Ayer el precio internacional del barril de petróleo alcanzó su precio más bajo desde el 2010. En particular el precio del barril de crudo venezolano cerró en US$ 68.08, lo que significa una pérdida de más del 31 por ciento en escasos cinco meses.
El petróleo representa el 96 por ciento de las exportaciones venezolanas y, se ha dicho, que para mantener saludable la llamada “revolución bolivariana”, Venezuela necesita que el barril de su crudo se venda entre 100 y 120 dólares.
Ante esta realidad, anoche el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro tomó la única acción razonable que podía tomar, anunciar reducciones en el presupuesto de la República, pero a renglón seguido hizo una aseveración que tiene todo el sentido demagógico, pero pocas posibilidades de ser cierta. Dijo que “no iba a tocar ni un centavo de las misiones”, que es como el Gobierno bolivariano llama a las obras sociales.
Dijo que revisarán salarios, “de toda la plana mayor (del Gobierno), empezando por el presidente de la república, que y me hagan una propuesta de reducción sustancial de sueldos y salarios… para dar el ejemplo”.
Eso está bien como un acto simbólico, pero para hacerle frente a semejante caída en el precio de su único producto de exportación los recortes tendrán que ser mucho más profundos, y si no va a afectar las misiones, entonces tendrá que paralizar el funcionamiento del Estado.
Además, si de verdad reduce los salarios lo único que logrará será fomentar la corrupción entre los funcionarios del Gobierno que ya están muy acostumbrados a sus prebendas.
El laberinto en que se encuentra Maduro podría tener algún alivio si suspende los 80 mil de barriles de petróleo que se estima envía a diario a Cuba de regalo; o si negocia una moratoria al pago de la inmensa deuda que la revolución tiene con China y que paga con petróleo. Sin embargo, la influencia de los Castro sobre Maduro y el hecho de que el Gobierno chino no es proclive a este tipo de arreglos han hecho que Maduro tome la decisión de cortar presupuesto y afectar a los venezolanos.
Maduro tenía la esperanza de convencer a sus socios de la OPEP en la reunión de esta semana en Viena para que redujeran la producción de petróleo, que en este momento es de 30 millones de barriles diarios. Sin embargo, el cártel, liderado por Arabia Saudita, decidió mantener la producción seis meses más, aunque el precio siga bajando porque la oferta es mayor que la demanda. Esto significa que el martirio de Maduro está garantizado hasta junio.
La decisión de la OPEP, aunque les causará pérdidas en el corto plazo, pretende llevar el precio a un nivel tan bajo que ya no le sea rentable a Estados Unidos producir el llamado petróleo de esquisto. O sea que lo que pretende hacer el cártel es “dumping” para provocar la quiebra de su competidor y eventualmente volver a controlar el precio.
Los países árabes —que controlan el cártel— pueden darse el lujo de perder más dinero porque tienen inmensas reservas. Venezuela está en aprietos porque sus otrora inmensas reservas de dinero fueron dilapidadas en aventuras populistas dentro y fuera de sus fronteras.