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Nica se “sacude” el miedo de ser deportada

La nicaragüense Bertha Sanles nunca perdió la esperanza de regular su situación y “sacudirse” el miedo constante a ser deportada de Estados Unidos. Ahora siente que puede “volar”, al saber que se beneficiará del alivio migratorio anunciado el jueves en la noche por el presidente Barack Obama.

La nicaragüense Bertha Sanles nunca perdió la esperanza de regular su situación y “sacudirse” el miedo constante a ser deportada de Estados Unidos. Ahora siente que puede “volar”, al saber que se beneficiará del alivio migratorio anunciado el jueves en la noche por el presidente Barack Obama.

“Siento que gané mi libertad. ¿Sabés qué siento? Que quiero gritar y decir: ‘Ahora sí, yo puedo volar, puedo hacer tantas cosas’”, dijo el jueves en la noche Sanles, luego de escuchar a Obama dar a conocer los decretos que darán alivio temporal al menos a cinco millones de indocumentados.

[doap_box title=”Respuesta parcial” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]El decreto emitido el jueves por el presidente estadounidense Barack Obama fue motivo de análisis por parte de la coordinadora de la Red Nicas Migrantes, Martha Isabel Cranshaw, quien consideró responde parcialmente a las demandas de la comunidad migrante que habita en ese país. Uno de los beneficios que observa Cranshaw con el decreto es que podría permitir el incremento de remesas desde Estados Unidos a México y el Triángulo Norte, así como que a pesar de que las deportaciones continuarán, no serán en la misma proporción.

No obstante, indicó que quedan algunas inquietudes que deben ser respondidas, entre las que mencionó: “¿Cómo queda la situación de migrantes irregulares que ingresaron a Estados Unidos después de enero del 2010?” Y apuntó que en el caso de Nicaragua, cerca de 240,000 nacionales han ingresado a ese país entre 2010 y 2014 y no serían beneficiarios. Tampoco lo serían las nuevas oleadas de emigrantes hacia ese país, que requerirán la reforma migratoria integral u otra modalidad.
Elízabeth Romero[/doap_box]

Luego de 14 años de vivir como indocumentada, “me siento que soy alguien”, afirmó Sanles, originaria de Bluefields, quien dejó todo atrás para buscar un futuro más próspero en Estados Unidos.

Sanles, quien se gana la vida limpiando casas a las que tiene que llegar conduciendo sin una licencia válida, vio junto con su familia el discurso de Obama proyectado en una pared en el estacionamiento de una organización proinmigrantes, donde se juntaron decenas de indocumentados y activistas en Miami, Florida (sureste de EE. UU.).

Aunque está contenta, dice que “la mitad” de su corazón quedó triste por los indocumentados que quedarán por fuera de los decretos de Obama, que beneficiarán a personas que hayan estado al menos cinco años en el país y que tengan un hijo con ciudadanía estadounidense o residencia permanente.

Sanles estará incluida porque su hija menor, Leah, es estadounidense. Su otra hija, Christell, nacida hace veinte años en Nicaragua, se pudo inscribir en el programa DACA, lanzado por Obama en 2012 para otorgar permisos temporales de permanencia para jóvenes que hubieran llegado antes de los 16 años a Estados Unidos.

MANTENER LA FE

Pese a haber vivido con el miedo constante a ser deportada, Sanles nunca perdió la fe de que este día llegara, según había dicho la noche del miércoles en su apartamento en Miami, que comparte con su esposo, también indocumentado, sus dos hijas, sus tres perros y su tortuga. “Muchas llantas se pincharon, muchas personas dejaron de creer, pero yo nunca perdí la fe”, dijo en ese momento.

Una vez regulada la situación, “por lo menos puedo sacar la licencia de manejar, puedo tener el seguro del carro a mi nombre (…), tengo el entusiasmo de poder comprar mi casa, quizá no va a ser mañana, pero tengo ese alivio”, señaló Sanles, activista en la agrupación proinmigrante Familias Unidas.

De hecho, Sanles comenzó a interesarse en el activismo cuando su hija Christell no pudo terminar la carrera para ser asistente médico porque no le permitieron realizar las prácticas debido a su situación migratoria irregular. “Fue imposible, no se graduó”, expresó con lágrimas en los ojos.

ALIVIO TEMPORAL

Sanles está consciente de que los decretos de Obama significan una ayuda transitoria y que la verdadera solución tiene que ser una ley de reforma migratoria que apruebe el Congreso. “Entiendo que es un alivio temporal, ¿pero sabés qué es peor? Estar sin nada, porque todos los días salgo con miedo”, enfatiza.

Sanles, criada por una vecina en Nicaragua, ya que perdió a sus padres y a su abuela cuando era joven, celebró el jueves en la noche. Pero sin perder tiempo, ayer volvería a la lucha por una reforma migratoria definitiva. “Tenemos que seguir luchando por las licencias (de conducir), por los que no califican a esto y por la reforma migratoria, que dejen el pleito los partidos y se pongan a trabajar”, manifestó.

Sobre todo, dice, hay que presionar a los congresistas republicanos, quienes paralizaron en la Cámara de Representantes la reforma migratoria aprobada en el Senado en 2013 y que abría una vía para formalizar la situación de los más de 11 millones de indocumentados en Estados Unidos, la mayor parte de ellos latinoamericanos.

Nacionales deportación Estados Unidos archivo

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