El lanzador Madison Bumgarner recorrió el sendero de los “ases” del beisbol en una Serie Mundial. Fue el general del montículo que durante siete entradas calmó a los jugadores hiperactivos de Kansas City, los hizo regresar a una realidad vivida durante 28 años y lo bajó de la ilusión de un récord de ocho victorias sin perder.
El zurdo que heredó por un día las alas angelicales para volar con su recta humeante y su curva mortífera fue la figura del partido al permitir una carrea, tres imparables y cinco ponches, empujado por el cuadrangular de Hunter Pence.
Sin realizar un solo lanzamiento Madison ya sonreía de tres carreras como soporte para una apertura que sería sólida. Pence cazó el picheo que en juegos atrás estuvo dominando, salido del brazo de James Shield, quien fracasó en una apertura clave para su equipo, el cual regresaba a su casa a disputar un juego de Serie Mundial tras 29 años de sequía, mientras Pablo Sandoval circulaba en la segunda base luego de haber conectado un doble que impulsó a Gregor Blanco.
En el cuarto episodio cuando parecía que Shield enderezaba el barco volvió a ser atacado por la ofensiva de los Gigantes con dos anotaciones más. James terminó con tres innings lanzados, cinco carreras permitidas, un ponche y un jonrón, además de la etiqueta de perdedor del encuentro.
Las dos carreras más de los Gigantes en el séptimo habían liquidado el partido por completo, silenciado el estadio de Kansas y con la pizarra 7-0 el inminente naufragio estaba sellado.
Un suspiro de Salvador Rodríguez, receptor de los Reales, produjo la primera carrera con un vuelacerca sobre el jardín izquierdo.
