La acreditación de Rosario Murillo como “canciller en funciones” de la República de Nicaragua y de sus hijos Camila, Luciana y Rafael como asesores de la Presidencia (este último con rango de ministro) ante la reciente cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), realizada la semana pasada en Costa Rica, es vista por analistas políticos y miembros de la sociedad civil como un claro caso de nepotismo del presidente Daniel Ortega —inconstitucionalmente reelecto en noviembre de 2011— y esto “nos retrocede a lo peor de nuestro pasado”, según el diputado del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), Enrique Sáenz.
El nepotismo, como un rasgo negativo de la cultura política nicaragüense, ha estado presente en la historia del país desde sus primeros años como República.
El analista político Emilio Álvarez Montalván, recientemente fallecido, asegura en su obra Cultura Política de Nicaragua (2000) que el nepotismo “pretende justificar que parientes sanguíneos y consanguíneos, tengan o no aptitudes, ocupen puestos de relevancia en posiciones gubernamentales”.
“Por algo —escribió Álvarez— la Constitución Política prohíbe la sucesión presidencial a parientes incluidos en diferentes grados de afinidad y consanguinidad”, aunque advierte que esta disposición no evitó el establecimiento de la dinastía somocista en el país, que duró 43 años.
Además, cita entre muchos ejemplos, el caso de los parientes de Diego Manuel Chamorro (1922), quienes figuraron en empleos del Gobierno como ministros, cónsules, consejeros y militares, como una muestra de la temprana presencia de este en la historia nicaragüense.[/doap_box]
A la fecha se desconocen los motivos y el proceso que Ortega habría seguido para realizar estos nombramientos que benefician a su esposa, dos de sus hijas y otro hijo de Murillo de una unión anterior.
Sin embargo, el mandatario inconstitucional ya había declarado en el pasado la relevancia de Murillo en su gobierno, con quien asegura comparte “50-50” el poder.
“Somoza (García) colocó una foto de su hija (Lillian) en uno de los billetes. Habrá que esperar cuándo están los hijos de Ortega adornando la moneda nacional”. Enrique Sáenz, diputado del MRS ante la Asamblea Nacional.
“El fondo del asunto es el desprecio absoluto de la Ley de parte de Ortega. Todos los tiranos consideran que su voluntad es la ley, pero aquí me parece que hay un ingrediente más, que es la burla: burlarse de los mandatarios de la Celac, de las delegaciones y de los mismos nicaragüenses, porque doña Rosario no es canciller (ni miembro de Cancillería). Nos deja como el hazmerreír”, reclamó Sáenz.
“Ortega en lugar de colocarnos al frente en la historia ha colocado la locomotora al revés”, lamentó.
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