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FOTOS: LA PRENSA/ CORTESÍA

Un hombre piromaníaco

Soy comercianta y viajo cada tres meses a Miami o Panamá para comprar mercadería fina pues tengo una boutique de ropa para señoras. Nunca imaginé lo que me sucedería cuando decidí quedarme unos diítas en Panamá para descansar. Un mes estuve fuera nada más cuando al regresar cuál no sería mi sorpresa de que mi mamá me estuviera esperando en el aeropuerto con mis tres chavalos.

 

Soy comercianta y viajo cada tres meses a Miami o Panamá para comprar mercadería fina pues tengo una boutique de ropa para señoras. Nunca imaginé lo que me sucedería cuando decidí quedarme unos diítas en Panamá para descansar. Un mes estuve fuera nada más cuando al regresar cuál no sería mi sorpresa de que mi mamá me estuviera esperando en el aeropuerto con mis tres chavalos.

No es el trato que hemos hecho. Yo le traigo cosas para su kiosco y ella me cuida a los chavalos mientras estoy fuera y mi hombre cuida mi casa. El negocio mejor no. Cuando se lo dejé una vez me robó de la caja fuerte y se fue de farra por quince días, por lo que desde esa vez que no me cuidó la casa ni el negocio, decidí mejor que tan solo la casa cuidara. Pues realmente me sorprendí de que mi mamá me estuviera esperando puesto que no hay necesidad de gastar en que venga ella y los chavalos ya que yo me las arreglo mejor sola con los de migración y aduana y prefiero que ella no esté cerca esperándome. Pero me dijo: “Quería advertirte. Él no me dio ni un centavo para los niños y se atrincheró en la casa con otra mujer que yo conozco del Oriental. No sé vos qué pensás hacer para recuperar la casa que yo te di la firma en el banco para que te dieran el préstamo y comprarla. No quiero meterme. Sabés que él nunca me ha caído bien y me parece injusto que ahora los del banco me hayan pasado la cuenta a mí del abono que das los 30 de cada mes y me llamaron por teléfono porque no se ha dado el abono en dos meses. Yo con él ni el santo y seña mejor de larguito porque no me gusta la manera que tiene de tratarte”. La aplaqué y besé a los niños mientras maquinaba en mi cerebro lo que debía hacer porque una cosa es irse de farra y otra instalarse en mi propia casa con otra mujer. Así que ya fuera del aeropuerto le dije a mi mamá que me lo dejara todo a mí. Y en efecto pasé en el taxi directo a mi casa dejándola en la suya a ella y a los chavalos después de pedirle que me los cuidara mientras arreglaba el asunto. Tenía que enfrentarlo inmediatamente porque si me apeaba donde mi mamá él quedaría glorioso en mi casa con otra mujer. Nunca me imaginé encontrarlo en una hamaca del patio meciéndose con una mujercita toda flaquita.

Cuando traté de correr a la mujer y de que me devolviera mi casa, él me dijo: “Primero le prendo fuego” y se levantó de la hamaca y empezó a poner los galones de gasolina que usa para su fuera de borda porque es pescador de oficio cuando no anda bebiendo. Se atrincheró gritándome que le prendería fuego a la casa antes que devolvérmela y que de ahora en adelante esa sería su nueva mujer. Tenía que pensar rápido. Los vecinos que ya estaban a mi lado llamaron a los bomberos.

Una bombera mujer llamó a los de la Cruz Roja por si alguien salía quemado mientras él y yo seguíamos en un dime y direte a gritos. Cuando los bomberos y la bombera trataron de entrar para detener a este hombre poseído ya que quería incendiar el mundo porque creía que yo me había quedado en Panamá según él con otro, vino y lo incendió. Los galones de gasolina explotaron y cogió fuego la enramada donde estaban colgadas las hamacas y el fuego se extendió por la casa.

Los bomberos y los cruzrojistas intervinieron pero ya era demasiado tarde porque por todos lados explotaban los galones de gasolina. El del taxi me había abandonado sin cobrarme siquiera. Vi incendiarse mi casa con las fotos de nuestra boda y las caritas de mis chavalos a medida que crecían y les tomábamos fotos. Me senté a llorar en una silla que una vecina me trajo. La bombera se apiadó de mí y me preguntó si tenía un lugar donde vivir puesto que la policía llegaría de un momento a otro y con toda seguridad querría una aclaración de mi parte.

Me ofreció raid a la casa de mi mamá donde estaban las tres criaturas. Llegó la policía y tomó nota y dijo que mi hombre andaba endrogado y que se lo llevarían preso por piromaníaco. Yo me subí al camión de los bomberos que me pasaría dejando por la casa de mi mamá a quien no le diría que era además piromaníaco palabra que acababa de aprender del policía. Antes de bajarme la bombera me dijo fraternalmente: “Solamente hay una manera de olvidar a un hombre y es otro hombre”.

Yo parpadeé y no contesté nada. Cualquier cosa podía incriminarme puesto que había recordado que acabábamos de asegurar la casa. Me dejaron donde mi mamá que me esperaba en la puerta y que por supuesto dijo: “Te lo dije, que ese hombre no valía la pena”. De nuevo guardé silencio puesto que tendría que pernoctar en su casa mientras conseguía otra.

Por la noche mi mamá me dio un té de manzanilla y una pastilla porque yo estaba llorando no sé si por la casa o por mi hombre o por las dos cosas. Cuando me iba durmiendo recordé lo que me había dicho la bombera: “Solo hay una manera de olvidar a un hombre y es otro hombre”. Esto en realidad me ha dado mucho en qué pensar.

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