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Los hornos industriales han venido a resolver el problema del consumo de leña, que causaba despale y contaminación ambiental. LA PRENSA/W. ARAGÓN

Disminuyen uso de leña

Desde el 2006, en el pequeño taller de rosquillas La Única, de doña Trinidad del Carmen Rodríguez González, ubicado frente a la entrada del cerro Quisuca, de la comunidad La Esperanza, Yalagüina, se elaboran rosquillas con hornos industriales eléctricos y de gas, dejando a un lado los de barro, que consumen excesiva cantidad de leña y emanan humo y hollín.

Desde el 2006, en el pequeño taller de rosquillas La Única, de doña Trinidad del Carmen Rodríguez González, ubicado frente a la entrada del cerro Quisuca, de la comunidad La Esperanza, Yalagüina, se elaboran rosquillas con hornos industriales eléctricos y de gas, dejando a un lado los de barro, que consumen excesiva cantidad de leña y emanan humo y hollín.

[doap_box title=”Generación de empleos” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

En el municipio de Yalagüina funcionan unos cien talleres de rosquillas y en Somoto, cabecera de Madriz, hay unas 35 empresas de esta industria, que es la principal generadora de fuentes de empleo y de ingresos económicos en este departamento, según datos del Intur.

Los 135 talleres de rosquillas de Somoto y Yalagüina dinamizan la comercialización local de productos como lácteos (queso, cuajada y crema), margarina, maíz, franelas de dulce, huevos y leña.

Se estima que en los últimos cuatro años esta industria ha expandido su actividad de comercialización en países como España, Estados Unidos y El Salvador.

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En el taller, doña Trinidad procesa más de dos quintales diarios de rosquillas, unas 1,200 bolsas de cincuenta unidades cada una, con los cinco hornos industriales que adquirió a través de un proyecto del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific).

“En una semana consumía más de 300 rajas de leña para encender dos veces al día los dos hornos de barro, después había que esperar para que hiciera brasas y que guardara calor para meter las cazuelas y poner en cocción las rosquillas”, explicó doña Trinidad, quien dijo que eso se hacía en todo el día y generaba humo y hollín que afectada las casas aledañas.

Dijo que “con estos hornos solo necesito 15 minutos y ya están cocidas las rosquillas listas para el consumo”.

Al igual que doña Trinidad, unas treinta empresas de rosquillas han comenzado a utilizar los hornos industriales y otras usan los mejorados de barro, que reducen el consumo de leña, porque conservan mayor calor para el cocido del producto.

Según doña Trinidad cada horno industrial tiene un costo de 3,200 dólares, y el mantenimiento mensual anda por los cien dólares.

Se estima que los diferentes eslabones que conforman la producción de rosquillas generan más de 26,000 plazas de trabajo, “solo los talleres de rosquillas empleamos más de 4,000 manos de obra que nos generan en producción unos 50,000 dólares mensuales”, señaló en una ocasión doña Flora Ortiz, miembro de la Cooperativa Multisectorial (Gerson) de Somoto.

Departamentales leña Yalagüina archivo

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