo de lo que representa como capital humano, cuando hacen sus entrevistas de trabajo. La empresa le da otra lectura, consideran que si no hay autovaloración de ese capital humano, es porque las competencias laborales son mínimas”, argumenta.
¿DÓNDE Y CÓMO TRABAJAN?
La misma encuesta nacional refleja que los graduados universitarios que trabajan, la gran mayoría son empleados u obreros, muy pocos son empleadores o trabajadores por cuenta propia.
De unos 227 mil profesionales empleados hasta diciembre de 2012, cerca de 163 mil son empleados (un 71 por ciento), mientras que unos 38,600 trabajan por cuenta propia y apenas unos 16 mil figuran como empleadores. El resto son jornaleros o trabajadores familiares sin pago.
Al revisar los sectores de la economía que más emplean a los egresados de las universidades, el sector comercial ocupa el primer lugar con el 23 por ciento, seguido de la enseñanza con un 15 por ciento. En ambas actividades la mayoría son empleados.
Bonilla lamenta que el Gobierno no desarrolla estrategias para la creación de fuentes de trabajo con enfoque humano, las organizaciones de la sociedad civil están funcionando con el mínimo de personas por procesos de reingenierías y las empresas prefieren técnicos que profesionales de nivel superior, “por mencionar algunas fuentes de trabajo que podrían atender el desempleo de personas que tienen preparación universitaria”.
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