Por segunda vez elaboro un artículo sobre el Estudio Regional Comparativo y Explicativo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece). Lo hice con el Segundo Estudio (Serce) a finales de julio del 2008 y ahora que se brindan los resultados preliminares del Terce.
Estos estudios plantean cinco niveles (comparado con un edificio de cuatro pisos y un sótano). El más bajo se considera “el sótano”, porque hace referencia a que los estudiantes están “por debajo del primer nivel”. En palabras sencillas: no entienden lo que leen y no conocen los números. Recuerdo que para el segundo estudio (Serce) Nicaragua tenía en el sótano a un 6.95 por ciento de los alumnos de tercer grado y un 1.02 por ciento de los de sexto grado, en el caso de lectura y en el caso de matemáticas a un 12.10 por ciento de tercero y el 2.25 por ciento de los de sexto.
Para este tercer estudio (Terce) se dice que hemos salido del sótano, pero que seguimos entre el primer y segundo piso. En defensa de la educación del país, me gustaría abordar dos puntos: el primero que Nicaragua mejoró en los indicadores de matemática y lectura en ambos grados, y en segundo lugar que revisando los adelantos del estudio el país avanza más que otros, a pesar de ser el más pobre de los estudiados.
Si comparamos los resultados del Serce y el Terce, Nicaragua mejoró 8.21 puntos en lectura en tercer grado, subió 6.04 puntos en sexto grado; en matemáticas de tercer grado aumentó 11.92 puntos y en sexto grado presentó un incremento de 4.38 puntos.
Salir del sótano en el estudio da una esperanza, que debe ser un empujón para hacer más por la educación en Nicaragua. Que los estudiantes comprendan lo que leen y conozcan los números es un primer paso para el desarrollo de más aprendizajes. Con el tiempo los resultados de Nicaragua no se medirán del sótano al cuarto piso.
Es interesante ver las tablas de posiciones de los países y darnos cuenta que, pese a las críticas, sí tenemos que celebrar. En matemáticas de sexto grado por ejemplo, aunque no alcanzamos a países como Costa Rica, ellos presentan una reducción de 14.14 puntos y nosotros crecimos, poco pero lo hicimos. Además, nuestros 462.31 puntos son más que los 461.48 de Panamá, por ejemplo.
Salir del sótano da una esperanza, que debe ser un empujón para hacer más por la educación en Nicaragua. El que los estudiantes comprendan lo que leen y conozcan los números es un primer paso para el desarrollo de más aprendizajes.
En el país existen muchas instituciones que trabajan en el campo educativo y que tienen impacto en los campos de lectura y matemáticas. Fundación Zamora Terán realizó la prueba EGRA (Early Grade Reading Assessment) en escuelas en las que se implementa el Programa Educativo “Una Computadora por Niño” y los resultados muestran que en 2011 el 46 por ciento de los estudiantes de tercer grado que fueron analizados leían por arriba del estándar y en 2013 mejoró a un 71 por ciento.
Para una organización que lleva cinco años teniendo presencia en el país, estos resultados son la prueba de que no solo podemos salir del sótano, sino que podemos desarrollar las habilidades de los estudiantes, más allá de los estándares.
Considero que en casos como la educación la clave no es compararnos con otras naciones. Tenemos el caso de El Salvador que mejoró sus indicadores partiendo de un plan y una ley nacional de educación, que permitía tener una visión de país y lo que ahora compara es un antes y un después de esas decisiones. Lamentablemente ellos no se encuentran entre los países que analiza el Terce.
Creo que si bien el Terce nos da una referencia de cómo está la educación en América Latina, lo importante es unir esfuerzos por la educación y fortalecer lo que hacemos bien, para que con los años podamos hacer comparaciones como la que hice con EGRA un antes y un después de nosotros mismos. Con el tiempo los resultados de Nicaragua no se medirán del sótano al cuarto piso, esperemos podamos lograr que la Unesco nos coloque en la azotea.
La autora es Coordinadora de Comunicación de Fundación Zamora Terán.
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