No es para nada fácil entrevistar a Bill Murray, teniendo en cuenta que no tiene ni publicista, ni mánager, ni representante, ni siquiera un maquillador favorito, como la mayoría de las estrellas de Hollywood. Y aprovechando que estrenaba la nueva película St. Vincent en el Festival Internacional de Toronto, pudimos entrevistarlo para festejar también, con un perfecto sentido del humor, el 30 aniversario del clásico estreno de Cazafantasmas.
:::¿Hubiese cambiado algo en su carrera si no hubiera hecho la película Cazafantasmas , 30 años atrás?
La película Cazafantasmas pagó la educación universitaria de mis hijos. Es decir que hubiesen abandonado los estudios antes si hubieran tenido que pagarse todo ellos (risas). Pero la verdad, filmar una película así fue una experiencia muy grande para mí, mucho más de lo que podía manejar. Tuve que dejar la ciudad, mudarme, salí del país. El efecto en mi vida fue increíble en términos de lo que pude hacer a partir de aquel momento. Me brindó suficiente comodidad como para poder concentrarme en otros aspectos de la vida.
:::¿Qué es lo que hoy mejor recuerda de aquella época?
En aquella época no nos tomábamos tan en serio el cine. No era un negocio tan serio, de verdad, lo hacíamos por diversión, porque nos gustaba trabajar. Ahora ni siquiera sé por qué lo hago (risas). Pero en ese entonces nos divertíamos muchísimo trabajando… Realmente fueron momentos fantásticos, donde los estudios de cine todavía lo manejaba gente que se dedicaba al cine para vivir. Hoy en día la gente que maneja el show es diferente. Antes los ejecutivos eran profesionales del cine que también iban al cine como cualquiera de nosotros. Apreciaban lo que hacíamos, nos daban también más libertad.
:::¿Alguna vez volvió a ver alguna de esas películas?
¿Cazafantasmas?
:::Sí, sí ¿la volvería a ver hoy?
Las veo todo el día en casa (risas). Tengo configurado el proyector para que las vuelva a pasar de nuevo cada vez que terminan (más risas). Hablando en serio, si te fijas bien, en televisión siempre la están pasando algún día de la semana. Y hay algunas escenas maravillosas que disfruto cuando las veo. Me gusta mucho lo que fuimos creando a medida que íbamos filmando. Hicimos muchísimas escenas, solo por hacerlas y al verla puedo acordarme el día que estaba en Nueva York y lo que hicimos exactamente… nos poníamos estos uniformes ridículos y entrábamos a los negocios donde la gente no entendía lo que estábamos haciendo. Hasta los policías pensaban que éramos más importantes porque nuestros uniformes eran mucho mejores (risas). Y teníamos un auto maravilloso. Ni siquiera parábamos en la luz roja, hacíamos lo que queríamos. Y también trabajan actores maravillosos, gente que ya no veo tan a menudo. Por eso, los quiero volver a ver aunque sea en una pantalla.
:::Parece ser un punto en común la amistad que sus personajes de cine entablan con generaciones más jóvenes en películas como Lost In Translation , Rushmore o la más nueva St Vincent. ¿Es pura coincidencia o es algo que le interesa también en la realidad?
No sé si sea importante o tenga valor la amistad entre diferentes generaciones. Pero me alegro que hayas encontrado un punto en común, porque en mi vida yo no encuentro nada en común (vuelve a reír). A mí me encantaría que la vida tuviese un botón como el “mute” del micrófono, donde lo puedas apretar y nadie sepa nada de lo que digas o quieras hacer. ¿No sería maravilloso?
:::¿Quiere usar ese botón también para responder?
(Risas) Ok, volvamos a tu pregunta… No sé si pueda ponerme serio por un momento, pero voy a intentarlo. Yo soy una persona madura, no tan madura, pero estoy más viejo que antes ¿no? Y al trabajar con directores más jóvenes como Wes Anderson o Ted Melfi o Sofia Coppolla, automáticamente me convierto en el rol de un tío, un vecino o un suegro. Es maravilloso trabajar con gente tan talentosa. Y cuando uno se vuelve padre en la realidad, también puede actuar como padre o como abuelo, tío o vecino. Y si sigo viviendo probablemente pueda hacer de grillo o algo parecido… siempre y cuando haya algún jovencito que haya jugado en la infancia con grillos y termine siendo director de cine (risas).
:::¿En su vida hubo alguien de otra generación que lo inspiró a usted lo suficiente como para haber ejercido cierta influencia en su estilo del humor?
Diría que mi abuelo, sí. Mi abuelo era una persona muy graciosa, una de esas personas que siempre llevaba moño y le quedaba bien. No hacía demasiado, pero era muy pero muy gracioso. Solía insultar a la esposa, en voz baja, porque ella no escuchaba bien. Y decía todas estas cosas de mi abuela o se sacaba la dentadura postiza y hacía que lloraba. Era un hombre fantástico, un hombre genial. Es gente que tuvo una gran influencia en mí. Y mi hermano Brian, con su amargura también, es influyente (ríe). Cuando vi la película St. Vincent fue como ver su cuerpo. Supongo que todos vamos armando nuestra personalidad con gente que vemos o conocemos, en diferentes momentos de nuestra vida.
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