Después de la separación de liberales del PLN en 1944, ya creado el Partido Liberal Independiente (PLI) el 12 de enero de 1944, Somoza García llamó a la disidencia entre el 10 al 15 de diciembre de aquel año para conversaciones de reunificación.
El PLI antes se llamó Comité Ejecutivo Central y no tendría personería jurídica, hasta 1980. Lo presidían los señores Carlos Pasos, Arturo Velásquez Alemán y Carlos Montalván. Por León: Carlos Castro Wassmer, Eloy Sánchez Salinas, Eloy Guerrero Santiago. Su Secretario Ejecutivo era el doctor Rodolfo Abaúnza Salinas. Demandaban la renuncia a la presidencia del General Somoza, por violar la Constitución al reelegirse y por ser militar en servicio activo.
Transcurrirían muchos años hasta el siguiente intento en 1962, cuando el presidente, doctor René Schick llamó a los líderes del PLI, ahora con estructura en todo el territorio nacional. El doctor Schick, civilista e intelectual había sido condiscípulo de los dirigentes del PLI. Uno de los delegados para las conversaciones fue el doctor Juan Manuel Gutiérrez. Evocaba —ante nosotros los nuevos PLI de los setenta— que la única condición para la reunificación que le indicaron al doctor Schick fue que se separara de los Somoza. Este respondió que los Somoza lo habían sacado de la nada, y que no podría hacerles eso.
El siguiente intento sucedió en las conversaciones entre otras nuevas fracciones liberales, PALI, PLIUN, con las anteriores, PLI y PLC, entre 1990 y 1996. Con el doctor Arnoldo Alemán electo presidente, la correlación de fuerzas había cambiado entre el PLI y el PLC. Cinco años antes, el líder del PLI el doctor Virgilio Godoy había sido el arquitecto de la UNO y el PLI era la segunda fuerza nacional opositora al sandinismo.
En su período como alcalde el doctor Alemán se perfilaba como presidente. Electo, llamó a los dirigentes del PLI para conversar. Ofrecía, primero, tres o cuatro ministerios, diez diputaciones, algunas embajadas, posiciones en su Gobierno, pero en cada siguiente reunión la oferta era menor. Godoy convenció a los directivos PLI rehusar. “El PLI se rige por principios, no por liderazgos” preconizaba. Tras el episodio, un dirigente PLI se pasó al PLC con sus simpatizantes, del que también está separado, según se dice.
En el 2006, finalizado su período como dirigente de ALN, Eduardo Montealegre, sin casilla pero con apoyo de disidentes del PLC, formó su “Movimiento Vamos con Eduardo” tras la amenaza del doctor Alemán de “jugar a la bola recia”. Los resentimientos individuales privaron por encima de la reunificación liberal. Esa división provocó la primera derrota electoral.
Para las elecciones de 2011 el PLC —en la persona de un mediador, propuso al PLI, el ahora usurpado por Montealegre— diez concesiones que eran, entre otras: la vicepresidencia; la presidencia de la Asamblea; la mitad de las diputaciones, la mitad de los ministerios y más. El candidato presidencial se decidiría por elecciones primarias. Don Eduardo rehusó, y la aparente división va por tercera vez. Increíble.
Si hay unificación, uno de ambos partidos deberá sacrificar la mitad de sus curules, de las obtenidas, asunto difícil pues “la calle está dura”. Si se suma que ambos dirigentes deben pasar a retiro, que no hay líderes emergentes visibles y que el tiempo vuela, queda el recurso de que la coalición formada desde la promoción de Hagamos Democracia levante el guante del desafío.
El panorama del liberalismo ante las elecciones próximas es nuevamente desafortunado. Queda otro descomunal inconveniente: la actual Ley Electoral, pues ya circula en la voz de cientos de miles que. “Sin condiciones no hay elecciones”. El autor es abogado y notario.
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