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Collet Miranda mostró ayer el mural histórico sobre Jalapa a pobladores de ese municipio que nunca lo habían visto. Este cuadro está bajo custodia en el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica. LA PRENSA/ A. MORALES

Jalapa en un mural

Una mañana la pintora inglesa Collet Miranda coloca un biombo, pinceles y pintura frente a la biblioteca de Jalapa, Nueva Segovia, e invita a la gente que pasa a pintar sus recuerdos.

Una mañana la pintora inglesa Collet Miranda coloca un biombo, pinceles y pintura frente a la biblioteca de Jalapa, Nueva Segovia, e invita a la gente que pasa a pintar sus recuerdos. No cualquier recuerdo, sino aquellos relacionados con la época de la revolución, a lo que habían vivido y evocaban de los años ochenta. Es el año 2000, ha pasado una década desde entonces.

Al principio nadie corre ni hace fila para agarrar los pinceles y pintar su memoria en el biombo como pretende Collet. Era conocida por los seis años que había vivido allí como educadora popular a finales de los ochenta. Tal vez ese conocimiento previo termina de animar a muchos que dibujan y colorean escenas del pasado. El resultado va a sorprender a Collet.

[doap_box title=”Custodiar el mural histórico” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]Desde junio del 2002 el mural histórico de Jalapa está guardado en el archivo del IHNCA-UCA. La pintora inglesa Collet Miranda, quien ha vivido en el país, lo dejó en custodia en este instituto.

Lissette Ruiz, directora de biblioteca y archivo histórico, dice que el mural es parte de las obras colectivas que custodia esta institución, donde también hay fotografías, libros y partituras de músicos nacionales.[/doap_box]

La gente hace una catarsis con el pincel. Se pintan imágenes almacenadas en la memoria. Escenas de guerra y la destrucción que provoca en la vida de los civiles: casas incendiadas, muertes, explosiones, bombardeos, guerrilleros, militares, fusiles, hay un cohete negro cayendo sobre el poblado, pero también hay escenas que reflejan la vida cotidiana de aquellos años: bodegas de Enabas, silos, escuelas, gente aprendiendo a leer en la Cruzada Nacional de Alfabetización.

En los cuadros no hay dirección, la única guía es el año. Cada pliego del biombo es un año distinto a lo largo de una década en Jalapa. El ejercicio provoca un diálogo entre los que pintan, algunos no recordaban lo que otro dibujaba, o recordaban algún detalle que aquel olvidó. Y así, sin boceto previo, se colorea un mosaico de historias y se graban en ese biombo de seis pliegos enmarcados en pino que, desde el 2002, está custodiado en el archivo del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, (IHNCA) UCA. Ayer, después de mucho tiempo volvió para verlo su promotora.

PINTAR LA MEMORIA

“Creo en las obras de creación social, hechos totalmente por la gente. Cada quien va poniendo sus ideas, sus recuerdos, cada quien pone su contribución”, dice Collet Miranda, quien está de visita en el país y ha promovido otras obras como esta en otras partes del mundo.

“Lo he hecho como sesenta veces en muchos países. En Japón, Cisjordania, España, en Estados Unidos con personas con discapacidad mental; en Argentina, El Salvador, ahora voy a Honduras”, detalla la pintora, una mujer que ronda los 70 años.

Collet dice que estas experiencias la sorprenden. Recuerda a un pueblo en El Salvador que hace unos siete años quería pintar la guerra. Hace dos años, volvió a ese país y se halló gente que quería pintar al ser humano y su armonía con la naturaleza.

“Son documentos históricos. Toda la gente sabe pintar, quiere expresarse y no hay un espacio, no hay un lugar, nadie invita a la gente a hacer arte, a pintar, nadie les da el espacio, el momento, el tiempo, los pinceles y la pintura, y nadie se queda parado 14 horas al día para hacerla”, explica Collet.

La pintora, radicada en España desde hace varios años, estuvo ayer en el IHNCA UCA, con un grupo de mujeres de Jalapa.

Algunas habían oído hablar del mural, pero no lo habían visto.

“La historia es un cuadro”, dice la pintora mientras las jalapeñas van sacando sus propias conclusiones del cuadro.

“Esa es de la masacre de El Corozo”, le dice Arelis Vanegas a una mujer de vestido azul eléctrico que se llama Celia Cruz como la cantante.

Ambas son de Jalapa. Eran unas niñas en los ochenta que siempre oyeron historias de lo que pasó en El Corozo, de los guerrilleros que murieron en 1979, cuando la Guardia se retiraba de ese montañoso pueblo segoviano.

Celia Cruz recuerda que en los ochenta en Jalapa se cocinaba “hasta que acababa la balacera”.

Cuando se apaciguaban los combates la gente salía a buscar qué comer.

Arelis Vanegas dice que su papá es músico y cantante, y compuso varios temas alusivos a esos de la revolución en Jalapa.

También recuerda que en esos años se subían a un cerro, desde el que miraban Teotecacinte, el poblado fronterizo con Honduras.

Por la guerra, Celia dice que tuvo que emigrar hacia el vecino país con sus familiares. Fueron años duros reconocen todos mientras intentan descifrar el collage de detalles reunidos en ese mural.

A pesar del rojo sangriento y del negro mortecino, de las cruces, en el mural resalta el verde de Jalapa, una tierra fértil en la que llueve gran parte del año. “Eso es horrible, por eso no queremos que eso jamás vuelva”, comenta otra de las mujeres refiriéndose a los años de la guerra.

PINTAR PARA EXPRESAR

“La cosa fue más triste ya que mucha gente no hablaba de revolución sino de guerra, durante la guerra dijeron, eso fue tremendo, esa fue la cosa más triste porque se había tratado de hacer una cosa increíble”, apunta Collet con sus enormes ojos verdes enrojecidos.

Yo soy pintora y me gusta pintar, pero me gusta ver pintar. Cuando viví en Yugoslavia comencé a pintar a los 50 años, ya tengo casi 70, la gente se acercaba y vi que querían pintar. Yo solo tenía una tableta de papel acuarela pero arranqué hojas, se las di a la gente y les di un pincel y pintaron. No puedes comer enfrente de gente que no tiene comida, sentí que no podía pintar enfrente de gente que quiere pintar, todo el mundo quiere expresarse, todo el mundo quiere estar con colores”, explica la pintora.

Ayer por la tarde, después del IHNCA, Collet iba a la colonia 14 de Septiembre para ver otro mural. Por ahora, el cuadro histórico de una década de Jalapa seguirá en el IHNCA. Allí está bien cuidado, cree Collet y los mismos habitantes de Jalapa que ayer lo descubrieron.

Al comienzo y al final del mural aparecen los nombres de quienes espontáneamente pasaron aquel día frente a la biblioteca y soltaron lo que guardaba su memoria.

Reportajes historia IHNCA-UCA Jalapa mural archivo

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