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¿Ahora quién podrá ayudarme?

Es hora de hacer las tareas y cuando te percatás: no hay tareas, no hay explicación, ¡no hay nada! Lo único que te queda es decirle a tu mamá que no copiaste o que se te olvidó hacerlo.

Es hora de hacer las tareas y cuando te percatás: no hay tareas, no hay explicación, ¡no hay nada! Lo único que te queda es decirle a tu mamá que no copiaste o que se te olvidó hacerlo.

Pero ¿cómo reaccionan tus padres? Lo primero es que no creen tus excusas y luego te dicen que son mañas tuyas (aunque a veces pueda ser cierto) o que no copiás porque sos mal portado.

Sin embargo, ¿quieren saber algo, chicos? Seguro resulta raro escuchar que vos “no estás bien” o que “no sos una persona normal”, y peor, cuando algo realmente te está pasando y vos no sabés qué es.

Atención padres, pues probablemente su hijo esté sufriendo de algún déficit neurológico y aún no se han dado cuenta.

Así que para que entiendan un poco sobre el problema, Aquí Entre Nos conversamos con un experto en la materia. ¿Qué hacer? Seguí leyendo.

UN LUCHADOR

A sus 10 años, Iván Zelaya Bravo ya sabía lo que era depender de una pastilla. Le dictaminaron déficit de atención (DDA). Olvidaba los libros en el colegio, se sentía con depresión, incomprendido, incapaz y triste.

“Una vez olvidé los libros y cuando mi mamá me preguntó por ellos, ahí nomás le pedí perdón por haberlos olvidado. Ese día me puse a llorar porque sentía que no me comprendían”, nos cuenta Iván. Su mamá, Jessyca Bravo, al darse cuenta de la discapacidad que presentaba su hijo, buscó ayuda.

Lo primero que le recetaron fueron las pastillas. “Luego de un tiempo sentí que las pastillas no me hacían efecto, entonces mi mamá encontró la Fundación Andrés Narváez Godoy y fue cuando me dijeron que ahí hacían terapias, como gatear, arrastrar, sin nada de medicamentos”, dice Iván.

Como todo comienzo, fue duro para él, pues a su edad, hacer cosas como gatear no era tan atractivo que se diga. “Al inicio yo pensaba que estaban locos los de la fundación porque yo ya había pasado esa etapa. Hasta que luego de unos meses me di cuenta que sí me ayudaba”, confiesa.

Ahora Iván se considera un chavalo activo y alegre y recomienda a los padres que deben estar más atentos de sus hijos.

HA VUELTO A LA NORMALIDAD

Felipe Rodríguez tiene 12 años. Hace un par de años a él también le diagnosticaron déficit de atención con hiperactividad y trastorno de posición desafiante. ¿Cómo así? Felipe era un niño impulsivo, agresivo, “no era normal”, según dice su mamá, Silvia Ocampo. Ella nos cuenta que cuando era tiempo de que Felipe hablara, él no podía. Fue ahí donde supo que algo andaba mal.

Y aunque el neurólogo psiquiátrico infantil le recomendó medicamentos, ella estaba consciente de que esa no era la solución. Sin dudar acudió a la Fundación Andrés Narváez Godoy y durante cuatro años ella y su hijo Felipe pudieron ver los resultados de extensas terapias.

“No lo podía creer. Cuando lo llevé a él (Felipe) no podía hablar, pero al mes de estar haciendo las técnicas, aprendió a hablar y fue mejorando poco a poco. Felipe ahora es un niño responsable, buen alumno y muy amigable”, confiesa doña Silvia.

¡TODO BAJO CONTROL!

Cuenta el doctor Manuel Cruz que cuando su hijo tenía 3 años le diagnosticaron hiperactividad.

Aquel niño a su corta edad necesitó medicamentos para controlar su discapacidad. Según su papá, el doctor Cruz, a los 6 años su hijo “era intolerable”, aunque la idea de que Moisés pasara toda la vida con tratamientos médicos no era buena opción. ¿Qué hizo? Buscar un tratamiento en el que no necesitara medicamentos para mejorar su salud. ¿La buena noticia? Es que él también conoció la Fundación Andrés Narváez.

“Es una bendición de Dios de haber obtenido estos logros con mi hijo y con la fundación. Ahora se podría decir que lo controla (la hiperactividad). Toda su energía la ha puesto en muchas cosas, como el baile o deportes. Él (Moisés) es un niño inteligente y capaz”, expresa su papá. Pero ¿qué crees? Moisés no es el único niño que padece de estas capacidades neurológicas. Así como su caso existen muchos otros de igual o mayor gravedad, o en el peor de los casos, aún no se han descubierto. Para ello, Lucrecia Godoy de Narváez, encargada de la Fundación Andrés Narváez Godoy, nos dice cómo saber si un niño o adolescente tiene una discapacidad neurológica.

Como padres, ustedes pueden empezar el proceso de evaluación comparando a su bebé, niño pequeño o escolar con los síntomas más comunes que presentaron los casos anteriores. Estos síntomas pueden ser el resultado de la gestación, parto, enfermedad, trauma, vacunas y otras toxinas en el ambiente afectando la función neural. Síntomas: consistente y pobre desarrollo académico social y físico. -Ojos perezosos o cruzados. -Lento. -Pobre atención. -Pérdida de la memoria de corto plazo. -Berrinches. -Hiperactividad. -Bloquea lo que pasa a su alrededor, está en su propio mundo. Si han de presentarse estos lo más recomendable es que evalúen al pequeño lo más pronto posible.

SOBRE LA FUNDACIÓN

Para que sepás sobre qué trabaja la Fundación Andrés Narváez Godoy, te decimos que esta trata todo tipo de problemas neurológicos. Lucrecia Godoy de Narváez, encargada de esta fundación, resalta que lo que ellos hacen es “llevar a todos a la normalidad, desde autismo hasta Síndrome de Down”.

Y lo mejor, la fundación capacita a los padres para que sean ellos mismos los terapeutas de sus hijos y puedan trabajar desde su casa, pues según Godoy, son ellos quienes mejor conocen a sus hijos. Las terapias se concentran en ejercicios físicos para que haya una estimulación neurálgica. Podés contactarlos al número 8435-0100 o escribir a su correo zitaggg@hotmail.

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