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Joaquín Absalón pastora

Aires en la ventana

El 17 de diciembre del año pasado confortado por hacer una pausa en la rutina del trabajo, arribé a Miami con el propósito de desconectarme con los acaecimientos cuyas consecuencias ponen el pie en el territorio del periodismo. Imbuido en la agenda excepcional de las vacaciones al entrar en el Aeropuerto Internacional de la “Capital del Sol”, me encontré con las imágenes compartidas de dos personajes opuestos de la política internacional: Barack Obama y Raúl Castro ocupando los espacios de las pantallas de los televisores ante las cuales, no podían rendirse las miradas estupefactas de los visitantes distraídos incluso con la pertinencia de concentrarse en sus pasaportes.

No podía ninguno de los integrantes entender si la “puesta en escena” de los protagonistas obedecía a una ficción en la recurrencia imaginativa, el sorpresivo de una fantasía o si era la realidad pura. Obama y Castro en diálogo dando la sensación de dos amantes políticos que se habían reconciliado —de sopetón— como dirían los españoles, después de más de medio siglo de soportar un encono lleno de mutua testarudez solo propicio para “perder el tiempo”, para no llegar a ninguna conclusión provechosa.

Aquello mostró la necesidad de la conexión profesional en las vacaciones sobre las reacciones producidas tanto para los cubanos en el exilio como los que residen en Cuba, y surgieron las especulaciones, la vociferación colectiva bajo el toldo versallesco de una cafetería donde los asilados matan y reviven a Fidel, desde luego en todos los niveles desde los más serios hasta más pícaros en la extroversión tropical, sin faltar los profetas del análisis los cuales no han dejado de ocuparse hasta la fecha del tema que podría convertirse con “el correr del tiempo” en aquello que los nicaragüenses con sentido del humor llamamos el “kupia kumi”, “un solo corazón”.

El restablecimiento ofrece la perspectiva de que entre aire fresco en la ventana. No otra suposición se desprende de la eventualidad de retornar a la palabra después de que esta se mantuvo prisionera de la discrepancia por donde nunca se filtró un ápice de claridad, donde lo único prevaleciente era el vómito recíproco, un recurso en pugna con la fertilidad del diálogo y de la implementación que es en la práctica —no en la teoría— durante donde está la parte más dura de comprobar, de vivir en sus manifestaciones más creíbles, pues una cosa es prometer y otra llegar a la prueba irrefutable de los hechos. Sin embargo pendiente de la dilucidación está el del embargo. Será siempre un obstáculo espinoso en el camino si el diferendo no se resuelve.

Guerras frías y calientes no podrán premiar o castigar el triunfo o la derrota de los dos bandos. Cuba hizo claudicar a Estados Unidos o Estados Unidos a Cuba son posiciones emotivas que no saldrán del marco del orgullo. Señalo la probabilidad de la incorporación del aire fresco de la ventana antes herméticamente cerrada, basado en la tendencia humana de capitalizar —no para sanar las heridas— sino para que los residentes en Cuba, los más afectados sean beneficiarios de esos acuerdos en el sentido de tener acceso a una economía más fluida, a un porvenir en crecimiento, salir del techo de veinte dólares mensuales, respirar un poco más de libertad aunque esta llegue gradualmente. Es la perspectiva que promete el convenio.

El autor es periodista

Opinión Opinion ventana archivo

COMENTARIOS

  1. ramiro
    Hace 9 años

    Nuestro Cuba son los pobres campesinos desamparados que serán confiscados a la fuerza para construir la zanja. Ojalá exista la posibilidad de anular ese negocio, donde las verdaderas ganancias monetarias y daños ambientales se ocultan. Otros ganarán, lo que pierden los más pobres, los que protestan de verdad, ya que los ricos afectados, nunca han expresado ni un suspiro, como que son cómplices amarrados, de antes de la afectación.

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