Los seres humanos estamos expuestos a diversas enfermedades que pueden atacarnos en cualquier etapa de nuestra vida, algunas de origen genético o hereditarios, y otras que adquirimos debido al estilo de vida y las condiciones en que nos desarrollamos.
de cáncer infantil:” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
*Fiebre sin causas o por más de una semana.
*Crecimiento rápido del
abdomen.
*Dolor persistente de huesos
y abdomen.
*Sudoración abundante sin
causa alguna.
*Crecimiento tumoral o de
ganglios.
*Moretones, sangrado de nariz, encías y en las heces.
*Pérdida de peso.
*Cansancio fácil, palidez y
anemia súbita.
*Infección sin mejoría.
*Picazón en el cuerpo sin lesiones en la piel.
*Mancha blanca en el ojo cuando le da la luz.
*Dolor de cabeza y vómitos por la mañana, en días prolongados.
[/doap_box]
El cáncer, esa enfermedad que puede atacar cualquier parte de nuestro cuerpo, también se desarrolla en los niños, incluso en los recién nacidos.
Al igual que en los adultos, la detección temprana de cualquier tipo de cáncer infantil puede significar una mayor esperanza de cura.
Amalia Frech, presidenta de la junta directiva de la Comisión Nicaragüense de Ayuda al Niño con Cáncer (Conanca), sostiene que en Nicaragua un 75 por ciento de los niños diagnosticados con algún tipo de cáncer logran curarse. En la actualidad, aproximadamente 1,800 niños con diversos tipos de cáncer son atendidos en la unidad de hematooncología del hospital infantil Manuel de Jesús Rivera “La Mascota”.
Según Frech, las cifras estadísticas de los niños que vencen esta enfermedad son cada vez más alentadoras.
Más frecuentes
De acuerdo con la psicooncóloga Lucía Paredes, quien trabaja con Conanca, la leucemia (cáncer en la sangre) es el diagnóstico más frecuente en los niños, seguido por los linfomas (cáncer en el sistema linfático) y los tumores del sistema nervioso central.
El cáncer de ojo (retinoblastoma), el cáncer de riñón (tumor de Wilms) y el cáncer en los huesos (osteosarcoma) también se presentan en la infancia pero con menos frecuencia. La psicooncóloga Paredes explica que en el caso del cáncer en los huesos, muchos de los casos incluyen la amputación de un miembro superior o inferior, por lo que es uno de los tipos de cáncer más fuertes tanto para el paciente como para la familia.
De acuerdo con la especialista, existen dos tipos de leucemia que pueden afectar a los niños: leucemia linfoblástica aguda y leucemia mieloide.
En el sitio web Medline Plus se explica que la leucemia linfoblástica aguda consiste en el rápido crecimiento de un tipo de lóbulos blancos llamados linfoblastos, los cuales sustituyen a la médula ósea y evita que se formen células sanguíneas sanas.
En la leucemia mieloide, las células madre mieloides se convierten en un tipo de glóbulos blancos inmaduros llamado mieloblastos, que por tratarse de glóbulos blancos anormales no se convierten en saludables y se acumulan en la sangre sin dejar lugar a los glóbulos rojos, blancos y a las plaquetas saludables.
“La leucemia mieloide es muy agresiva y aunque el tratamiento es corto (de seis meses), es más intenso. La esperanza de vida es baja, se curan aproximadamente un 35 o 40 por ciento de pacientes; la mayoría fallece. En el caso de la leucemia linfoblástica sobrevive entre el 50 y el 60 por ciento de niños, pero son dos años de tratamiento, siendo el primer año muy seguido, muy intenso y muy desgastante tanto para el paciente como para la familia”, asegura Paredes.
Para este tipo de cáncer tan frecuente en los niños aún se desconocen las causas exactas, por lo que no hay una forma efectiva de prevenirlo.
“Hay teorías que dicen que se puede originar por factores ambientales, que tal vez se vive en zonas donde fumigaban con pesticidas, o que cuando se tiene contacto con plomo eso nos predispone a padecerla, sin embargo, no hay una causa exacta. Algunos factores genéticos nos predisponen a presentar la leucemia, pero lamentablemente no hay algo que podamos hacer para evitarla, simplemente podemos buscar qué hacer para curarla”, sostiene la psicooncóloga.
Agrega que el diagnóstico de la leucemia se puede realizar mediante un examen general de sangre más plaquetas. Si los parámetros se reflejan fuera de lo normal se puede practicar una aspiración de médula ósea o una punción lumbar, en la que se descubren células malignas. Cuando la enfermedad está muy avanzada las células malignas pueden reflejarse incluso en el examen de sangre.
Tratamiento
La quimioterapia y la radioterapia se utilizan para tratar la leucemia. El protocolo de quimioterapia o radioterapia necesaria varía en dependencia del tipo de cáncer que el niño presente.
Para la leucemia linfoblástica aguda el tratamiento se recibe por aproximadamente dos años, siendo el primer año más constante (cada ocho días), y en el segundo año citas mensuales. En cambio, para la leucemia mieloide se requieren seis meses de tratamiento.
“Una vez que los pacientes están curados muchas veces queda el temor de una recaída, pero eso se va superando con el tiempo. Cuando ya han pasado cinco años en los que el niño no ha tenido ningún síntoma o signo del cáncer se puede presentar otra patología en la etapa adulta. Por eso se recomienda no fumar, hacer ejercicio, no tener sobrepeso y tratar de llevar la vida lo más saludable posible para evitar futuras complicaciones”, enfatiza Paredes.
Ver en la versión impresa las paginas: 5 ,4