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Fernando Bárcenas

El fanatismo es peligroso

Los sucesos trágicos de París han vuelto urgente la reflexión sobre la relación entre libertad de expresión, libertad religiosa y fanatismo. Humberto Belli, en ese debate, argumenta con fanatismo religioso, en un artículo en LA PRENSA del 19 de enero, con el título ¿Es peligrosa la religión?

De partida, cabría aclarar, que ni todo pensamiento religioso es fanático, ni todo fanatismo es religioso. Pero, a menudo, ambas categorías se juntan por atracción irracional, en una mezcla trágica.

Si el fanatismo es inmune a la razón, el fanatismo religioso lo es aún más, porque entonces la irracionalidad se apoya en creencias sobrenaturales, en dictados supuestamente divinos que apelan al inconsciente, donde se refuerza la intolerancia irracional con miedos e instintos atávicos, ajenos a la voluntad.

Las religiones, que no invitan a discernir con sabiduría las decisiones sobre el propio comportamiento (como hacen las religiones orientales), sino, que se sustentan en verdades absolutas, por demás, reveladas, tienden a apartar la razón, como instrumento del mal, y a imponer a la sociedad dichas verdades absolutas como un deber de salvación eterna, mediante ritos y símbolos.

El fanatismo encuentra allí un caldo de cultivo propicio, una tentación irresistible de afianzar un poder tiránico, profundamente jerarquizado del alto hacia el bajo. Por ello, el brujo ejerce su dominio como intermediario entre el bien y el mal, con la ayuda de magia o de… milagros, que burlan las leyes naturales por capricho discrecional, como un juego de azar, obsesivo-dependiente.

“Es cierto que en nombre de Cristo —escribe Belli— se han cometido crímenes. Pero han sucedido a pesar o en contradicción con su doctrina, por fallas exclusivamente atribuibles a sus frágiles seguidores”.

¿A qué sirve, entonces, la doctrina, si los crímenes en contra de la cultura, de la ciencia, de las creencias alternativas, fueron cometidos por toda la frágil jerarquía eclesiástica, durante siglos de oscurantismo? Crímenes fanáticos contra la libertad de pensamiento. Torturas y asesinatos atroces, irracionalidad bestial contra la humanidad, para sumirla en la peor de las tiranías, física y espiritual. Aún hoy, el hombre tiene, para Belli, una culpa original, innata. La ordalía o juicio de Dios, solo tiene cabida en mentes predispuestas a la magia divina, por lo que la Iglesia torturaba hasta la muerte a cualquiera que presumiese hereje, mientras Dios no demostrase su inocencia salvándole de la muerte.

A la pregunta de Belli, habrá que responder que una mente predispuesta a la intervención mágica, en contra de las leyes naturales, sí, es peligrosa. Disminuir la razón humana, es peligroso. Es una forma latente de locura agresiva.

“La revolución francesa —escribe Belli— en su primer año decapitó cinco veces más gentes que la inquisición en tres siglos. Los últimos tiempos muestran que las peores atrocidades no han provenido de convicciones religiosas sino de creencias ateas”.

No es cierto. Sin mencionar las cruzadas y las guerras religiosas, en América, donde la espada marchaba al lado de la cruz, el cristianismo destruyó no solo avanzadas civilizaciones y códices mayas invaluables, considerados herejes, sino, que exterminó, en un siglo, al 97 por ciento de la población autóctona, considerada por la Iglesia bestias de carga sin alma humana.

En el curso de la historia, la violencia, con su secuela de muertes, es inevitable. Por ello, el quid radica en distinguir qué violencia lleva a un mayor grado de libertad humana, y cuál lleva al oscurantismo y a la opresión. La violencia religiosa nunca ha conducido a la conquista de una mayor libertad. La humanidad se ha reafirmado, en cambio, al apartar del poder económico y político a los frágiles seguidores del cristianismo.

El ateísmo no constituye —como hace creer Belli— una creencia en torno a un cuerpo filosófico o teórico, con alguna finalidad práctica violenta.

“Hay ideas que siembran odio y muerte, como el marxismo-leninismo. Pero hay otras que humanizan, como el cristianismo”, escribe Belli.

El marxismo-leninismo no es una idea, sino un método para interpretar y para cambiar la realidad. No siembra el odio ni el amor en abstracto. Su objetivo es destrabar el desarrollo de las fuerzas productivas, de relaciones de producción objetivamente atrasadas.

Aquellas religiones volcadas a lo sobrenatural, no humanizan, sino que inmolan a la humanidad.

El autor es ingeniero eléctrico

Opinión Opinion archivo

COMENTARIOS

  1. Maria
    Hace 9 años

    Lo peligroso en todo caso es el libertinaje que ha remplazado a la libertad de expresion, en todos los ambitos no solo en el religioso, ademas las religiones no se basan en la razon sino en la fe: la fe te valga….

  2. William Leytón
    Hace 9 años

    Mi respeto y felicitación por su artículo. Cuestiona planteamientos que parecieran ser contundente, pero que no resisten un cuestionamiento serio y racional. Por ejemplo el ateísmo no es ninguna religión, ni el marxismo tampoco es una brujería. Valiente y sin tapujos es su prosa mi estimado Fernando.Larga vida.

  3. Lector
    Hace 9 años

    Ha leído con detenimiento los artículos del Dr. Belli y el del Ing. Bárcenas. Tiene más sentido el de Belli, porque además de demostrar la violencia y fanatismo humano sin religión de por medio, no refleja apasionamientos feroces como los que muestra el Ing. Bárcenas. Así de sencillo.

  4. David B. Muniz
    Hace 9 años

    Todo fanatismo es peligroso porque se aleja de la razon, llamese este politico, religioso y hasta cultural y nada produce mas temor que el fanatismo religioso porque es imposible razonar con el y su aplicacion solo conduce al caos de la sociedad en general porque del fanatismo a la locura no hay mas que un paso que lleva a la violencia, a la destruccion y a la muerte.

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