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El problema de los eslóganes

En Finanzas se aplica un indicador que se llama Prueba ácida, en la cual, para calibrar la capacidad de una empresa de hacerle frente a los acreedores sin tener que recurrir a financiamiento adicional, se excluye de los activos circulantes el componente de inventario.

En Finanzas se aplica un indicador que se llama Prueba ácida, en la cual, para calibrar la capacidad de una empresa de hacerle frente a los acreedores sin tener que recurrir a financiamiento adicional, se excluye de los activos circulantes el componente de inventario.

Asimismo, en seguridad, se aplican este tipo de comprobaciones para determinar si un ambiente de trabajo es lo que dicen los eslóganes, ya que en una gran medida, ciertas empresas son más proclives a “administrar” estas frases que la verdadera sustancia de la seguridad operacional.

“La seguridad es prioridad de todos”, “Nuestro ambiente es tan seguro como el más distraído de nosotros”, “Cero es nuestra meta”, “La seguridad es nuestra prioridad”, “Que nadie se lastime”; son solamente recursos alegres si no se tiene detrás un andamiaje que garantice que lo que se menciona se ejecuta. Frecuentemente, son verborreas que se repiten en forma burda y enajenada, pero que al final, son parte del gastado folclor corporativo.

Prueba ácida: Pregunte a la persona que usted juzgue más comprometida en este tema lo siguiente: “¿Cuál es nuestra meta de seguridad?” Seguramente le responderá: “Que nadie se accidente”, lo cual es una evidencia que no se tiene ninguna meta u objetivo específico, ya que la respuesta es solamente una visión optimista.

Las empresas que realmente logran resultados útiles en seguridad identifican aquellas áreas de mejora mediante estadísticas confiables, determinando medidas efectivas de prevención y mejoras operacionales basadas en la jerarquía de control de peligros, para plantearse metas retadoras, medibles, específicas y dimensionadas en el tiempo; pero sobre todo, verificables.

Es iluso aspirar a un “cero incidentes” basado en eslóganes si su organización no entiende los precursores de estas fallas operacionales, empezando proactivamente por el análisis de aquellos eventos sin lesión o daño, llamados casi-incidentes, estudiando sus causas raíces para evitar que su reiteración produzca pérdidas reales de diversa índole.

Usted debe plantearse porcentajes razonables de reducción en sus áreas críticas de incidentalidad: caídas del mismo nivel, atrapamientos, vehiculares, etc., para formular metas específicas.

Una organización que se plantee veinte por ciento de reducción en aquellos específicos a su giro empresarial, deberá acompañar de medidas enérgicas efectivas en varios frentes, para acaso lograr esa disminución, la cual es suficientemente retadora si se consideran los factores de una empresa como un sistema abierto.

Es importante saber que si cada ejecutivo, gerente, supervisor —incluyendo cada operario— no tienen metas específicas y claras sobre su desempeño en seguridad, los eslóganes serán una ilusión que más bien puede exponer al ridículo a la gerencia.

La otra perspectiva tiene que ver con los mecanismos de explicación de resultados. Si no se tiene establecido un proceso para averiguar y determinar responsabilidades en caso de percances, va a ser ilusorio que el personal pueda enfocarse con seriedad a lograr objetivos sostenibles.

Una advertencia adicional es evitar la fácil trampa del “jueguito” de los números de incidentes, ya que estos pueden ser enteramente manipulables. Se requiere que el personal se enfoque en los sistemas y actividades que construyen resultados, no en las cifras mismas, ya que reportar situaciones puede ser “desestimulado creativamente” por varios estamentos organizacionales para no dañar una supuesta meta.

Esto me trae a la memoria una anécdota leída hace años sobre un sacerdote católico y un rabino, quienes se sientan juntos a ver una pelea de boxeo. Uno de los contendientes, al subir al ring, se persigna en forma exhibicionista. El rabino le pregunta al sacerdote qué significaba eso, contestándole este lo siguiente: “Es solo un buen deseo; porque si no entrenó bien, seguro lo van a noquear”.

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Economía eslóganes finanzas archivo

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COMENTARIOS

  1. jorge soriano
    Hace 9 años

    Excelente artículo.

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