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Mario B. Alonso I.

Vulcanismo y placas tectónicas

La Tierra apareció hace 4,600 millones de años (MdAs), se cree que con masas superficiales o placas tectónicas desintegrándose y reintegrándose continuamente, hasta formar el supercontinente Rodinia, hace 1,100 MdAs. Posteriormente, se formaron otros supercontinentes: Pannotia, hace 600 MdAs y Pangea, hace 300 MdAs. Este comenzó a fragmentarse hace 200 MdAs, formándose los continentes Gondwana y Laurasia, separados por el mar de Tetis, hasta llegar a los continentes y océanos/mares de hoy. Este proceso de fractura, desplazamiento y reunión de placas tectónicas continúa en todo el planeta.

Placas tectónicas son estructuras rocosas rígidas que forman la superficie de la Tierra y el suelo de los continentes y océanos (litósfera). Flotan sobre masas ígneas metálicas más pesadas (magma) en el interior de la Tierra (astenósfera y núcleo). Su movimiento provoca choques y roces, siendo sus bordes las principales áreas de riesgo sísmico/volcánico.

Las placas pueden ser: Convergentes: chocan entre sí, elevándose el suelo (Apalaches, Himalaya). Si continúan chocando, los lugares altos siguen elevándose (Everest). También lo son al hundirse una placa oceánica (subducción) debajo de una continental que se eleva, generando volcanes, erupciones, sismos y fallas geológicas en la corteza (Andes, placa Cocos/Centroamérica, cadena volcánica nicaragüense). El hundimiento de una placa debajo de otra también puede formar fosas profundas (Marianas, Gran Caimán), así como volcanes submarinos e islas. Divergentes: se separan. En los océanos, el magma surge a la superficie en la ruptura, cambiando el fondo oceánico, pudiendo generar volcanes. En la superficie, forman depresiones y volcanes donde se separan (Gran Valle del Rift, Africa oriental). Transformantes: se friccionan en direcciones opuestas a lo largo de una falla (San Andrés en el Pacífico americano). Estos pueden provocar terremotos (San Francisco, 1906), pero no vulcanismo. Existen unas pocas placas principales y muchas secundarias.

Centroamérica es geológicamente joven, emergiendo entre hace 5 y 20 MdAs, formando actualmente parte de la Placa Centroamérica/Caribe, que sigue emergiendo por subducción de la Placa Cocos. Esto provoca sismos y actividad de la cadena volcánica paralela a la costa del Pacífico centroamericana. En Nicaragua, esta cadena sigue el mismo curso, con eje de desplazamiento en el centro: (a) parte norte, del volcán Cosigüina al Momotombo; (b) parte sur, del Masaya al Maderas; y (c) eje de desplazamiento en el centro, con muchas fallas en la superficie: zona del lago de Managua, depresión/graben de Mateare/Managua/Cofradía.

Los sismos en Nicaragua pueden ser por choque de placas/subducción de la placa Cocos; por vulcanismo (Nicaragua es parte del Círculo de Fuego del Pacífico); o por movimientos en las fallas superficiales en el eje de desplazamiento mencionado (terremotos de Managua), en otras fallas en el Pacífico (terremotos de Chinandega, León, Masaya, Granada, Rivas) y territorio nacional (por ejemplo, fallas bordeando la depresión/graben nicaragüense que contiene la cadena volcánica y los grandes lagos; fallas: las Minas (RAAN); de Jinotega, causante del terremoto de 1923; Cucamonga (Estelí) y al oeste/sur/este de la ciudad; de Somoto, causantes de fuertes temblores, como en 1953; Escarpe de Hess, principal causa de terremotos de San Juan del Norte (río San Juan). La cadena volcánica, asociada también a fallas menores, es fuente sísmica secundaria y amenaza para poblaciones por sismos y vulcanismo.

De lo anterior se desprenden dos aspectos a considerarse: (a) Nicaragua seguirá expuesta a fenómenos geológicos/naturales: riesgos sísmicos y volcánicos más en el Pacífico, menos en el Atlántico y parte de región central, e intermedio en la región central-norte, con más riesgos de huracanes en el Atlántico; y (b) no podemos cambiar de lugar a Nicaragua.

Sin embargo, podemos prepararnos, desarrollando/mejorando siete sistemas nacionales: (uno) estudio, información, seguimiento y prevención geológico/volcánico, huracanes, inundaciones, deslaves y tsunamis; (dos) qué hacer en caso de siniestros; (tres) desarrollo urbano, incluyendo áreas de concentración humana: hospitales, escuelas, mercados; (cuatro) construcción, incluyendo requerimientos de análisis de suelo, diseño y materiales de construcción (esto evitó una catástrofe recientemente en Chile, con un terremoto 8 Richter comparado con 6.4 en 1972 en Managua); (cinco): descentralización geográfica; (seis): reforestación; y (siete): seguros de cobertura permanente (no suspendible unilateralmente) contra dichos riesgos. Estos sistemas son de “orden público” y deben ser eficientes, de servicio, no “burrocráticos” y del conocimiento de la población.

El autor es Desarrollista.

Opinión placas tectónicas Vulcanismo archivo
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