14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Andrés Pérez-Baltodano

La filosofía política de Alejandro Serrano Caldera

¿Cuál es la relevancia política y práctica del quehacer filosófico en general y del trabajo de Alejandro Serrano Caldera en particular? ¿Qué utilidad tiene la obra de ASC, a quien no me cansaré de llamar el principal pensador político en la historia de nuestro país?

Para empezar, es necesario señalar que es imposible apreciar el valor de la filosofía sin una adecuada comprensión de lo que en su esencia es eso que llamamos la historia. La filosofía es incomprensible para quienes perciben la historia como un juego de azar. La filosofía tampoco puede hacerle sentido a quienes ven la historia como una simple sucesión de batallas, fechas y nombres ilustres que adquieren significado simplemente por su cronología.

Tampoco puede hacer sentido la filosofía a quienes ven la historia como un proceso controlado por un Dios providencial que lo decide todo. La filosofía moderna nace precisamente del desplazamiento de esta visión providencialista de Dios, y del surgimiento de una nueva visión que le otorga a los seres humanos la responsabilidad de guiar la construcción de su propio destino.

Frente a las tres posiciones antifilosóficas antes señaladas, Serrano Caldera ha mostrado que la historia no es ni un juego de azar, ni una colección de acciones y reacciones, ni un capricho de la voluntad de Dios. La historia, nos dice Serrano Caldera, es “una relación dialéctica entre los acontecimientos y los conceptos que formamos sobre ellos”.

Desde esta perspectiva, la historia es un proceso permanente de acción y reflexión mediante el cual se transforma la materialidad de la vida, pero también el sentido de esta materialidad. La filosofía es, agrega nuestro filósofo, “el esfuerzo de la inteligencia para entender y encauzar el devenir de la realidad”.

Serrano Caldera ha combatido en el aula y en su obra la tendencia que existe en nuestro medio a pensar que la filosofía es un esfuerzo mental colocado por encima de la realidad concreta, en la que se desarrolla la vida de los individuos y las naciones. La filosofía, insiste, es “conjunción de teoría y praxis… (es) “pensamiento que proviene de la historia y que va hacia ella”.

Los estímulos y las motivaciones de los que se nutre la filosofía surgen de la realidad para luego regresar a ella, dándole nombre y significado a los hechos y las circunstancias que marcan el paso del tiempo. Desde esta perspectiva, la mente filosófica es, como lo confirman las ciencias cognitivas en nuestro siglo, una mente encarnada en un cuerpo que habita y respira su propia realidad.

En una sociedad como la nuestra, acostumbrada a desconfiar de la palabra, y a ver la historia como un proceso que nosotros no controlamos, es difícil aceptar que nuestro devenir histórico puede y debe ser domesticado por la razón, por la razón filosófica, por la palabra. La obra de Serrano Caldera, sin embargo, nos muestra que otras sociedades lo han hecho y que nosotros también lo podemos y debemos hacer con originalidad; es decir, tomando en consideración nuestra especificidad histórica y nuestras propias aspiraciones.

En su obra, Serrano Caldera recorre el desarrollo del pensamiento europeo para mostrar que Europa logró hacer de su historia una relación dialéctica entre pensamiento y acción. De esta relación dialéctica surgieron las grandes síntesis que nos permiten dividir el desarrollo histórico europeo en fases integradas y armonizadas por una relación dialéctica entre hechos y palabras. Es así que podemos, por ejemplo, dividir la historia europea en fases como: la Edad Media, la Edad Moderna, y la postmodernidad. Estas fases no son simples colecciones de fechas, nombres y batallas. Antes bien, son cortes marcados por el surgimiento de nuevos imaginarios sociales, nuevos paradigmas de pensamiento, nuevas filosofías y —antes del surgimiento de la filosofía moderna europea— nuevas teologías y visiones del papel de Dios en la historia.

Contrario a la historia de Europa, continúa Serrano Caldera, la nuestra “es una contradicción sin síntesis; una continuidad de rupturas sin restauración, una estructura de superposiciones”. “Carecemos”, agrega él, de “un pasado integrado en el cual fundar el presente”; y sufrimos “la nostalgia de los momentos no vividos y de los hechos no acaecidos”. Piénsese en el fracaso y el desengaño de la Revolución Sandinista y otros momentos de nuestra historia nacional.

Leopoldo Zea también reflexionó sobre el “espejo roto” de nuestra historia latinoamericana, cuando señaló que la historia de Europa ha sido una historia de “absorciones” y “asimilaciones”. La nuestra, la de América Latina, dice Zea, es “una historia de yuxtaposiciones”.

En Nicaragua, las yuxtaposiciones a las que hace referencia Zea, y las “rupturas sin restauración” de las que nos habla Serrano Caldera, han sido los nutrientes que han alimentado la guerra de “todos contra todos” que hemos vivido en nuestro país a lo largo de dos siglos de vida nacional independiente. Y por supuesto: en el charco de sangre de nuestra patria partida encontraremos siempre a un grupo de vampiros que se alimentan de nuestra incapacidad para vernos reflejados como un todo en el espejo de la historia.

Serrano Caldera ha propuesto la articulación de un consenso social organizado alrededor del principio normativo de “la unidad en la diversidad”; es decir, de una unidad organizada alrededor de valores y aspiraciones colectivas que se construyen con el pensamiento y la acción; una unidad construida alrededor de una síntesis que resuelva, o que por lo menos organice nuestras “yuxtaposiciones” y “rupturas”.

¡Puras palabras! dirán los que olvidaron, o no entendieron a Pablo Antonio Cuadra cuando nos dijo que la palabra y la realidad son inseparables: “Más que creado, el mundo fue hablado por Dios” (PAC). PAC se refería, obviamente, a la palabra-vida, no a la palabra-bala. La palabra-vida nos solidariza, dice PAC. La palabra-bala destruye y autodestruye. Nos deshumaniza.

Gracias Alejandro, por tu palabra y por la promesa de vida que ella encierra.

El autor es profesor de Western University de Canadá .

Opinión Alejandro Serrano Caldera archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí