Una de las piezas más grandes de conocimiento que se me ha regalado fue la advertencia, hace ya muchos años, de un apreciado gerente quien me contrató para un puesto en una empresa: “Harás tan pequeño o tan grande este puesto como vos mismo lo decidas”.
A tantos años de distancia, esa admonición me ha servido de norte para cualquier emprendimiento que tenga que plantearme, por lo cual, pienso que uno no debe dejarse llevar por los límites o las fronteras virtuales que puedan existir administrativamente, ya que muchas de ellas son apenas una expresión de los territorios en donde nadie se atreve a incursionar.
El profesional de Seguridad Operacional que desee verdaderamente destacarse tiene que salirse de esa zona de comodidad, de esa tranquila irrelevancia o feliz intrascendencia con que a veces alguien se conforma con un papel secundario o de anulada iniciativa.
Si el coordinador en esta área no se atreve a cambiar el status quo, el gastado pensamiento convencional, trascender esos contornos en donde se piensa erróneamente que la actuación de la Seguridad Operacional deba como máximo llegar, entonces puede ser que se esté ya formando parte de un sistema que lo que busca es que este importante puesto sirva solamente de un bendecidor oficioso, en donde no hay más que plegarse al libreto que se le establezca por decreto; entonces a lo mejor es conveniente cederle esa posición a otra persona que esté deseosa de nuevos retos.
El experto de esta área quien no haga continuamente propuestas para mejorar el desempeño operacional está faltando a su deber. Esto implica que debe haber una búsqueda sistemática de aquellas áreas en donde se obtienen aún resultados no satisfactorios y plantear las variables explicativas y proponer soluciones innovadoras.
Este año que termina debe dar la oportunidad a estos profesionales para una reflexión crítica sobre los resultados que se deban cambiar, no cayendo en las mismas posturas y posturas que a veces son un MDLM (más de lo mismo), que de antemano conllevan fallas graves que hacen que las iniciativas no prosperen.
El competente en esta materia debe estar convencido que su trabajo reviste la más alta importancia para una organización, que es colaborar, asesorar, guiar, servir de consultor interno para evitar cualquier tipo de pérdida operacional no solamente derivada por incidentes en el proceso productivo, sino y sobre todo, fallas por la falta de adecuación de una cultura que deba tener correcciones por parte del liderazgo mayor de la empresa.
Es preciso que en este momento y con la vista en 2015, se pueda hacer un inventario de aquellas situaciones que bloquean el desarrollo de una verdadera cultura de Seguridad, planteándonos las siguientes preguntas: ¿Existe aún una tendencia de asignar culpables en el caso de un incidente?
¿Ante un evento con lesiones se sugiere siempre: 1) aumentar los controles; 2) proveer más capacitación? ¿El personal es recompensado por las metas numéricas en Seguridad sin importar las consecuencias a largo plazo?
¿La gerencia siempre se enfoca en poner en imponer las reglas y presionar por los resultados?
¿Se desestimula el debate o el conflicto siempre en el nombre del “trabajo en equipo”?
¿Las críticas al modelo de gestión de Seguridad Operacional no son aceptadas / promovidas porque se piensa que son perfectas?
Estos y otros planteamientos son importantes que se les brinde pensamiento y respuestas claras para asegurarnos que el próximo año no vayamos a tener los resultados que no hubiésemos deseado tener. La irrelevancia tiene un camino feliz pero se llega siempre a un destino odioso.
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