Daniel Ortega sorprendió a los gobernantes de los países latinoamericanos y caribeños que forman parte de la alianza política Alba, al presentarse solo en la cumbre propagandística sobre el ébola que se realizó en La Habana, es decir, sin su inevitable compañera Rosario Murillo.
Es la segunda vez, y consecutiva, que ocurre esto. Ortega ya se había presentado en solitario el lunes 13 de este mismo mes de octubre en la asamblea de partidos izquierdistas Coppal que se realizó en Managua. Pero doña Rosario es tan inseparable de Daniel Ortega en todas sus actividades —incluso aquellas internacionales en las que el protocolo excluye a las primeras damas— que su notoria ausencia en dos ocasiones seguidas necesariamente es noticia y motivo de conjeturas. Sobre todo porque es obvio que la ausencia de la señora Murillo en las presentaciones de Ortega no es por razones de salud, ya que ella ha estado dominando el escenario de los medios de comunicación oficialistas con motivo del terremoto del 13 de octubre y las inundaciones y tragedias causadas por las lluvias de los últimos días. Y además, porque su no acompañamiento de Ortega ha ocurrido después que se conoció su aparente pretensión de ser la siguiente presidenta de Nicaragua, según una propaganda que la proclama “Rosario, presidente 2017”.
Lo que no sorprendió de Daniel Ortega en su presentación en la cumbre del Alba sobre el ébola realizada en La Habana, fue su conocida retórica contra “las cúpulas de los países desarrollados” (es decir, Estados Unidos y Europa occidental), con la cual se exhibe en todos los eventos internacionales en los que participa y en muchas de sus actuaciones domésticas.
Pero todo mundo sabe que con ese discurso Ortega no representa los sentimientos de todos los nicaragüenses, ni siquiera de la mayoría. Cabe tener en cuenta al respecto que un estudio hecho a mediados de este año por Pew (una prestigiosa firma estadounidense de sondeos de opinión pública internacional), reveló que 71 por ciento de los nicaragüenses simpatiza con EE.UU. y solo menos del 20 por ciento tiene una opinión desfavorable. O sea que es una pequeña parte de los nicaragüenses la que comparte la fobia antiestadounidense de Daniel Ortega.
Según la encuesta de Pew, los países que más simpatizan con Estados Unidos son Filipinas, con el 92 por ciento, Israel en segundo lugar con 84 por ciento y Corea del Sur en tercero, con 82 por ciento. En El Salvador, donde también hay un gobierno izquierdista como el de Nicaragua, la simpatía hacia Estados Unidos es de 80 por ciento, nueve puntos porcentuales más que los nicaragüenses. Inclusive en Venezuela, donde el ordinario presidente Nicolás Maduro tiene un discurso antiestadounidense todavía más radical que el de Daniel Ortega y la población está dividida en dos grandes mitades, la chavista y la democrática, sin embargo la mayoría de los venezolanos, 62 por ciento, no comparte la fobia de su gobernante y declara su simpatía con Estados Unidos.
De manera que en este sentido la situación está muy clara. Cuando Daniel Ortega despotrica contra Estados Unidos no representa ni siquiera a todos los miembros y simpatizantes de su partido, mucho menos a la mayoría de los nicaragüenses que en el fondo y a Dios gracias siguen siendo favorables a la democracia.
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