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Almuerzo en el Día del Inodoro

Y ahí estaba yo, sentado en el salón de un lujoso hotel celebrando junto a representantes de organismos internacionales y de gobierno el Día Mundial del Inodoro. ¿Y qué mejor forma de socializar sobre un tema tan peculiar que una buena comida? Un día antes había recibido la invitación y lo primero que pensé era que se trataba de una broma. Primero fue una llamada telefónica y por más que me mordí los cachetes no pude contener la risa hasta que noté que la persona que estaba al otro lado del auricular hablaba muy seria del asunto. Luego recibí la confirmación por correo electrónico y supe que la cosa iba en serio cuando noté el logo del Banco Mundial. Mi reacción como periodista no pudo ser otra que anunciar a todos mis colegas que existía un día tan especial como ese. Obviamente no me tomaron en serio.

Mario-GuevaraY ahí estaba yo, sentado en el salón de un lujoso hotel celebrando junto a representantes de organismos internacionales y de gobierno el Día Mundial del Inodoro. ¿Y qué mejor forma de socializar sobre un tema tan peculiar que una buena comida? Un día antes había recibido la invitación y lo primero que pensé era que se trataba de una broma. Primero fue una llamada telefónica y por más que me mordí los cachetes no pude contener la risa hasta que noté que la persona que estaba al otro lado del auricular hablaba muy seria del asunto. Luego recibí la confirmación por correo electrónico y supe que la cosa iba en serio cuando noté el logo del Banco Mundial. Mi reacción como periodista no pudo ser otra que anunciar a todos mis colegas que existía un día tan especial como ese. Obviamente no me tomaron en serio.

Defecación al aire libre, letrinas, bacinillas, heces fecales y diarrea fueron entre otros los términos que dieron inicio a aquella plática como antesala de un almuerzo dedicado al inodoro. Tres tazas de café y dos vasos de agua más tarde comencé a entender muy en mi interior la importancia del inodoro y me levanté unos minutos a saludar al homenajeado y vaciar mi vejiga. Para cuando me integré nuevamente al grupo alguien mencionaba las 1,000 millones de personas —uno de cada siete habitantes del planeta— que defecan al aire libre. Yo pensaba, qué afortunado soy y… bueno también me preguntaba ¿a qué hora el almuerzo?

Cuando uno ya pasa los 40 años y te dicen que hay un día del inodoro, lo que queda pensar es “ahora hay día para todo… ¡No hallan qué inventar!” Pero en verdad la fecha tiene su onda, como dirían los chavalos de ahora. En 2013 las Naciones Unidas designó el 19 de noviembre como Día Mundial del Inodoro, en el contexto de una campaña de concienciación de la importancia del acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento, así la ONU llevó al simple acto de defecar a un ámbito que tiene que ver con la dignidad humana, lo cual me parece acertado y que definitivamente apoyo.

Personalmente creo que un inodoro es primordial en la vida del ser humano y aunque no lo reflexiono todos los días a como debería sobre el tema, sí lo hago cuando me dicen de ir a turistear al interior del país. Ahí lo primero que pregunto es que si donde vamos hay un inodoro. Yo puedo comer cualquier cosa, dormir en el suelo, no bañarme una semana, en fin, muchas cosas más, pero sin un inodoro no sobrevivo.

Aquí entre nos, creo que me traumó la idea de ir a la Isla de Ometepe y hacer mis necesidades fisiológicas en letrinas. Tal parece que a mucha gente le daba miedo ir solos porque de hecho hasta hoy me pregunto quién inventó las letrinas colectivas. Normalmente las hay de dos “asientos” uno grande y uno pequeño, como para niños. Pero en la Isla de Ometepe la “moda” era hacerlas de madera y de cuatro “asientos” y hasta de seis en algunos casos. Les juro que yo siempre fui solo. Pero mis primas sí pedían ir acompañadas, porque además las letrinas eran ubicadas en el fondo de los patios y se decía que habían “hombres malos” que seguían a las niñas que iban solas a hacer “pupú”. Hoy ya grande reflexiono sobre aquellas historias y me doy cuenta que muchas niñas fueron abusadas por no contar con un inodoro en casa. Definitivamente hasta aspectos de género le encontramos al tema del inodoro.

Ya casi era la 1:00 p.m. Yo casi muriendo de hambre y en las afueras del salón de aquel hotel la comida humeaba y la ensalada reposaba fresca en unos platones muy cerca de los cuadritos de pasteles de frutas para el postre. Una última intervención de un representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hizo referencia a que muchas hortalizas en el mundo son regadas con aguas contaminadas con heces fecales. Aquello parecía cosa de chiste, pero era una dura verdad. Definitivamente en ese momento me sentí afortunado, no solo de tener un inodoro a mano, sino de tener alimentos frescos y saludables en mi mesa, pero sobre todo un estómago fuerte para poder comer luego de tan amena, interesante e instructiva charla sobre el Día Mundial del Inodoro.

Boletin La Prensa Domingo almuerzo archivo

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COMENTARIOS

  1. merry
    Hace 9 años

    Me parece interesante, contando que hay mucha gente que no sabe la importancia de tener un inodoro, desgraciadamente en este país no es la excepción, primero por ignorancia y luego porque nos vale seguir contaminando el medio ambiente, a pesar de que mucha gente tiene letrinas defecan al aire libre!!!

  2. Hace 9 años

    Este reportaje resulta mediocre. Lleno de baboserias que le restan importancia al tema. Elaborar sobre la salud humana y animal hubiera sido interesante. A quien le importa si Ud pregunta si hay inodoro donde va? Lo hace lucir como un cajon con “g”

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