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Doña Alba Rivera espera algún día le den verdadera autonomía a las regiones de la costa Atlántica, porque en “la costa todo hace falta”, menciona.

La primera alcaldesa

Alba Rivera de Vallejos fue nombrada alcaldesa de Waspam durante la dictadura somocista; la primera del país. Ahora es una veterana en la política nicaragüense que sobrevivió a un accidente aéreo, a la toma del Palacio Nacional y al exilio. Conozca su historia.

En su memoria hay espacios que quedan vacíos, pero hay un hecho que es imposible de olvidar: ha sido feliz. Alba Rivera de Vallejos tiene 83 años y aunque su apariencia simule menos edad, su voz denota un tono quebradizo, propio de la vejez.

[doap_box title=”Otras experiencias” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]Además de ser la primera alcaldesa, doña Alba fue gobernadora de la costa Atlántica en el período del expresidente, Arnoldo Alemán (1998-2002).

En toda su trayectoria doña Alba gestionó varias obras de progreso en la región, tales como la introducción de servicio de agua potable, energía eléctrica, construcción de escuelas, entre otras.

Mientras vivió en Estados Unidos fue profesora de Español intermedio y avanzado en el colegio St.’Mary de Nueva Orleans y en la Universidad del Sur de Luisiana, (1985-1996).[/doap_box]

Lleva en su trayectoria ser la primera alcaldesa de Nicaragua en el período de Somoza, sobreviviente de un accidente aéreo, pasar tres días secuestrada en el Palacio Nacional y ser ministra de Educación. Además fue premiada como mejor maestra en un colegio en Estados Unidos mientras estaba exiliada y luego regresó a la política para ser la primera gobernadora de la Región Autónoma del Atlántico Norte.

MUJER ALCALDE

En el tiempo de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, Alba Rivera conoció a un senador que se llamaba Pablo Rener, representante de la Costa Atlántica en la Cámara de senadores de la época. Ya estaba casada y se había mudado de Puerto Cabezas —donde nació— a la comarca Cabo Gracias a Dios, hoy Waspam. Empezó a trabajar con la gente de “río arriba y río abajo” en las comunidades más pobres de Río Coco, había estudiado Magisterio al salir de la secundaria y aunque no recuerda qué fue exactamente lo que la motivó, empezó a abrirse espacio en la política de la zona.

Antes de eso había ocupado la presidencia del ALA femenina liberal, que era avalada por Somoza, y por su liderazgo fue nombrada como la primera alcaldesa de Nicaragua en esa comarca.

“En Managua a Somoza y a ese señor (Rener) le gustó el trabajo que yo estaba haciendo en la Costa y me nombraron alcalde, cuando en ese tiempo solo hombres alcaldes había”, cuenta la señora que estuvo en ese puesto desde 1970 hasta 1972.

El trato con los hombres al principio fue raro, según recuerda, pero ella con su carácter fuerte supo convivir con ellos, “había machismo, porque eso viene de la formación de la familia, pero yo nunca tuve problemas porque me di mi lugar y le di su lugar a ellos. Nunca me trataron diferente, más bien me ayudaban”, dice ahora.

SOBREVIVIR A TODO

Esta señora ha vivido tantas cosas que a veces no puede evitar olvidar detalles. Pero el episodio que vivió en 1967 lo recuerda claramente. El vuelo iba de Puerto Cabezas a Managua, unas siete personas iban en la avioneta, que salió con normalidad a las 8:00 de la mañana. Ella estaba viajando para un nombramiento y asegura que quitarse el cinturón de seguridad fue lo que le salvó la vida.

El copiloto salió de la cabina como confundido:

—Doña Alba, muévase un momento por favor, que voy a sacar el mapa —recuerda la señora.

—Pero, ¿qué pasó que querés, el mapa? — preguntó.

—Andamos un poquito confundidos —respondió el tripulante.

