Desde el viernes pasado hasta hoy se ha reunido en Santiago de Chile la septuagésima (70) Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). La SIP está integrada por alrededor de 1,300 periódicos y revistas de las Américas que difunden unos 43 millones de ejemplares en papel y tienen un elevado número de lectores por internet que aumenta cada día. Existe desde 1942, cuando fue constituida en México por un Congreso Panamericano de Periodistas y LA PRENSA de Nicaragua forma parte de ella desde los años cincuenta del siglo pasado. Desde entonces participa regularmente en las actividades de la SIP y, de igual modo, siendo Nicaragua un país cuyos gobernantes han sido casi siempre hostiles a la libertad de expresión, LA PRENSA ha recibido muchas veces su solidaridad activa y efectiva.
Algunos se preguntan para qué tantas reuniones de la SIP. La respuesta es sencilla. Es que de esa manera se intercambia y aprovecha las experiencias para impulsar la modernización y el mejoramiento incesante de la industria de la información. Pero sobre todo es para defender la libertad de expresión y de prensa que se encuentra bajo constante restricción y amenaza.
Ahora mismo en Chile, a pesar de que es un país latinoamericano reconocido como ejemplarmente democrático, la SIP ha constatado que también allí hay restricciones a la libertad de expresión mediante leyes ya aprobadas o que se encuentran en trámite. Tal es el caso de una Ley sobre Televisión Digital Terrestre cuyo objetivo es regular la migración de los concesionarios de televisión a la nueva tecnología pero a su amparo se le dan atribuciones al Estado para intervenir en la programación y en los contenidos editoriales de las empresas televisivas.
Obviamente, las peores violaciones a la libertad de expresión y de prensa se dan en países como Honduras y México (donde el crimen organizado asesina impunemente a periodistas y atenta contra periódicos para obligarlos a la autocensura), y en los Estados socialistas del siglo XXI (Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua), donde con distintas modalidades de presión y represión se impide o restringe la libertad de expresión y se acosa a los medios independientes. Pero hasta en EE.UU. hay problemas de libertad de expresión pues desde las filtraciones de WikiLeaks se ha restringido el acceso a la información de carácter público.
Fue precisamente un padre fundador de Estados Unidos, Thomas Jefferson, quien advirtió que el precio de la libertad es la eterna vigilancia. Jefferson consideraba que la libertad se pierde no solo porque hay individuos poderosos que la arrebatan o intentan arrebatarla, sino también porque los mismos ciudadanos son indiferentes y hay quienes la ceden a cambio de beneficios materiales, cuotas de poder o para disfrutar una egoísta tranquilidad.
En la situación actual de las Américas, cuando los organismos internacionales que deben defender la libertad renuncian a hacer cumplir documentos programáticos como la Carta Democrática Interamericana, cobra mayor importancia la actividad de organismos como la SIP en defensa de la libertad de prensa, la cual, como lo hacía ver el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal es el fundamento de todas las demás libertades.
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