Se partió el cielo con luces artificiales. El Puerto Salvador Allende tomó el color del pueblo: el de la necesidad por seguir a figuras imperfectas. Sonó el mariachi, Andrik Saralegui entró a la escena, era la muestra del sacrificio que se le entregaría al movedor de masas Ricardo Mayorga.
Ahí no importaba como lucirá el ídolo urbano, sino que los embriagara con su extinta fama. Los fanáticos necesitaban la brisa, sentir el calor y la cercanía del personaje principal de las pantallas nicaragüenses después de Alexis Argüello.
Mayorga se ha marchitado a sus 41 años. Trató de explicar mediante los cuatro asaltos que duró la pelea, que solo sabe boxear, pero que a pesar de su incapacidad para un retorno no solo de palabra sino de nivel y entrega en el gimnasio, no puede ser el mismo pugilista, que sin entrenar casi en lo absoluto mostraba rasgos de superioridad. El eclipse de todos los boxeadores lo ha visitado, pero quiere seguir recolectando dinero para su jubilación.
Relatar la pelea frente a Saralegui y el contexto de sus últimas peleas (Allen Medida, Level Martínez, Wesly Tiffer, Sergio Ortiz) es como ver a Mayorga acostumbrado a perder o lo que es aún más grave: como si ganar o perder fuera solo para él una simple circunstancia y que después la vida sigue.
Luego de entrar siempre con sus alardes, mismos gestos y gritarle un te amo su esposa, quien lloraba en una esquina por ver el fantasma de su glorioso pasado, empezó el primer asalto, arribó el segundo, se avecinó el tercero, hasta que cayó el telón del cuarto. En ese round, Mayorga tiró un ráfaga de golpes y se cansó, incitó al rival a despilfarrar sus energías como él. Andrik cayó en el truco y Mayorga ganó la función, con combinaciones de volados parecidos a rectos golpeó el rostro del rival y lo mandó al fango.
El sabor es de derrota. Ricardo Mayorga no puede retornar a sus años de lucidez boxística, pero Nicaragua le agradece por hacer historia. En el quinto el azteca no se movió de su esquina, tiró la toalla y empañó la realidad del nicaragüense. Ahora reta a Félix Sturm y Gennady Golovkin.