Querida Nicaragua: ¿Elecciones?… ¿para qué?, dijo Fidel Castro apenas seis meses después de entrar a la Habana triunfante, disfrazado de cristiano y de demócrata, con un cordón y una cruz colgando del cuello. Este señor que había prometido dar elecciones, se hizo el sueco y se quedó hasta ahora 55 años en el poder, y sigue tan campante.
Elecciones ¿para qué? Dijo aquí el exgeneral de Ejército, don Humberto Ortega, si aquí el pueblo ya escogió, ya eligió, escogió a su vanguardia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Nada más que a estos los obligó la “Contra” a dar elecciones. Las de 1984 se las robaron fácilmente, pero las de 1989 no pudieron; fueron barridos por doña Violeta, y claro en elecciones limpias, supervigiladas, donde no podían hacer los trucos que hoy hacen en cada elección.
Si aquí hoy en día no fuera tan trágico este asunto de las elecciones, daría ganas de reírse a carcajadas. Podríamos decir elecciones, ¿para qué? En cada elección es lo mismo, y en cada elección van los partidos, según ellos bien organizados a dar la lucha y lo que obtienen son unos cuantos diputados, (los que quiera darles el orteguismo) o unos cuantos concejales si las elecciones son municipales. Se sabe perfectamente que el fraude ha sido ya montado, lo tienen armado durante todo el año. Ya tienen un manual de procedimientos para ganar elecciones. Todo el sistema electoral viciado ya sabe lo que tiene que hacer. Cada magistrado, cada funcionario, cada fiscal, cada jefe de cada Concejo Municipal o regional, de cada barrio, de cada mesa de votación, todos, absolutamente todos están entendidos de que las elecciones las gana el partido danielista y nadie más. El colmo es que en algunas mesas rurales hay fanáticos danielistas que le dicen a los simpatizantes del PLI o del PLC, “ni corran que son aut”.
Pero yo me pregunto, si sabemos que el Consejo Supremo Electoral (CSE) es un organismo conformado por mafias especializadas en robar elecciones, ¿para qué vamos a elecciones? Cuál es el objeto de ir a unas elecciones que de antemano se sabe que están perdidas para nosotros, donde vamos a ser víctimas de todos los abusos, de la proliferación de cédulas para danielistas, de padrones electorales falsos, donde hay difuntos anotados, de fiscales que son como guardias que lo dirigen todo sin tomar en cuenta a los fiscales de nuestros partidos, donde hay abundancia del famoso “ratón loco”, para que nosotros no podamos votar, y en fin un larguísimo etcétera.
Unas horas más tarde estaremos viendo la corpulenta figura de don Roberto Rivas, ensayando su gesto más serio, el más grave que logra encontrar dando los resultados como si eso fuera una gran sorpresa, como si no supiéramos que el danielismo aventajará siempre con un altísimo porcentaje y que las migajas de los votos les quedarán al PLI, al PLC, y a cualquier otro aliado molesto del danielismo en la costa Caribe.
Pregunta: ¿Para qué ir a elecciones que de antemano sabemos que vamos a perder? ¿Para qué darle el gusto al orteguismo de que internacionalmente proclame que aquí hay elecciones libres y que el señor don Daniel ha ganado por abrumadora mayoría?
Me dijo alguien. Es que al partido que no quiera participar el CSE le quita la personería jurídica. Pues que se la quite, le dije. ¿Y para qué sirve eso? ¿Para tener 23 diputados con las manos atadas, y tan solo con el derecho al berreo, como popularmente se dice? ¿O para tener una docena de concejales en la Alcaldía mientras el orteguismo tiene casi ochenta?
No se necesitan personerías jurídicas para luchar contra una tiranía dictatorial. Pregunta: ¿Tenía acaso personería jurídica el FSLN cuando comenzó la lucha? ¿No, verdad? No sigamos siendo el hazmerreír del orteguismo.
El autor es gerente de Radio Corporación. Excandidato a la Presidencia de la República en 2011.
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