¿Dónde está la bolita?
¿Dónde quedó la bolita? ¿Se acuerdan de este juego? Un tipo con extraordinaria habilidad de prestidigitación pasea una bolita de esponja por tres vasos boca abajo con la intención de que alguien apueste a que puede adivinar en cuál de ellos quedó la famosa bolita. Parecen ganancias fáciles. Es tan obvio donde quedó la bolita, que a uno le debería despertar sospechas. ¿Por qué este señor me quiere regalar dinero? Pero siempre hay gente que cae.
El chino prestidigitador
De repente estamos ante un señor chino que nos mueve los vasos con ligereza de manos, y de vez en cuando nos hace ver el Canal y las ganancias fáciles por montones. Ahí están los puertos, la carretera, el aeropuerto, los grandes buques cruzando el país y pagando millones por ello. ¿Dónde está el canal? Mueve las manos el chino y muestra a miles de nicaragüenses trabajando felices y a centenas de empresarios llenando sacos de dinero. Parece tan fácil ganar que al menos deberíamos hacernos la pregunta ¿por qué este señor quiere arriesgar tanto dinero con nosotros y no con ningún otro país que tiene iguales o mejores condiciones para el Canal que promete construir?
La estafa
En realidad el juego de la bolita no es un juego. Es una de las estafas callejeras más antiguas y comunes. Al principio, cuando la apuesta es pequeña el estafador hasta dejará ganar a su víctima para convencerlo de que es muy fácil adivinar dónde está la bolita. Compinches suyos le animarán a apostar y cuando usted haga la apuesta grande no tendrá posibilidad alguna de ganar porque la bolita ni siquiera está ya en alguno de los tres vasos que moverá con habilidad ante sus ojos el prestidigitador. Y solo muy tarde, cuando ya nada se puede hacer, se dará cuenta que usted ha sido timado.
La apuesta grande
En este juego de prestidigitación, no veo a Daniel Ortega como la víctima que mira embobado y codicioso el Canal que le malabarea el chino ante sus ojos. No. Veo más bien a Ortega como el compinche que intenta convencer a la víctima que somos nosotros, de lo fácil que es ganar mucho dinero. Lloverá la plata por acá, nos dicen. Crecimiento económico, ¡del 136 por ciento los primeros seis años! Miles… No… ¡Millones de nuevos empleos formales! Todo se ve tan bonito en las presentaciones animadas y con musiquita. Explosiones que no explotan, confiscados agradecidos, un lago revitalizado (recuerden que ahora está contaminado)… ¿Dónde está la bolita? La apuesta es grande. Gana todo o pierde todo.
El truco
El juego de la bolita, como la magia en general, funciona cuando se desvía la atención de los incautos. El juego de manos, los pañuelos de colores y las ayudantes semidesnudas solo buscan alejar nuestra vista de donde verdaderamente está ocurriendo el truco. Muchos están esperando ver salir el Canal del sombrero de chistera del mago, pero yo, desconfiando que soy, sé que será otra cosa la que saldrá por otro lado. Algo están armado estos prestidigitadores y dudo que sea un Canal.
Ricos y pobres
Por ahora, Nicaragua es un país donde crecen los millonarios y los pobres en extremo. Según el Informe Mundial de la Ultra Riqueza 2012/2013, elaborado por Wealth X, en Nicaragua hay ahora 200 millonarios. Diez millonarios más que en el periodo anterior, lo que coloca a Nicaragua como el tercer país con más millonarios de Centroamérica. Aplausos. Vamos bien. Sin embargo, un reciente informe del Fideg, revela que en este mismo periodo los pobres en extremo aumentaron en 1.9 por ciento. O sea, al mismo tiempo que diez nicaragüenses se convertían en millonarios, otros 120 mil nicaragüenses pasaban de vivir con dos dólares al día a vivir con uno solo por día. ¿Y los aplausos?
Fotografía familiar
Ayer se reunieron las máximas autoridades de este gobierno, las que verdaderamente mandan, con el empresario chino Wang Jing. La foto dice mucho. Junto al chino estaban, representando al Estado de Nicaragua, el comandante Daniel Ortega, su esposa Rosario Murillo, y el hijo de ambos, Laureano Ortega Murillo. Por muy iluso que sea un sandinista, ¿cómo podría negar que estamos en presencia del embrión de un poder dinástico como aquel que solo dejó el poder después de una guerra que costó la muerte de unos 50,000 nicaragüenses? Es una fotografía familiar. Demasiado familiar para que la veamos y no nos provoque, al menos, escalofrío.