LA MATRONA
Esta semana tuve la oportunidad de encontrarme con el honor y la dignidad, personificados en una mujer campesina que ha pagado caro, muy caro, el derecho de su familia a pensar diferente. A doña Irinea Mejía le mataron a su esposo y a dos de sus hijos, básicamente por ser opositores. A su familia la han excluido de los programas gubernamentales por ser liberales. Todo eso no sucedería si los Torres, la familia de la que doña Irinea es la matrona, hubiese aceptado convertirse al sandinismo, como hicieron algunos de sus vecinos. “Ellos me han dicho que yo me haga sandinista y me van a dar ayuda. ¿Cómo me voy a vender yo?”, dice en una lección de dignidad de la que deberíamos aprender todos, principalmente, aquellos que han vendido su conciencia por un cargo, un negocio o alguna prebenda.
VUELTA DE CALCETÍN
No es indigno que alguien reciba ayuda del Gobierno. No, para nada. Al contrario. Si la misma doña Irinea dice que cuando ha llegado el gubernamental Plan Techo ella ha pedido, con todo derecho, que la incluyan. Lo indigno es obligar a alguien para que se convierta a cambio de darle lo que por derecho le corresponde. La lección de dignidad que nos deja doña Irinea es su decisión de no convertirse a una ideología con la que no comulga a cambio de los beneficios gubernamentales que pudiera recibir por ello. ¿A cuántos con muchísimas menos necesidades que las de doña Irinea los hemos visto dar la vuelta de calcetín bajo menos presión que la que ha sufrido esta familia?
BORREGOS DE REBAÑO
Y olvídense, esto no se trata de ideología. Se trata de dignidad y respeto a uno mismo. Se trata de escoger ser hombres y mujeres libres o borregos del rebaño. Conozco sandinistas que siguen siendo sandinistas, pero están en la calle porque no calzan en el papel de borregos. Se trata de un sistema que no acepta menos que lealtades perrunas y en el que hasta mover la cola sin permiso se castiga con el destierro. ¿Cuántos hombres y mujeres dignos se han rebelado contra eso? Que levanten la mano aquellos que dentro del orteguismo han decidido no ser borregos. ¿Cuántos de estos, por ejemplo, podrían decir que no están de acuerdo con la candidatura de Ortega o en contra de la construcción del Canal y pueden seguir en sus cargos? De eso es de lo que estamos hablando.
UNO POR CIEN
¿En qué momento el honor y la dignidad dejaron de valer en Nicaragua? Son tan pocos los casos de personas que prefieren la calle a perder la dignidad que podemos hasta contarlos con los dedos de una mano Sergio Cuarezma, Oscar René Vargas, Salvador Montenegro y alguno que otro que se me pueda olvidar o no lo conozca. En cambio, podría mencionarles ahora mismo cien, doscientos, nombres de personas que vendieron sus conciencias y ahora las vemos convertidas en todo lo que antes criticaban. ¿Qué país es este donde por cada hombre o mujer digno hay cien vendidos? ¡Tomen lección de doña Irinea!
CAMPAÑAS NEGRAS
Y hay casos tan patéticos como el de periodistas que para sobrevivir en la dura calle aceptan el indigno papel de servir de instrumento de desprestigio contra otros colegas que no se acomodan al rebaño. Toda la inmundicia que producen los órganos de Inteligencia para organizar campañas negras son expuestas como “trabajos periodísticos” por personas que no tienen ningún respeto por su profesión, nombre y persona.
GARROTE Y ZANAHORIA
Este es un sistema absolutamente intolerante. El que no es borrego es enemigo. Y reclutan para su rebaño por un lado con prebendas —cargos, casas, negocios, pagos, etc—, o sea, la zanahoria, y por el otro con el vil garrote: ya sea con campañas de desprestigio, como la del ejemplo anterior o con golpizas y muerte, como les sucedió a los Torres, la familia de doña Irinea, la noche amarga del 8 de noviembre de 2011 cuando una turba furiosa llegó a masacrarlos a El Carrizo, Cusmapa.
ALMA LIBRE
Doña Irinea bien podría tener vivos a su esposo y sus dos hijos si se hubiese convertido cuando se lo dijeron, antes de la masacre. Podría tener techo nuevo, como sus vecinos convertidos. Tal vez recibir provisiones para tanto nieto hambriento Pero ella prefiere ser pobre. ¿Qué le pediría al presidente Daniel Ortega si lo tuviese en frente? Le pregunté. Y la respuesta de ella me sorprendió: “Yo no me tantearía a pedirle nada a él, porque él me puede poner todas las condiciones, pero yo voy a estar sujetada a lo que él diga, a todas las injusticias que él imponga. Y yo eso nunca lo haría”. Ella es un alma libre. Una mujer digna.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A