“Me despegué la faja y él sacó el mapa. De ahí no me la volví a poner y me quedé asomándome por la ventana. El tiempo se puso terrible, entramos a una neblina gruesa. No se miraba nada. De ahí no me acuerdo nada más, hasta que desperté en un cuarto rodeado de flores 22 días después”, narra la señora, quien también viajaba con su hermana, pero solamente ella sobrevivió.

Más tarde, en 1978, doña Alba ya era diputada del Congreso Nacional, después de dejar el puesto como ministra de Educación. Y ahí vivió también un momento de terror. Estaban trabajando en el Palacio Nacional y escucharon la marcha. Al principio no pusieron atención porque creían que era la Guardia Nacional.

“No pensábamos que era la guerrilla”. Pero lo era. Ella fue uno de los rehenes de la toma del Palacio Nacional. Ahí estuvo secuestrada por tres días, igual que varios políticos de la época. Al poco tiempo al ver que todo iba mal se vio obligada a huir del país, de lo cual no desea acordarse o hablar mucho.

A pesar de su tamaño, Alba Rivera (arrodillada al centro) formó parte de la Selección de baloncesto mientras estudiaba la secundaria. LAPRENSA/Cortesía
A pesar de su tamaño, Alba Rivera (arrodillada al centro) formó parte de la Selección de baloncesto mientras estudiaba la secundaria. LAPRENSA/Cortesía
UNA VIDA FELIZ

Doña Alba Rivera nació en Puerto Cabezas, en la casa, con comadronas, como se acostumbraba en 1931. Fue la séptima de 13 hermanos, de padres rivenses que se mudaron hasta la costa Atlántica persiguiendo un trabajo en la compañía Standard Food. Fue muy buena alumna, aunque confiesa que tuvo algunos problemas en Matemáticas.

En su juventud no fue muy vanidosa, “no había dinero para cremas y maquillajes”. Siempre lucía su cabello corto, que le gustaba arreglar con rollos o hacer maravillas para llevarlo liso “con un peine caliente, con cuidado de no quemarme, le hacía ra, ra, ra”, recuerda.

Su matrimonio fue feliz. Hablaban de todo, menos de política hasta hace unos cuatro años que Francisco Vallejos, su esposo, la dejó en viudez. A él lo conoció en uno de los tantos viajes que hacía a Managua, mientras él trabajaba como contador en el Ministerio de Gobernación. “No recuerdo la fecha y la forma. Pero cuando uno se enamora, se enamora. Y se casa. Tuvimos cuatro varones y una mujer”, menciona.

Aún recuerda cuando jugaba baloncesto, sin importarle que era pequeñita. Y atesora la foto del premio que el equipo trajo a Nicaragua desde Costa Rica cuando ella tenía 15 años. Ahora solo se dedica a vivir una vejez tranquila y simplemente quiere que la recuerden como “Alba, así sencilla, como he sido siempre. Aunque ya no juego basquetbol”, bromea.

 

La Prensa Domingo alcalde Nicaragua política archivo

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COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    Me uno a esta gran figura De nosotros los Waspanenos..”Hay que dar Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es De Dios” dona Albita, mujer.tenaz.con muchas.agallas.dedicada, De Una sola.voz.con una, disciplina.unica, mis respetos, en vida Se Le da,Los atributos a Las personas.felices dias.Dna Albita.Dios la bendiga

  2. William garcia
    Hace 9 años

    mujer con mucho amor al pueblo de Nicaragua. Hurra por ella

  3. Armando Incer Toledo
    Hace 9 años

    Sin restarle meritos a Doña Alba Rivera, quuiero aclarar que la primera alcaldesa nicarguense fue la Sra. Enmma Mora de Robleto en la ciudad de Boaco en 1953. La Sra Rivera segun el articulo fue alcadesa en 1970.

  4. Franklin Bordas
    Hace 9 años

    Doña Alba asi como le decimos los waspaneños con cariño, ha sido una mujer sencillamente excepcional.

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